Berrinches de Novelista Novato #35: Sobre gastos, libros y consumismos

Vista al Liverpool de Galerías Insurgentes
(Rojkind Arquitectos / Jaime Navarro)

Hace poco alguien me preguntó sobre en qué me gastaba el dinero que gano. Le dije que únicamente me lo comía y me lo bebía, que sinceramente no se me antojaba gastármelo en otra cosa que no fuera comida, tabaco y alcohol. Desde que gano dinero, he dejado de ser espléndido conmigo mismo, lo pienso demasiado a la hora de comprarme las cosas que me gustan; termino por no comprármelas porque me voy a quedar sin dinero.

No gano demasiado dinero, pero al tener pocos gastos cualquier cantidad es buena para mí; aclaro, no pago renta ni servicios y no tengo novia, lo cual también es pretexto para ahorrar. Mientras tenga dinero para pasarle algo a mi mamá y me pueda divertir de vez en cuando, mis necesidades están cubiertas. Mi codo me duele cada vez que veo las etiquetas en los centros comerciales, la situación económica del país es muy difícil y el dinero, sea el trabajo que se haga, cuesta trabajo ganarlo.

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Por ejemplo, antes de vacaciones debí haberme comprado un traje de baño nuevo, pero preferí quedarme con uno bastante aburrido que siempre utilizo; cada año entro menos a la alberca y el sol me hostiga cada vez más, prefiero la sombra y la bebida. En vez de eso, fui al Liverpool* del Centro Histórico, el del edificio Art Decó en la calle 20 de Noviembre, para comprarme un nuevo cinturón y dos moños muy coquetos; en la oficina están cada vez más de moda las corbatas de lazo, incluso se exigen para las ventas, algo que me encanta.

Quizás debería de aplicarme más con mi pragmatismo consumista y hacer una lista de las cosas que realmente necesito para comprarlo cuando esté en buena oferta o cuando haya tiempos de abundancia. Puedo decir que, además de los moños mencionados, ya tengo un saco de tweed y una máquina de escribir. Ahora que lo pienso hay demasiadas cosas que debo de comprar: un PlayStation 4 (mi PS3 se fundió en noviembre tras siete años), el cable de mis B&W P5, otro traje, un pantalón color arena, corbatas, una bicicleta, dos sombreros, varios discos, temporadas de Big Band Theory (ver foto de la parte inferior), clases de francés, un curso de locución, un taller de escritura creativa, etc.

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El sábado tuve capacitación en el trabajo de 9 a 4; pese a que no fui feliz con ir en sábado, me divertí mucho y aprendí muchas cosas nuevas. A la salida estaba solo y sin planes, tenía hambre y antojo de comida china, así que me dirigí al primer centro comercial que se me ocurrió para comer. Tuve la necesidad de caminar por las tiendas y los aparadores, de ver a la gente pasar con sus familias y sus bolsas; vi muchas cosas que me llamaron la atención: pantalones de colores llamativos, unos lindos zapatos Oxford color azul, jerseys de futbol, blazers, gorras de beisbol, chamarras, gafas Ray-Ban, otro largo etcétera al cual me logré resistir.

No estaba satisfecho, nada me llenaba el ojo; supongo que no soy el tipo de perfil hacia el que se apunta el consumismo, pero no me extraña, nunca he sido un tipo normal. Decidí que lo mejor sería ir a una librería, la primera que se me ocurrió fue una del Fondo de Cultura Económica; ahí me reencontré con el enorme placer que implica revisar las librerías, anaquel por anaquel, hasta encontrar libros que resultaran interesantes. Al final me llevé cinco ejemplares, me sentí satisfecho como un adicto a la heroína en medio del trance; mi vicio más grande es seguir comprando libros cuando tengo tantos por leer.

Mi mejor amiga M.S.M. dice que miento por convivir, pero lo único que compré en aquella plaza comercial fue la comida china y una botella de agua; para la estadística, el agua era Bonafont de a litro y me costó diez pesos con cincuenta centavos.

Mis nuevos libros. (Sígueme en Instagram: @franzmovi)

* Que quede claro, no hay intenciones comerciales al mencionar cadenas y marcas, hasta en eso soy bastante codo.