junio 12, 2014

A unas horas de Brasil 2014


Faltan menos de 24 horas para el inicio del Mundial de Futbol en Brasil; con las noticias que llegan desde aquel país no podemos evitar el tener que mirar el evento con perversión. Detrás de la gran fiesta del bello deporte está la nación que ha tenido que sacrificar esfuerzo y dinero para hacer ese sueño posible. Hoy hay estadios sin concluir, huelgas laborales y descontento, lo cual tiene a la nación austral en desconcierto.

Vivimos la época de las grandes privatizaciones y del mundo en eterna deuda; tal es el poder del dinero que incluso las pasiones tienen un precio y son objeto de negocio. El llamado Tercer Mundo ha organizado los últimos dos campeonatos de la FIFA, lo cual ha expuesto a Sudáfrica y Brasil de formas muy diversas; se habla mucho del esfuerzo y la pasión de estas naciones para sacar adelante estos eventos, pero no podemos olvidar que las desigualdades sociales más primigenias siguen expuestas y sin resolver.

Diego Armando Maradona, paradójicamente uno de los símbolos más importantes de la Copa del Mundo, levantó su voz en los últimos días en contra del presidente de la FIFA, Joseph Blatter. Sus palabras nos llevan a unir nuestro pensamiento a sus cuestionamientos: ¿cuánto dinero se va a llevar la FIFA de este mundial? ¿qué porcentaje de capital se quedará en Brasil para convertirse en empleo, vivienda, educación, hospitales, cultura? Algunos pecamos de inocentes y no nos pesa admitirlo; el futbol moderno también es un negocio que entra en el capitalismo salvaje.

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Por la mañana escuché en la radio un comentario muy oportuno sobre el devenir histórico de los países que han organizado Juegos Olímpicos y Campeonato de Futbol en años consecutivos, el cual no ha sido alentador. Hasta ahora han sido tres: México, Alemania y Brasil, que organizará los JJ. OO. de 2016 en Río de Janeiro. El primer caso buscaba expresar al mundo la bonanza económica del "Milagro Mexicano", pero terminó en un movimiento estudiantil reprimido por las armas, presagio de la decadencia política del viejo PRI y de caída económica de las siguientes décadas.

Muchos analistas piensan que Brasil ha sacrificado demasiado para expresar al resto del globo una imagen de país en crecimiento, cercano al Primer Mundo. No sería la primera vez, ya que en los años del Mundial de Brasil 1950, el populismo brasileño quiso mostrar al mundo de posguerra su apertura al mundo, alejado del proteccionismo económico del café com leite de los años 20's y de la primera dictadura militar. Aquellos años y los tiempos que corren tienen en común las políticas populistas, las cuales siempre tienen que descuidar terreno en alguna de sus aristas.

Mucho se ha hablado del "Mundial de Brasil", incluso ha habido quien ha satirizado que Dilma espera que su Selección, la Canarinha, gane el campeonato para calmar al pueblo y darle una alegría. De darse así, las cenizas del poeta Juvenal se pasearían hinchadas de orgullo en los pasillo del Palácio da Alvorada; el panes et circenses de los clásico habría logrado un cometido extraordinario en un país ya bastante futbolero. Todo al menos que otro Maracanazo lo evitara.

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Mientras tanto en México, esperamos que sea viernes para el debut del TRI ante Camerún; poco a poco vamos entrando más profundamente en la charla futbolera, entre controversia de porteros e incertidumbre para saber quién va a alinear. Nunca seré de los hipócritas que no le den al futbol su carga de importancia, aún pese a la incertidumbre política que están predicando las izquierdas; se habla de un Mundialazo para la aprobación de las reformas energéticas de Peña Nieto. No perdamos el suelo, tampoco hay que quitarle el ojo a esos garabatos de la asquerosa política nacional.

También dijo Maradona, "la pelota no se mancha"; pese a todo el rededor, el futbol sigue siendo pasión de un mundo. Mientras nuestro brillante jefe de Estado arrastra su falta de criterio por Europa y le regala la playera de la Selección al Papa Francisco, nosotros ya esperamos que sean las 11 horas del viernes 13. Pese a lo podrido que está nuestro país, pese a los tiempos difíciles vividos y los que están por venir y pese a que seguiré detestando al Piojo Herrera por los siglos de los siglos, tengo esperanza que en este Mundial la selección saque dignidad de alguna parte y logre competir.

Por supuesto, sobra decirlo: lo deseo, aunque no jueguen, por Alfredo, por Isaac y por Miguel.

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