Los he hecho esperar más tiempo de lo necesario, mucha ha sido mi pereza y mis dudas para revelar, con dos meses de retraso, los que para mí fueron los mejores discos del año 2013. He tenido demasiado tiempo para escuchar cada álbum elegido una y otra vez; ha sido difícil no tener convicción, tiempo y palabras para sentarme a platicar por este medio las razones de mis elecciones, pero si no lo hago ahora no se hará nunca. Los miedos son los mismos que todos los años, no dejar alguna joya fuera que tenga que rectificar en el futuro; los aprendizajes son cada vez más sorprendentes, hay mucho que trascenderá la mera coyuntura de su tiempo y se volverá material de culto para las décadas venideras.
Entre los que son para este bloguero los mejores diez discos del año, tenemos una variedad de tonalidades que van desde la experimentación electrónica hasta la ópera hip-hop, pasando por rock de vieja escuela con ambiciones retro; dos magnánimos regresos que nadie esperaba a inicios del año pasado, la consolidación de una banda que dominó la década pasada, el último ganador del Mercury Prize y varios discos que miran con nostalgia y respeto al sonido de sus antecesores.
No hagamos más preámbulos. Terminemos con el conteo sonoro anual de "El Arcangelino", que pendientes igual de importantes nos sobran e inspiración falta.
No hagamos más preámbulos. Terminemos con el conteo sonoro anual de "El Arcangelino", que pendientes igual de importantes nos sobran e inspiración falta.
10.- Peace - In Love
Peace es un cuarteto nacido en Worchester, al centro de Inglaterra, que comenzó a hacer ruido a mediados de 2012 con su EP debut Delicious (2012), lanzado por Columbia Records. La banda está integrada por los hermanos Harry y Samuel Koisser en voz y bajo respectivamente, el guitarrista Douglas Castle y el baterista Dominic Boyce. Los halagos de la crítica especializada lograron que el primer larga duración de estos jóvenes fuera tan esperado; en Marzo fue lanzado In Love, un título fácil, pegajoso y que puede despistar a cualquier persona como homófono de peace n' love.
En su primer esfuerzo, los ingleses hace check-in con todos los lenguajes de sus antecesores británicos, desde la rebeldía de las guitarras de Blur y la distorsión ceremonial de Suede hasta los ritmos ensoñadores de los Stone Roses y la nostalgia de las baladas a lo The Cure. Las influencias hay que saber absorberlas, hay que saber darles el giro; Peace logra crear himnos de estadio y grandes muestras de pop para todos los gustos. In Love es un álbum para disfrutar con todos los sentidos abiertos; respira juventud, tiene filo en sus letras, tiene cortes memorables y fácil de digerir, aunque no por eso un trabajo técnicamente depurado.
El mejor disco debut de 2013 cobrará importancia histórica cuando la década sea vista en retrospectiva. Por ahora queda divertirse ante un trabajo sólido y redondo.
Escucha: "Higher Than the Sun", "Follow Baby" y "Delicious".
Cuando varios genios consagrados se juntan y forman lo que en cultura pop se denomina como "supergrupo", siempre hay que esperar comparaciones con el trabajo individual de cada uno de ellos. Atoms for Peace es una sociedad formada por Thom Yorke, cantante y líder moral de Radiohead, el bajista Flea de los Red Hot Chili Peppers, el baterista Joey Waronker (Beck, R.E.M.) y el percusionista Mauro Refosco (Forro in the Dark). Todos ellos se amalgaman alrededor del productor y tecladista Nigel Godrich, eterno productor del catálogo esencial de la banda de Oxford, los cuales fueron convocados en Los Angeles. La banda surgió como el apoyo de Yorke en el tour de su álbum solista The Eraser (2006) y terminó recreando maquetas surgidas en la computadora de su líder en la casa de Flea, entre alcohol y Fela Kuti.
Todo ese conjunto de jams fue compilado por Godrich en Amok, un álbum que parece indicar la inclinación por la música electrónica que ya se mostraba en The King of Limbs (2011). El álbum es un nuevo acercamiento al vastísimo universo sonoro de Yorke; entre programaciones distorsionadas y atmósferas de sintetizador, se cosechan vibrantes percusiones afro, una tersa batería, el cálido bajo de Flea, algunas guitarras casi imperceptibles - entretejidas entre progresiones rítmicas - y la voz siempre hipnótica y hermética de Thom. No hay que buscar demasiada melodía, el conjunto tiende a compilar capas sonoras de síncopa pseudo-jazzística que juntas suenan como la creación de un hombre positrónico que, además, se divierte jugando con las mentes de sus escuchas.
Podría ser el debut y despedida de Atoms for Peace, pero no es seguro hacer predicciones sobre lo que Thom Yorke pueda estar pensando. La nueva criatura del dúo Yorke - Godrich es curiosa y fascinante; vale la pena darle su oportunidad.
Todo ese conjunto de jams fue compilado por Godrich en Amok, un álbum que parece indicar la inclinación por la música electrónica que ya se mostraba en The King of Limbs (2011). El álbum es un nuevo acercamiento al vastísimo universo sonoro de Yorke; entre programaciones distorsionadas y atmósferas de sintetizador, se cosechan vibrantes percusiones afro, una tersa batería, el cálido bajo de Flea, algunas guitarras casi imperceptibles - entretejidas entre progresiones rítmicas - y la voz siempre hipnótica y hermética de Thom. No hay que buscar demasiada melodía, el conjunto tiende a compilar capas sonoras de síncopa pseudo-jazzística que juntas suenan como la creación de un hombre positrónico que, además, se divierte jugando con las mentes de sus escuchas.
Podría ser el debut y despedida de Atoms for Peace, pero no es seguro hacer predicciones sobre lo que Thom Yorke pueda estar pensando. La nueva criatura del dúo Yorke - Godrich es curiosa y fascinante; vale la pena darle su oportunidad.
8.- Foxygen - We Are the 21st Century Ambassadors of Peace & Magic
Foxygen es un dúo del oeste de Los Angeles compuesto por el cantante Sam France y el guitarrista Jonathan Rado. Durante la segunda mitad de la década pasada, France y Rado se dedicaron a experimentar con sonidos psicodélicos en canciones grabadas en EP's caseros; un día conocieron a Richard Swift, tecladista de The Shins, quien los contactó con la disquera Jagjaguwar, la cual reimprimiría el disco debut del grupo, Take the Kids Off Broadway (2011) y lo daría a conocer entre el público masivo. La calidad de aquel incipiente material, aunada a las explosivas presentaciones en vivo de la banda, permitieron que Foxygen se fuera haciendo de una base de fanáticos importante en los diferentes festivales en los que partiparon.
A inicios del 2013, el dúo sorprendió con su segundo álbum, We Are the 21st Century Ambassadors of Peace and Magic, un conjunto de nueve canciones donde abundan las influencias de los años 60's y 70's; en la línea del álbum anterior, pero con mucho mayor control y depuración, France parece emular la voz de Mick Jagger entre citas sonoras de The Band, cantando letras con influjos Dylanescos, por momentos Loureedescos, y atmósferas sonoras cercanas a los Beatles y a Bowie. Por supuesto, hay mucha psicodelia californiana en cada track del disco, desde 13th Floor Elevators hasta The Mamas and the Papas; sin embargo, los jóvenes músicos no se enredan entre tanto eclecticismo, todo está al servicio de letras llenas de sarcasmo. El resultado es un disco cálido y emotivo con instantes memorables donde los melómanos encontrarán muchos puntos de comparación y momentos cautivantes.
Un disco para tomar el ácido sobre una alfombra voladora de vuelta al San Francisco de los sesenta, con trepidantes escalas, en el Swinging London y en el zeitgeist de "La Fábrica" warholiana de Nueva York.
Escucha: "In the Darkness", "No Destruction" y "San Francisco".
7.- Savages - Silence Yourself
El disco debut del año pertenece a Savages, cuarteto femenino londinense compuesto por la cantante francesa Jehnny Beth (alias Camille Berthomier), la guitarrista Gemma Thompson, la bajista Ayse Hannan y la baterista Fay Milton. El grupo se formó en 2011 y un año después lanzó su primer EP, I Am Here (2012); bajo el sello de Matador Records y la producción de la pareja sentimental de Beth, el instrumentalista Johnny Hostile (alias Nicolás Combé), salió Silence Yourself, la aclamada opera prima de la banda.
Desde los primeros versos del manifiesto incorporado en la portada del álbum, podemos ver las intenciones del grupo; Savages es una banda para escuchar con todos los sentidos, sin teléfonos celulares para registrar sus conciertos y sin demás presencia que la de una colectividad verdaderamente conectada; sus letras exploran las relaciones humanas, la violencia y el sexo con acercamientos crudos, casi tremendistas, pero por ello llenos de vitalismo. Silence Yourself presenta un manifiesto furioso y catártico de raíces punk, con el bajo fornido de Hannan y las guitarras distorsionadas de Thompson tomando el plano entre los silencios de la vocalista; todo el ensamble se encuentra sostenido por la batería desnuda de Milton, cuyos pesados ritmos reverberan el poder y la presencia del conjunto.
A pesar de la viva atmósfera que presente este debut sensacional, solamente estamos ante una gota de la marea que Savages puede desatar. Sin embargo, el vendaval está ahí, esperando el silencio para ser escuchado.
Escucha: "Shut Up", "Strife" y "She Will".
Uno de los regresos más deseados desde hace muchos años era el de Nine Inch Nails, el acto principal del ícono non plus ultra del rock industrial Trent Reznor; quien tomó casi un lustro sabático para ganar un Oscar y reordenar su vida. 2013 fue un año muy movido para nacido en Pennsylvania, quien en marzo viera nacer el álbum debut homónimo de su segunda banda, How to Destroy Angels, con su esposa Mariqueen Maandig; en febrero había lanzado la bomba que nadie esperaba, el nuevo álbum de NIN daría a luz en agosto y habría tour mundial.
Poco queda de la furia de antaño en el corazón de Reznor, ahora es un hombre de familia centrado en su creatividad y que por fin ha encontrado la paz que merecía su indomable corazón; Hesitation Marks nos señala esta nueva etapa de la vida de su creador. Las texturas ampulosas, mecanizaciones de su rock electrónico, siguen presentes, pero se incluyen colaboraciones en guitarra de Lindsay Buckingham y Adrian Belew, por no hablar del bajo de Pino Palladino. Hay bandazos de movimiento acelerado que estremecen los nervios y que meten mensajes por la piel; a veces pareciera llamar al baile como si fuera un vital ritual de muerte. En composición, Reznor no ha dejado de ser perverso - en el sentido de "ver el otro lado" - con sus indagaciones, sus letras aún explorar el sufrimiento, aunque ahora él es sobreviviente de sus viejos demonios.
Bienvenido de vuelta Nine Inch Nails; quizás la espera fue demasiado larga. Mucha falta hacía la presencia de esta banda y de su líder en los corazones rockeros del mundo.
Poco queda de la furia de antaño en el corazón de Reznor, ahora es un hombre de familia centrado en su creatividad y que por fin ha encontrado la paz que merecía su indomable corazón; Hesitation Marks nos señala esta nueva etapa de la vida de su creador. Las texturas ampulosas, mecanizaciones de su rock electrónico, siguen presentes, pero se incluyen colaboraciones en guitarra de Lindsay Buckingham y Adrian Belew, por no hablar del bajo de Pino Palladino. Hay bandazos de movimiento acelerado que estremecen los nervios y que meten mensajes por la piel; a veces pareciera llamar al baile como si fuera un vital ritual de muerte. En composición, Reznor no ha dejado de ser perverso - en el sentido de "ver el otro lado" - con sus indagaciones, sus letras aún explorar el sufrimiento, aunque ahora él es sobreviviente de sus viejos demonios.
Bienvenido de vuelta Nine Inch Nails; quizás la espera fue demasiado larga. Mucha falta hacía la presencia de esta banda y de su líder en los corazones rockeros del mundo.
Escucha: "Copy of A", "Find My Way" y "Everything".
5.- James Blake - Overgrown
El joven londinense James Blake tiene una corta pero meteórica carrera como cantautor y DJ; después de estudiar música popular en Goldsmiths, lanzó su primer álbum homónimo (2011) el cual recibió una nominación al Mercury Prize y la atención de críticos y escuchas por igual. A inicios de 2013 anunció que lanzaría se segundo trabajo, el cual contaría en la producción con el productor Brian Eno; al darse la noticia, aumentaron las expectativas para el nuevo hijo putativo del ex-Roxy Music. Lo que surgió de esa unión no decepcionó a nadie, Blake se llevó las palmas y el Mercury Prize de por medio.
Overgrown continúa con la línea del disco debut: melodías sencillas de piano, atmósferas de sintetizadores, un poco de monólogo hip-hop, sampleos, bases de dubstep, efectos de reverb y las complejas armonías de la voz operática, casi soul, de Blake, cuya sutileza de arreglos es conmovedora. Entre un conjunto de elementos que parece ser complejo pero que es todo lo contrario, encontramos la melancolía de un hombre que canta para sí en la soledad oscura de su habitación; de repente pareciera acelerar y explotar, pero siempre se mantiene taciturno, no acelera los sentidos más allá de los ritmos comunes del corazón. Hay mucha melancolía desbordada dentro del corazón de este cantante, pero también hay un hipnotista en perfecto engranaje con lo sublime de su arte.
James Blake se ha ganado un lugar dentro de la música británica. Lo más emocionante es que aún es bastante joven y que su inquietud no parece tener límites.
Overgrown continúa con la línea del disco debut: melodías sencillas de piano, atmósferas de sintetizadores, un poco de monólogo hip-hop, sampleos, bases de dubstep, efectos de reverb y las complejas armonías de la voz operática, casi soul, de Blake, cuya sutileza de arreglos es conmovedora. Entre un conjunto de elementos que parece ser complejo pero que es todo lo contrario, encontramos la melancolía de un hombre que canta para sí en la soledad oscura de su habitación; de repente pareciera acelerar y explotar, pero siempre se mantiene taciturno, no acelera los sentidos más allá de los ritmos comunes del corazón. Hay mucha melancolía desbordada dentro del corazón de este cantante, pero también hay un hipnotista en perfecto engranaje con lo sublime de su arte.
James Blake se ha ganado un lugar dentro de la música británica. Lo más emocionante es que aún es bastante joven y que su inquietud no parece tener límites.
Escucha: "Overgrown", "Take a Fall of Me" y "Retrograde"
4.- Arctic Monkeys - AM
En ocho años de trayectoria, los Arctic Monkeys se han consolidado como una de las bandas de rock británico más importantes de la historia reciente; no es para menos, la banda de Alex Turner, Jamie Cook, Nick O'Malley y Matt Helders nunca ha dejado indiferente a nadie. Su juventud, su actitud y su talento son la fórmula perfecta que ha conquistado a la juventud y al establishment con algunos de los mejores discos producidos en la isla en lo que va del siglo. El quinto trabajo de la banda de Sheffield terminó por consolidar la hegemonía del cuarteto en el mundo.
AM termina por confirmar las particularidades que hacen a esta banda diferente a las de su generación. Aprendizaje, innovación, atrevimiento, testosterona y actitud son sus principales virtudes; al mismo tiempo, la misantropía, la soledad, los celos y el desamor son sus principales nutrientes. Los más de cuarenta minutos de su duración se componen de la voz afilada de Turner, guitarras vigorosas, base rítmica electrizante, destellos apenas perceptibles de dance y hip hop californiano y la sensación de peligro que ha puesto a gran parte de la sociedad occidental a sus pies. No hay track superfluo dentro de la docena; lo que sobra aquí es la luz que los cegará.
Sé de las consecuencias de mis palabras, pero éste es el mejor disco de la carrera de los Arctic Monkeys; hay argumentos dentro de un opus muy redondo para destacar AM por encima de los demás. Será un imprescindible para el final de esta década.
AM termina por confirmar las particularidades que hacen a esta banda diferente a las de su generación. Aprendizaje, innovación, atrevimiento, testosterona y actitud son sus principales virtudes; al mismo tiempo, la misantropía, la soledad, los celos y el desamor son sus principales nutrientes. Los más de cuarenta minutos de su duración se componen de la voz afilada de Turner, guitarras vigorosas, base rítmica electrizante, destellos apenas perceptibles de dance y hip hop californiano y la sensación de peligro que ha puesto a gran parte de la sociedad occidental a sus pies. No hay track superfluo dentro de la docena; lo que sobra aquí es la luz que los cegará.
Sé de las consecuencias de mis palabras, pero éste es el mejor disco de la carrera de los Arctic Monkeys; hay argumentos dentro de un opus muy redondo para destacar AM por encima de los demás. Será un imprescindible para el final de esta década.
3.- White Denim - Corsicana Lemonade
El cuarteto tejano White Denim ha tenido una trayectoria tanto fructífera como caótica; sus miembros (el cantante y guitarrista James Petralli, el también guitarrista Austin Jenkins, el bajista Steven Terebecki y el baterista Joshua Block) han explorado durante casi una década con géneros tan diversos como el rock sureño, el dub, el jazz, el soul y el punk, lo cual se ha manifestado en seis albums de estudio y extensas giras a lo largo de la Unión Americana. Fue hasta 2011 que la banda llamó la atención de la crítica llamó la atención con el disco D (2011), el cual los proyectó a ser teloneros de Wilco en 2012 y a tocar en Bonnaroo. Producto de aquel año de trabajo surgió su amistad con Jeff Tweedy, quien participaría en la producción de su sexta placa con dos cortes.
Corsicana Lemonade, haciendo paráfrasis al título, es una bebida refrescante de jugoso rock sureño, tendencia que ha dominado a la banda desde la entrada de Jenkins en 2010 y el tratamiento del productor Jim Vollentine. Las guitarras de Jenkins y la voz de Petralli son Southern Confort para los oídos, mientras la base rítmica de Terebecki y Block mantienen la temperatura de diez tracks donde las notas de country, funk y psicodelia forman estructuras llenas de virtuosismo y con un sonido prístino. Los guiños de influencia de este álbum van desde la perfección sonora de Steely Dan hasta la voz mandona de Dan Auerbach, pasando por un poco del feeling de Free y la actitud de Black Crowes; la mezcla parecería peligrosa, pero estos tejanos la hacen posible.
Un disco excepcional que demuestra que White Denim es una banda que en cada álbum confía más en sus habilidades. Pese a estar en el cenit de su creatividad, el camino que han transitado pareciera seguir apuntando hacia arriba.
Escucha: "At Night in Dreams", "New Blue Feeling" y "Come Back".
¿Qué se puede decir sobre David Bowie que no se haya dicho antes en miles de ocasiones? Ícono por antonomasia de la música popular, motor inmóvil de la vanguardia cultural, eterno devenir futuro, camaleón insaciable de todos los tiempos y todos los géneros, genio y figura multifacética, leyenda viva, rey de reyes. Con sesenta y seis años de edad y una década de silencio, Bowie tomó al mundo por sorpresa con su álbum de estudio número veinticuatro; después de muchos meses de críptico secreto, el producto de las reuniones con su omnipresente productor Tony Visconti y varios músicos invitados se reveló a un mundo que fue tomado totalmente por sorpresa.
The Next Day es el perfecto acto de resurrección de un mito cuyos designios siempre vienen en el tiempo que deben llegar; Bowie retoma los mejores momentos de su opus bendito y los trae de vuelta al futuro en la forma de catorce canciones categóricas y hermosas. Los guiños son infinitos: motivos espaciales y fantasmales, guitarras y parafernalias de arañas marcianas, arreglos de metales jazzísticos, reflejos de polvo blanco y soul Philadelphia, nostalgia y teatralidad berlinesa a raudales, un poco de la frenética electrónica fin de siècle; incluso encontramos algo de la frivolidad del Bowie ochentero en medio de la mezcla. Por supuesto, alrededor hay rock en estado puro, guitarras hipnóticas, bajo fluido, batería poderosa y sintetizadores; todo lo que Bowie toca, por más que sea básico, es un acto de provocación.
¡Honor al Maestro! ¿Acaso es éste el mejor álbum regreso de la historia? Para mí sólo Bob Dylan y Johnny Cash podrían objetar.
1.- Janelle Monáe - The Electric Lady
Algunas ocasiones en la vida de cualquier persona exigen dar un paso al vacío, simpatizar con las cenicientas, abrir el panorama y marcar una pauta que sea un punto y seguido hacia horizontes poco explorados o sencillamente desconocidos. Después de muchos meses de pensamientos y muchas oídas a los mejores discos de 2013, decidí que esta vez distinguiría el tercer trabajo de estudio de una de las mentes creativas más interesantes que han surgido en el rhythm and blues americano durante lo que llevamos de siglo, una chica cuya creatividad la ha llevado a crear un opus muy interesante.
Janelle Monáe Robinson podría ser una extraterrestre o ser realmente la androide que interpreta en sus discos; sin embargo, su biografía nos dice que nació en Kansas City y que vivió en Nueva York, Philadelphia y Atlanta. Podemos obtener parecidos demasiado sospechosos entre ella y otros personajes: vivió en el mismo lugar que Superman y como Ray Charles (Robinson), utiliza sus nombres como artísticos. Monáe estudió para ser actriz y a la edad de 16 años conoció a Big Boi, quien la invitó a participar años después en algunas grabaciones de Outkast, En 2007, Janelle fue contactada por P. Diddy, quien le ofreció contrato en su disquera, Bad Boy Records.
El álbum del cual hablaremos no se puede entender a plenitud como un álbum individual, es necesario conectarlo con sus antecesores; el primero es Metropolis: Suite I (The Chase) (2007), la primera parte de un álbum conceptual que presenta la huída y persecución de la androide Cindi Mayweather, quien en el año de 2719 es condenada por la autoridad distópica de Metropolis (referencia a la de Fritz Lang), a ser desarmada por el delito de haberse enamorado de un humano. Las suites II y III se presentan en The ArchAndroid (2010) plantea a Cindi como una figura mesiánica que viaja a nuestro siglo para liberar a todos los seres vivos de poderes ocultos que buscan arrebatarles el amor y la libertad. Desde ese momento, la prensa y los críticos comenzaron a ver en ella a una artista diferente; para muchos es la nueva Lauryn Hill, pero ella va mucho más allá, no tiene miedo de encontrarse con la estratósfera.
Y justo donde se interrumpe el disco anterior inicia The Electric Lady, un disco donde la joven Monáe deposita la plenitud absoluta de sus habilidades como cantante, compositora y dramaturga. Para estas suites IV y V, Janelle vuelve a tejer un abanico de estilos alrededor de letras que nos hablan de empoderamiento político, baladas de amor, odas a la libertad sexual, sensaciones de abandono y desesperanza, vida en el ghetto y llamadas a la revolución; entre soul, funk, rock de estadio, jazz, hip-hop, ritmos Motown, orquestaciones estilo Philadelphia y baladas de corte ochentero, Janelle plantea un universo personal que se encuadra perfectamente dentro de los límites de su concepto artístico; las llamadas de radio con DJ Crash Crash son declaraciones de resistencia que no se pueden dejar de lado. Janelle ha dicho que este álbum podría estar ubicado entre The Chase y ArchAndroid, pero gracias a la posmodernidad podemos atomizar la lectura hacia cualquier dirección.
Por si fuera poco, cuenta con cinco comparsas de alto calibre: la presencia de Prince incendia el ambiente con su guitarra y su androginia, Erykah Badu amadrina con un verso puente, Solange (la hermana fea de Beyoncé) se mimetiza con la voz de la protagonista, el californiano Miguel es un vector de sexualidad masculina y Esperanza Spalding nos deleita con su técnica vocal. Sin embargo, la que siempre destaca con su enorme carisma y su talento lleno de frescura es Monáe, cuyo trabajo sigue la tendencia de la cultura afroamericana de luchar a favor de los oprimidos y de los diferentes mediante las expresiones culturales, algo que se encuentra desde Marvin hasta Michael, la lucha contra la diferencia en favor de la tolerancia.
Esperemos con ansia la culminación de las suites de Metropolis nos vuelva a sorprender. Por ahora no queda más que disfrutar la apoteosis de la joven y llena de futuro Janelle Monáe, aún cuando muchos creemos que le faltan cimas por conquistar. Acérquense pronto a este suceso artístico y musical, estoy seguro que no los dejará indiferentes. Ahora mismo ella es la única cantante que importa en el R&B americano.
Escucha: "Givin Em What They Love", "Q.U.E.E.N.", "The Electric Lady", "Primetime", "Dance Apocalyptic" y "Ghetto Woman".
Janelle Monáe Robinson podría ser una extraterrestre o ser realmente la androide que interpreta en sus discos; sin embargo, su biografía nos dice que nació en Kansas City y que vivió en Nueva York, Philadelphia y Atlanta. Podemos obtener parecidos demasiado sospechosos entre ella y otros personajes: vivió en el mismo lugar que Superman y como Ray Charles (Robinson), utiliza sus nombres como artísticos. Monáe estudió para ser actriz y a la edad de 16 años conoció a Big Boi, quien la invitó a participar años después en algunas grabaciones de Outkast, En 2007, Janelle fue contactada por P. Diddy, quien le ofreció contrato en su disquera, Bad Boy Records.
El álbum del cual hablaremos no se puede entender a plenitud como un álbum individual, es necesario conectarlo con sus antecesores; el primero es Metropolis: Suite I (The Chase) (2007), la primera parte de un álbum conceptual que presenta la huída y persecución de la androide Cindi Mayweather, quien en el año de 2719 es condenada por la autoridad distópica de Metropolis (referencia a la de Fritz Lang), a ser desarmada por el delito de haberse enamorado de un humano. Las suites II y III se presentan en The ArchAndroid (2010) plantea a Cindi como una figura mesiánica que viaja a nuestro siglo para liberar a todos los seres vivos de poderes ocultos que buscan arrebatarles el amor y la libertad. Desde ese momento, la prensa y los críticos comenzaron a ver en ella a una artista diferente; para muchos es la nueva Lauryn Hill, pero ella va mucho más allá, no tiene miedo de encontrarse con la estratósfera.
Y justo donde se interrumpe el disco anterior inicia The Electric Lady, un disco donde la joven Monáe deposita la plenitud absoluta de sus habilidades como cantante, compositora y dramaturga. Para estas suites IV y V, Janelle vuelve a tejer un abanico de estilos alrededor de letras que nos hablan de empoderamiento político, baladas de amor, odas a la libertad sexual, sensaciones de abandono y desesperanza, vida en el ghetto y llamadas a la revolución; entre soul, funk, rock de estadio, jazz, hip-hop, ritmos Motown, orquestaciones estilo Philadelphia y baladas de corte ochentero, Janelle plantea un universo personal que se encuadra perfectamente dentro de los límites de su concepto artístico; las llamadas de radio con DJ Crash Crash son declaraciones de resistencia que no se pueden dejar de lado. Janelle ha dicho que este álbum podría estar ubicado entre The Chase y ArchAndroid, pero gracias a la posmodernidad podemos atomizar la lectura hacia cualquier dirección.
Por si fuera poco, cuenta con cinco comparsas de alto calibre: la presencia de Prince incendia el ambiente con su guitarra y su androginia, Erykah Badu amadrina con un verso puente, Solange (la hermana fea de Beyoncé) se mimetiza con la voz de la protagonista, el californiano Miguel es un vector de sexualidad masculina y Esperanza Spalding nos deleita con su técnica vocal. Sin embargo, la que siempre destaca con su enorme carisma y su talento lleno de frescura es Monáe, cuyo trabajo sigue la tendencia de la cultura afroamericana de luchar a favor de los oprimidos y de los diferentes mediante las expresiones culturales, algo que se encuentra desde Marvin hasta Michael, la lucha contra la diferencia en favor de la tolerancia.
Esperemos con ansia la culminación de las suites de Metropolis nos vuelva a sorprender. Por ahora no queda más que disfrutar la apoteosis de la joven y llena de futuro Janelle Monáe, aún cuando muchos creemos que le faltan cimas por conquistar. Acérquense pronto a este suceso artístico y musical, estoy seguro que no los dejará indiferentes. Ahora mismo ella es la única cantante que importa en el R&B americano.
Escucha: "Givin Em What They Love", "Q.U.E.E.N.", "The Electric Lady", "Primetime", "Dance Apocalyptic" y "Ghetto Woman".
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