febrero 06, 2012

Del Super Bowl XLVI

Hakeem Nicks (Todd Rosenberg / NFL)

Antes de comenzar, me gustaría dejar claro que éste ha sido, por mucho, el mejor Super Bowl que he visto en mi vida. Trato de pensar en otro, pero no lo encuentro; el partido de ayer en el Lucas Oil Stadium de Indianapolis debe ser uno de los tres grandes Super Bowls en la historia de la NFL. Tuvo de todo: estrategia, dramatismo, fortuna y gloria; además, como si no fuera importante, fue uno de los tres más vistos en cuarenta y seis años de este evento.

Yo soy Raider, y nunca lo he negado pese a que nunca he visto a mi equipo coronarse; aún tengo fresca la dolorosa paliza que Jon Gruden y los Bucs le pusieron a mis Malosos en el Gran Juego de 2003 (Super Bowl XXXVII), y he tenido la mala fortuna de sufrir una racha de decepcionantes temporadas perdedoras. La mala fortuna de mis Raiders durante la década de los 2000's comenzó una noche nevada de Foxborough en 2002 contra los Patriotas, los cuales eran dirigidos por un QB reemplazo llamado Tom Brady; ese robo flagrante se suele llamar "the Tuck Rule Game" en el argot de la NFL.

Una intercepción de los de Oakland que hubiera significado la final de conferencia contra Pittsburgh fue revocada por una revisión de video, lo cual dio nueva vida a Nueva Inglaterra, que ganaría el partido con una patada en esa serie ofensiva. El resto es historia: hoy Tom Brady tiene tres anillos, a Gisele Bündchen y un nicho en el Salón de la Fama esperándolo, mientras mis Raiders no encuentran el fondo del hoyo. Cuando Nueva Inglaterra jugó partidos de Super Bowl, apoyé sin mucha fortuna a Carneros, Panteras y Águilas; fue hasta 2008 que pude sonreír, gracias a los Gigantes de Nueva York en la edición XLII.

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Ahora que, cuatro años después, estos dos equipos se volverían a encontrar en el Gran Partido, sabía muy bien quién tendría mi simpatía. Siendo objetivos, los Patriots (13-3) tuvieron una mejor temporada y calificaron a playoffs sin problemas, aunque era claro que el devastador poder ofensivo de Brady y compañía fue tapadera de una defensa bastante acuosa; por otro lado, los Giants (9-7) estuvieron en serio peligro de quedar fuera de la postemporada, pero dos victorias sobre los Jets y sobre Dallas les permitieron ganar su división. Los Gigantes venían de menos a más, ya que vencieron a favoritos como Green Bay y los 49ers para ganar el banderín de la Conferencia Nacional, mientras que los Patriotas tuvieron problemas en la final de la Americana contra unos muy bravos Ravens.

Otra particularidad que se consideró como factor fue la sede, ya que Indianapolis es la casa del quarterback Peyton Manning, hermano mayor de Eli, mariscal de los Gigantes; el rival a vencer era Tom Brady, el rival máximo del primero. Se decía que Eli Manning tenía una responsabilidad de "cuidar" la casa de su fraterno contra la "invasión" de su némesis, y en cierta forma, esa postura fue tomada por la afición local: apoyar a la sangre por encima de cualquier cosa.

Se enfrentaban por segunda vez los entrenadores Tom Coughlin y Bill Belichick, quienes fueron compañeros en el Super Bowl XXV como asistentes de Bill Parcells, por si no hubiera ya muchas historias encontradas. No es necesario decir que la palabra "revancha" fue la que dominó en las conversaciones sobre este partido.

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Después de que Kelly Clarkson mostrara sus pulmones al interpretar el himno nacional norteamericano, el volado favoreció a los Giants, quienes acorralaron a los Patriots dentro de su yarda 5; un lanzamiento de Tom Brady a tierra de nadie fue marcado por los oficiales como safety, lo cual le dio 2 puntos a los Giants. El balón fue devuelto a los Gigantes, quienes hilaron una ofensiva que terminó en un pase de Eli Manning de 2 yardas para Víctor Cruz, poniendo el marcador 9-0 al final del primer cuarto.

El segundo periodo fue el momento de resurgimiento de Brady y los Patriots; en su primera ofensiva se tuvieron que conformar con una patada de tres puntos, pero recuperaron el balón casi de inmediato para hilar una ofensiva de 95 yardas que desgastó el reloj y los puso 10-9. Nada estaba definido; fue entonces que vino el espectáculo de medio tiempo.

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Madonna
(AP Photo / Michael Conroy)

En medio de una parafernalia inspirada en centuriones romanos, mitología nórdica y símbolos egipcios de idolatría, apareció la Reina del Pop. Tenía mucha expectativa de lo que fuera a hacer Madonna en este momento; de hecho, mucha gente que no simpatiza con el espectáculo de la NFL tuvo buen pretexto para verlo. Debo decir que no me defraudó, que me encantó en lo general; comparado con lo que nos recetaron el año pasado, esto fue un alivio de credibilidad y emoción.

Sólo una artista de la talla de Madonna puede darse el lujo de tener a su alrededor a lo peor de la chusma del pop actual, y aún así, hacerlos lucir; los de LMFAO estaban forzados, pero al tener click con la juventud americana, ayudaron a que el show fuera "digerible" para ellos. El espectáculo inició con "Vogue", que revivió tan gay como siempre; gran detalle el del Cirque du Soleil, que enfatizó la envidiable condición aeróbica de la Ciccone; caso aparte fue la banda de guerra, pues finalmente, estábamos en un evento de fútbol americano.

No soy fan del nuevo sencillo de Madonna, pero la presentación de "Give Me All Your Luvin" dio la nota: Nicki Minaj es plástica, insoportable y vulgar a más no poder, pero M.I.A., ángel rebelde de la globalización musical, estuvo soberbia con su políticamente incorrecto "dedo"; la rapera tamil, quedan advertidos, no es apta para las dobles morales americanas, y el escándalo que se derivó a posteriori era de esperarse. Lo mejor del show fue, sin embargo, el final, con el preacher Cee-Lo Green y un coro gospel, que hicieron con "Like a Prayer" un momento épico en la historia del halftime show; pocos cantantes en el pop actual cantan como este gordito sureño, y verlo hacer segunda voz a Madonna fue tan delicioso como el pan con mermelada.

Playlist: "Vogue", "Music / Party Rock Anthem / Sexy & I Know It", "Give Me All Your Luvin", "Open Your Heart / Express Yourself" y "Like a Prayer".

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El balón lo tuvo Nueva Inglaterra al inicio del tercer cuarto, y Tom Brady no desaprovechó: un pase de 21 yardas para Chad Ochocinco, una gran carrera de BenJarvus Green-Ellis y el pase final para el TD de Aaron Hernández pusieron el juego 17-9; fue por mucho el mejor momento del mariscal bostoniano en el juego. Los Giants fueron bien neutralizados por la defensa de los Patriots; pese a que buscaron llegar a la zona de anotación, se tuvieron que conformar con un par de patadas sencillas de Lawrence Tynes (17-15).

Al inicio del último cuarto, los Giants tenían que recuperar el balón rapidamente; un pase interceptado  a Brady por Chase Blackburn les dio la primera oportunidad, pero no lograron convertir; cuando Nueva Inglaterra pudo definir el juego, Wes Welker no pudo contener un pase de tercera oportunidad. Tras esa devolución, llegó el momento de Manning para alzarse como inmortal; acorralados dentro de la yarda 10, puso un pase providencial para Mario Manningham de 38 yardas, con la misma precisión que todo el partido, en un instante clave. Tras unos pases para Hakeem Nicks y el mismo Manningham, Ahmad Bradshaw se vio solo entrando a la zona de anotación, lo cual fue permitido por órdenes del coach Belichick para darle tiempo a su ofensiva de hilar un drive ganador.

El marcador iba 21-17 con 57 segundos en el reloj y un tiempo fuera; los Giants buscaron una conversión de dos puntos sin éxito; Brady tenía una nueva oportunidad para consolidad su leyenda, pero Deion Branch y Hernández le fallaron en la hora buena. Después de una captura, logró poner un pase en cuarta oportunidad para seguir el drive; quedaban 9 segundos cuando Brady tuvo que lanzar un pase Hail Mary con todo su brazo a las diagonales, pero no consiguió esquivar el mar de manos que estaban entre Hernández y Rob Gronkowski.

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Por segunda vez en la historia, Gigantes vencían a Patriotas en el gran escenario. En 2008, Manning y compañía habían arruinado la temporada perfecta de los de Nueva Inglaterra, y en 2012 lograron imponerse a un mal momento para resurgir como campeones absolutos. Como es común en la lógica de los Super Bowls, Eli Manning se llevó el premio al JMV y toda la gloria del momento. El ataque de los de Nueva York fue la clave con sus jugadas apretadas y precisas, aunque no debemos olvidar a la defensa, que maniató en el momento indicado al ataque de sus rivales. ¿Dinastía? Eso está en veremos.

No hay duda, fue un partido épico, digno de ser visto muchas veces más.

1 comentario:

  1. Según yo, tú eras Cowboy, pero si tú dices ser Jet, entonces está bien. A mí me pareció un partido bastante cardiaco, donde pudo haber ganado cualquiera.

    Será cuestión de esperar siete meses para ver otra temporada; ésa es la parte más dura, pero mientras haya beisbol y hockey, la puedo llevar. Tendremos con conformarnos con las repeticiones de NFL Network y con todo lo que se dice a lo largo de la espera...

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