julio 20, 2015

Especial: Top 20 Albums de 2014 (Parte 10: #1 y 2)



2) St. Vincent - St. Vincent

En 2014 aprendimos a distinguir entre dos etapas de la trayectoria de Annie Clark, la cantautora mejor conocida como St. Vincent: antes del choque con David Byrne y después del álbum cooperativo entre ambos, Love This Giant (2012). Lo que cambió en nuestra heroína tras la colaboración con el ex-Talking Head fue la actitud y el ángulo de acercamiento a sus propias creaciones; pasó de ser una malabarista de la guitarra que componía grandes canciones a convertirse en una esteta del crossover, en una ambiciosa tejedora de géneros donde las barreras son cada vez más borrosas.


St. Vincent, cuarto trabajo de Clark, es accesible en apariencia, pero denota el aprendizaje de sus ocho años en los escenarios. Encontramos ritmos frenéticos de percusiones excéntricas, atmósferas de electrónica ochentera con guiños al gangsta rap de la West Coast; no es extraño escuchar algunos de los vientos que quedaron guardados para Love This Giant. St. Vincent, la mujer, derrocha su inagotable virtuosismo en forma de dulces e impecables melodías y de guitarras distorsionadas; no faltan los coros angelicales ni las letras confesionales donde destaca el amor a la madre, la liberación del espíritu y el conflicto tecnológico. Entre tinte platinado y fancy dresses, Annie Clark nos muestra su álbum más revolucionario, concebido en el ápice de su creatividad.

Quienes culpan a St. Vincent de ser pretenciosa no deberían negar que este álbum homónimo es un trabajo donde apenas y se nota el esfuerzo, donde lo bello y lo cerebral conviven en armonía. No hay mirada hacia abajo, no hay obstáculos en el horizonte, sólo hay luz y más luz.

Escucha: "Birth in Reverse", "Digital Witness" y "Severed Crossed Fingers".


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1) The War on Drugs - Lost in the Dream

The War on Drugs surgió en la ciudad de Philadelphia en 2005 cuando los guitarristas Kurt Vile y Adam Granduciel se conocieron en una fiesta y comenzaron a componer canciones; aunque el titular del proyecto siempre fue Granduciel, funcionó como escaparate para que ambos trazaran sus destinos. Después de su álbum debut, Wagonwheel Blues (2008), Vile tomaría su camino como solista, aunque las colaboraciones entre ambos no se detendrían y el respeto entre ambos es el de viejos compañeros de guerra. TWOD continuó con la rotación de su personal, donde Granduciel en la guitarra sería el vector constante junto al bajista David Hartley y al tecladista Robbie Bennett; en la batería los complementa Charlie Hall, quien fuera miembro ocasional durante periodos anteriores de la banda.

Tras el extenso tour de promoción del segundo trabajo de la banda, Slave Ambient (2011), el agotado Granduciel se encontró con un tremendo conflicto: su soledad era muy intensa, sufría de instantes de paranoia, le costaba trabajo retomar las rutinas de la vida diaria y había caído en una depresión sin precedentes en su vida. Lejos de revolcarse en su dolor, trató de canalizar sus ansiedades componiendo canciones, las cuales le tomaron poco más de quince meses y sobre las que trabajó incansablemente; a lo largo de su dilatado proceso creativo, el cual se realizó en cinco estudios diferentes, Granduciel repitió los elementos de una canción cientas de veces hasta encontrar los resultados deseados. Pese a toda la inestabilidad alrededor, el resultado fue un trabajo uniforme, un opus magnum de rock y psicodelia con toques ochenteros que remiten a lo más bello del género.

Lost in the Dream es un álbum seminal para entender los revivals contemporáneos del rock clásico que, lejos de ser un manifiesto de bibliotecario, funciona más como una estética concretada y novedosa. Guiado por teclados y guitarras ambientales, acordes épicos de piano, ligeros arreglos de cuerdas y brillos de saxofón y armónica, el álbum extiende diez canciones donde la fuerza demoledora de la guitarra de Granduciel y la emoción desbordada de su voz rasposa es el factor en común. TWOD evoca a muchos de sus grandes ídolos, vuelve a las bases de su estética y de sus emociones; el álbum remite a los grandes éxitos de Bruce Springsteen, a la época de desencuentro de Bob Dylan, a la épica pop de Tears for Fears, a los ensueños de Fleetwood Mac y a la narrativa de Tom PettyJackson Browne. Las influencias encajan a la perfección unas con otras al servicio de un corazón en ebullición

Si bien Lost in the Dream es años ochentas en su forma, pero transpira la más alta modernidad en su fondo; es sinónimo de grandes horizontes, de paisajes sublimes, de viento golpeando el rostro a gran velocidad, de bandazos de libertad en sus manifestaciones más hermosas. Su lírica es soberbia, su gusto por el detalle es meticuloso y su tendencia por la emoción es singularmente deliciosa. Tierno, solitario, esperanzador e introspectivo hasta la médula, el tercer álbum de Adam Granduciel como genio detrás de TWOD está destinado a ser uno de los discos más trascendentales de una década madura y vigorosa.

Escucha: "Under the Pressure", "Red Eyes", "An Ocean in Between the Waves", "Burning" y "Lost in the Dream".

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