Marc Chagall (1887 - 1985) "La Vida" (1964) Óleo sobre tela Fundación Maeght, Saint-Paul-de-Vence |
Muchos recordamos vivamente aquella frase inmortal de Virgilio, Omnia vincit amor, el amor lo vence todo. Algunos más sabemos cómo termina la proposición, et nos cedamus amori, démosle paso al amor. Cuando pienso en las pocas cosas que he hecho en mi vida, trato de encontrar una explicación elaborada, casi filosófica; tal vez debería dejarme de elucubraciones y dejar que mis acciones hablen un poco más.
Porque siendo sincero, no podría darle otra explicación a mi búsqueda que no sea el amor. Pero (aún) no en el sentido cursi y romántico de las novelas rosas, sino más bien de forma mucho más amplia. Me explico: Amo a mi familia, a mis amigos y a la gente que cree en mí; también amo el arte, amo las letras, amo la música y cada vez encuentro más cariño hacia mi trabajo. Todo ese conjunto de pasiones conforma el amor que tengo hacia mí mismo, cada día más claro a partir de que mi camino se ha ido vuelto más claro y desafiante; por supuesto, mi autoestima depende mucho de saber que todas las pasiones anteriores estén balanceadas.
Observando a los conceptos clásicos de amor, mi percepción es una mezcla entre el storge, la pragma y el agapé. Hay pasiones que nunca me van a abandonar, como el amor a la familia, pero hay otras que debo consolidar para que se vuelvan una experiencia trascendente, como sería el caso de las demás. Escribir algo que valga la pena, trascender en el trabajo, encontrar nuevos amigos, cuidar de mis compañeros de ruta, enamorarme de alguien, aprender de la gente que me rodea, pensar y actuar las situaciones que rodean mi vida; hay tantas rutas que se abren en el juego de la vida humana, tantos cruces y tantas avenidas ansiosas de ser exploradas.
No te quedes quieto, ama con locura lo que haces. La frase que dijo Steve Jobs dentro de su discurso en Stanford suele ser interpretada en la mera cuestión pragmática. Por supuesto, la frase debe ir siempre más allá; si el trabajo y los bienes materiales fueran lo único que nos inquietara, deberíamos de suicidarnos el alma. Al menos a mí me inquietan muchas más cosas, mi amor hacia la vida es cada día más grande.
Si estas palabras son demasiado simplonas para sus gustos exquisitos, debería suponer que todos los objetivos de su vida neurótica están resueltos; digan lo que digan, todas las personas están dirigiendo su amor hacia algún lugar que sólo ellos saben describir.
Aquí no hay moraleja, sólo sigamos nuestra pulsión de vida. Démosle paso al amor...
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