René Magritte (1898 - 1967) "Los Misterios del Horizonte" (1955) Óleo sobre tela, 50 x 65 cm Colección Privada |
Supongo que las semanas agitadas son buenos augurios, que todo se aprende por buenas razones y que en cada paso siempre habrá grietas y pendientes. Todo gira, ni el suelo firme que yace bajo nuestros pies permanece quieto; el viento agita el polvo que nuestras pisadas levantan. El hombre gira, la gravedad sostiene sus sueños como cimientos de plata que flotan entre el mundo como polvo dulce y puro. Algún día ese polvo que se levanta entre vientos y trotes acelerados habrá de construir catedrales que incendien corazones.
No se deja de aprender en ninguna vida, nuca hay dos huellas semejantes. Todo cambia, el tono azulado del amanecer, las nubes del cielo cerrado, los ámbares del atardecer que rompe, el fulgor de las estrellas aparentemente inmóviles. La gente cambia, el hombre se vuelve alguien más en cada día que pasa; parecer indiferente o rejuvenecer al despertar es la elección que se debe tomar. La miel y la hiel van y vienen, siempre que llovió paró; ningún hombre se detiene pensando que mañana no habrá sol. Vivir siempre fue difícil, no existen sombras sin luz.
Supongo que sentir es un juego para valientes, que no hay dolor que sea intolerable, que no hay viento que mueva las montañas ni soledades que no se puedan reconfortar; con un apretón de pulsos, con un beso y un abrazo podemos recuperar el control del mundo. El mañana nunca sabe lo que vamos a lograr en la siguiente jornada, pero en algún momento el destino nos dejará de hacernos esperar.
Supongo que nunca dejarán de presentarse retos desafiantes por cumplir. Supongo que todos ellos me harán sentir, una vez alcanzados, más grande y feliz.
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