Jackson Pollock (1912 - 1956) "Number 27" (1950) Óleo, esmalte y pintura de aluminio sobre tela 124.6 x 269.4 cm Museo Whitney de Arte Americano, Nueva York |
Por primera vez, salí del psicoanalista con escalofríos en las manos; después de dos sesiones con mareos, esta reacción me asustó y me puso en alerta, aún cuando me dicen que esos estímulos son producto del esfuerzo de la terapia. Me dijeron que era debido a que mi cuerpo tenía ganas de escribir entre tanta catarsis, entre tantas revelaciones. Al llegar a casa, me quedé dormido vestido con un dolor de estómago sin explicación, como si el cuerpo estuviera enviándome mensajes sin motivo aparente.
En el diván, había caído en cuenta de varias cosas: Tengo una debilidad hacia las voces en tercera persona; me encanta dejarme llevar por el ambiente y por los demás. Me he dado cuenta que han sido pocas las cosas que he decidido en vida en el plano de las experiencias y los buenos recuerdos; cuando me preguntaron cuál quería que fuera la última imagen que evocaría antes de morir, me quedé sin palabras, incapacitado a dar una respuesta propia. Dicho de otra manera, si esto fuera Harry Potter, no podría conjurar un patronus.