Ya es 2013, pero aún no es tarde para rendir tributo a los mejores albums del año pasado; después del larguísimo retraso, viene el pago de una deuda que es necesaria para los discos que fueron, desde el noble punto de vista del capellán de este blog, los siete mejores del 2012.
Después de dos extensas entradas anteriores y trece discos destacables, nos adentraremos a la médula del zeitgeist sonoro del año que apenas terminó. Daremos una rápida reseña de lo siguiente: dos bandas debutantes con sonido radicalmente diferente y dos producciones sophomore que no decepcionaron en lo absoluto; los nuevos discos de dos bandas de Brooklyn que llevan su estética a la mayor depuración y el primer álbum netamente solista de un trotamundos genial.
Sin más preámbulos y esperando que desate polémica, esto es lo mejor de lo mejor que se escuchó en 2012.
7) The XX - Coexist
El regreso del jovencísimo trío inglés, The XX, que hace tres años se llevó en igual cantidad las palmas del público y la crítica con su álbum debut, xx (2009) era uno de los más esperados de 2012. Pese al sisma que tuviera la agrupación con la salida de la tecladista Baria Qureshi, los elementos esenciales siguen presentes: las voces de la guitarrista Romy Madley Croft y del bajista Oliver Sim, respaldados por el genio detrás de la estética sonora del grupo, el programador Jamie "xx" Smith. La cuestión con el material que seguiría al que para muchos fue el mejor disco de 2009 era básicamente la siguiente, ¿refinar aún más el terreno conocido o explorar nuevos horizontes? Para bien y para mal, la respuesta fue la primera.
Coexist es una declaración que trata los sentimientos más personales de Oliver y Romy en relación a las distancias tomadas en una relación tormentosa y apasionada; el cariño amical y la química creativa de estas dos voces connota mayor madurez. El sonido de los sintetizadores y las guitarras, acompañados por beats y atmósferas llenos de simplicidad, es más oscuro y desnudo que el de su antecesor; aquí se notan de manera más encarnada las tensiones dramáticas, los contrastes sonido - silencio y la sencillez constructiva de sus composiciones. El álbum recuerda por instantes a música dance y a reggae, pero ante todo es R&B en su expresión más mínima y hermosa; compárenlo con el poder expresivo de un dibujo abocetado, con la intensidad de una pincelada suelta que por sí sola transmite emociones indescriptibles.
The XX es joven, hermoso y vital, no se puede ser indiferente a su manifiesto musical; como si buscaran rellenar con cada canción el horror al vacío de nuestra generación, como si el mar en calma dejara de ser utopía.
Escucha: "Angels", "Chained" y "Missing"
Coexist es una declaración que trata los sentimientos más personales de Oliver y Romy en relación a las distancias tomadas en una relación tormentosa y apasionada; el cariño amical y la química creativa de estas dos voces connota mayor madurez. El sonido de los sintetizadores y las guitarras, acompañados por beats y atmósferas llenos de simplicidad, es más oscuro y desnudo que el de su antecesor; aquí se notan de manera más encarnada las tensiones dramáticas, los contrastes sonido - silencio y la sencillez constructiva de sus composiciones. El álbum recuerda por instantes a música dance y a reggae, pero ante todo es R&B en su expresión más mínima y hermosa; compárenlo con el poder expresivo de un dibujo abocetado, con la intensidad de una pincelada suelta que por sí sola transmite emociones indescriptibles.
The XX es joven, hermoso y vital, no se puede ser indiferente a su manifiesto musical; como si buscaran rellenar con cada canción el horror al vacío de nuestra generación, como si el mar en calma dejara de ser utopía.
Escucha: "Angels", "Chained" y "Missing"
6) Alabama Shakes - Boys & Girls
"Una ex-empleada de correos regordeta, una guitarra y un mundo por conquistar". Bajo ese título podríamos resumir el meteórico ascenso de la cantante Brittany Howard en el panorama del rock norteamericano; acompañada por un trío de amigos - el bajista Zack Cockrell, el baterista Steve Johnson y el guitarrista Heath Fogg, formó Alabama Shakes, una de las bandas revelación de 2012. Después de ser descubiertos por el periodista y crítico musical Jon Pareles del New York Times en un evento de estaciones de radio colegiales, la popularidad de esta banda del norte de Alabama comenzó a crecer como una bola de nieve. El debut discográfico de esta prometedora agrupación comenzó a ser anticipado con gran expectativa.
Con Boys & Girls, los Shakes demostraron que no serán flor de un día en el panorama del rock sureño americano, toda la tradición del deep south aparece manifestada en su música; desde los solos de Lynyrd Skynyrd, los ganchos de los Black Crowes hasta la grasa de Black Keys. La voz de Howard recuerda el poder Gladys Knight, a la pasión de Janis Joplin y a la versatilidad de Phoebe Snow, pero no es una diva ni una Sista en el sentido estricto, es un corazón desgarrado que deslumbra sencillez y honestidad; el sonido de los once cortes recupera secciones rítmicas de boogie y soul, dolorosa baladas de soul y divertidos instantes de absoluto rock n' roll.
Un disco donde que vale cada gota derramada de sudor, sangre y lágrimas; una joya de la música visceral y apasionada, salvajismo y derroche en su expresión más sublime.
Escucha: "Hold On", "You Ain't Alone y "Be Mine".
Con Boys & Girls, los Shakes demostraron que no serán flor de un día en el panorama del rock sureño americano, toda la tradición del deep south aparece manifestada en su música; desde los solos de Lynyrd Skynyrd, los ganchos de los Black Crowes hasta la grasa de Black Keys. La voz de Howard recuerda el poder Gladys Knight, a la pasión de Janis Joplin y a la versatilidad de Phoebe Snow, pero no es una diva ni una Sista en el sentido estricto, es un corazón desgarrado que deslumbra sencillez y honestidad; el sonido de los once cortes recupera secciones rítmicas de boogie y soul, dolorosa baladas de soul y divertidos instantes de absoluto rock n' roll.
Un disco donde que vale cada gota derramada de sudor, sangre y lágrimas; una joya de la música visceral y apasionada, salvajismo y derroche en su expresión más sublime.
Escucha: "Hold On", "You Ain't Alone y "Be Mine".
5) Dirty Projectors - Swing Lo Magellan
Después haber trabajado con Björk y del éxito obtenido con su sexta producción, Bitte Orca (2009), el cantante y guitarrista David Longstreth, líder de Dirty Projectors, sabía que sus ambiciones musicales e intelectuales habían llegado a su cenit; más que relajarse viendo el paisaje desde la montaña, reunió a sus comparsas para cimentar su legado en el avantgarde sonoro neoyorkino. Esta vez, no contaría con la voz de Angel Deradoorian, quien decidió tomarse un descanso del proyecto, pero teniendo consigo a Amber Coffman y a Haley Dekle, posee talento de sobra; el grupo lo completan el bajista Nat Baldwin, la tecladista Olga Bell y el baterista Michael Johnson.
Con la premisa de que el sexto álbum de los Projectors sería uno donde la composición y la individualidad de cada corte serían lo más importante, Longstreth grabó maquetas durante un año en la soledad de una cabaña a las afueras de Nueva York; el resultado, previo prisma de estudio y conjunción, es Swing Lo Magellan, el trabajo más personal y accesible de la banda, donde los bandazos beatlescos se conjuntan con caos en control. Los nerviosos y estrambóticos ritmos eléctricos de Bitte Orca dan lugar a un disco mucho más reposado y acústico; el eclecticismo que caracteriza a la banda sigue presente, su sonido contiene riffs de guitarra llenos de precisión matemática, delicadas armonías femeninas, ritmos africanos y R&B, percusiones fuera de compás, instrumentos de cuerda salidos de la nada, guitarras folk, órganos vibrantes y clavijas de guitarras destensándose.
Por primera vez en el largo camino de los Projectors, tenemos un disco con humanidad y sentimiento, donde algo palpita y no sólo suena; Swing Lo Magellan es tan inestable y vulnerable que no deja lugar a lo pretencioso, pero es tan bello que cautiva hasta a los más escépticos.
Escucha: "Gun Has No Trigger", "Maybe That Was It" y "See What She Seeing".
Con la premisa de que el sexto álbum de los Projectors sería uno donde la composición y la individualidad de cada corte serían lo más importante, Longstreth grabó maquetas durante un año en la soledad de una cabaña a las afueras de Nueva York; el resultado, previo prisma de estudio y conjunción, es Swing Lo Magellan, el trabajo más personal y accesible de la banda, donde los bandazos beatlescos se conjuntan con caos en control. Los nerviosos y estrambóticos ritmos eléctricos de Bitte Orca dan lugar a un disco mucho más reposado y acústico; el eclecticismo que caracteriza a la banda sigue presente, su sonido contiene riffs de guitarra llenos de precisión matemática, delicadas armonías femeninas, ritmos africanos y R&B, percusiones fuera de compás, instrumentos de cuerda salidos de la nada, guitarras folk, órganos vibrantes y clavijas de guitarras destensándose.
Por primera vez en el largo camino de los Projectors, tenemos un disco con humanidad y sentimiento, donde algo palpita y no sólo suena; Swing Lo Magellan es tan inestable y vulnerable que no deja lugar a lo pretencioso, pero es tan bello que cautiva hasta a los más escépticos.
Escucha: "Gun Has No Trigger", "Maybe That Was It" y "See What She Seeing".
4) Alt-J - An Awesome Wave
El disco debut del año, uno de los trabajos más ambiciosos de 2012, el trabajo ganador del prestigioso Mercury Prize y la revelación de una banda cuyo futuro es amplio y lleno de esplendor. Los integrantes de Alt-J (escrito con una delta griega, combinación de teclado usada en las Macs para escribir la letra del alfabeto helénico), banda compuesta por el cantante y guitarrista Joe Newman, el bajista y guitarrista Gwil Sainsbury, el baterista Thom Green y el tecladista Gus Under-Hamilton, se conocieron en la Universidad de Leeds; los tres primeros estudiaban Bellas Artes, el último estudió Literatura Inglesa. Ya graduados y establecidos en Cambridge, los cuatro integrantes grabaron un EP y las maquetas del que sería su álbum debut, el cual vería la voz el pasado mes de Mayo con el título de An Awesome Wave.
Cumpliendo a carta cabal con las ambiciones intelectuales y a la sofisticación experimental del género art rock, el disco es un manojo de soberbios tracks, caracterizados por su neurosis grandilocuente de los beats electrónicos, el vigor de movimientos melódicos zigzagueantes, la perfecta conjunción del conjunto con las guitarras y la enigmática voz de Newman, vibrante como una psicofonía amplificada. Interpolándose entre los polos del horror al vacío y la cautivante sencillez pop, entre la teatralidad de un teatro kabuki y la magnificencia de una ópera de rock lisérgico, Alt-J nos presenta un álbum lleno de valentía y sin miedo a los calificativos de pretensión favoritos de la crítica. Entre los guiños folk de sus guitarras, sus atmósferas estrambóticas de sus sintetizadores, los pasajes de melodía oriental y sus hipnóticas armonías vocales, los británicos se juegan todas sus naves a la trascendencia.
La apuesta fue ganadora, los halagos y los escepticismos no han sido en vano; esperemos que el haber sido comparados con Radiohead no afecte su paso hacia la consolidación. Por ahora, disfrutemos del debut de uno de los diamantes en bruto más excitantes del año.
Escucha: "Breezeblocks", "Matilda" y "Taro".
Cumpliendo a carta cabal con las ambiciones intelectuales y a la sofisticación experimental del género art rock, el disco es un manojo de soberbios tracks, caracterizados por su neurosis grandilocuente de los beats electrónicos, el vigor de movimientos melódicos zigzagueantes, la perfecta conjunción del conjunto con las guitarras y la enigmática voz de Newman, vibrante como una psicofonía amplificada. Interpolándose entre los polos del horror al vacío y la cautivante sencillez pop, entre la teatralidad de un teatro kabuki y la magnificencia de una ópera de rock lisérgico, Alt-J nos presenta un álbum lleno de valentía y sin miedo a los calificativos de pretensión favoritos de la crítica. Entre los guiños folk de sus guitarras, sus atmósferas estrambóticas de sus sintetizadores, los pasajes de melodía oriental y sus hipnóticas armonías vocales, los británicos se juegan todas sus naves a la trascendencia.
La apuesta fue ganadora, los halagos y los escepticismos no han sido en vano; esperemos que el haber sido comparados con Radiohead no afecte su paso hacia la consolidación. Por ahora, disfrutemos del debut de uno de los diamantes en bruto más excitantes del año.
Escucha: "Breezeblocks", "Matilda" y "Taro".
3) Jack White - Blunderbuss
Cuando eres el mejor guitarrista de tu generación y le has dado vuelo a tu talento en tres bandas radicalmente diferentes, tienes suficientes razones para alardear de tu legado como músico a lo largo de una década. Siendo como es Jack White, era totalmente predecible que guardaría silencio por muy poco tiempo, pero el asunto tenía una interrogante por resolver: ¿cómo se desenvolvería este fenómeno fuera de la actitud garage de los White Stripes, alejado de la violencia de The Dead Weather y con un aire nostálgico al vintage de The Raconteurs? La respuesta es otorgada en uno de los trabajos más trascendentales del 2012, la nueva reinvención del último guitar hero norteamericano, el poderoso y divertido Blunderbuss.
Más que lanzarse a terrenos inexplorados, el oriundo de Detroit retoma los mejores momentos de cada uno de sus avatares de la década, otorgando vueltas de tuerca que resultan paradigmáticas y deliciosas. Entre los lenguajes de la música norteamericana (funk, rock, blues, soul, incluso hip-hop y ragtime), que maneja con los ojos cerrados, pasando por versos confesionales de un amor malogrado con acompañamiento femenino (su ex-esposa Karen Elson y Ruby Amanfu), hasta la perfección sonora de una producción depuradísima, el poeta maldito del rock norteamericano nos ofrece una llave maestra de su opus artístico. No se extrañan la suciedad picapedrera de los Stripes, ni la oscuridad claustrofóbica del Weather, ni el virtuosismo retro de los Raconteurs; Jack White tiene un himno, una balada o un blues para todos los gustos.
Jack White es el non plus ultra del rock norteamericano, eso lo sabíamos todos desde hace un lustro; Blunderbuss sólo vino a confirmarlo. Ámalo u ódialo, su primer manifiesto solista no tiene espacio para indiferentes.
Escucha: "Missing Pieces", "Freedom at 21" y "Hypocritical Kiss".
Más que lanzarse a terrenos inexplorados, el oriundo de Detroit retoma los mejores momentos de cada uno de sus avatares de la década, otorgando vueltas de tuerca que resultan paradigmáticas y deliciosas. Entre los lenguajes de la música norteamericana (funk, rock, blues, soul, incluso hip-hop y ragtime), que maneja con los ojos cerrados, pasando por versos confesionales de un amor malogrado con acompañamiento femenino (su ex-esposa Karen Elson y Ruby Amanfu), hasta la perfección sonora de una producción depuradísima, el poeta maldito del rock norteamericano nos ofrece una llave maestra de su opus artístico. No se extrañan la suciedad picapedrera de los Stripes, ni la oscuridad claustrofóbica del Weather, ni el virtuosismo retro de los Raconteurs; Jack White tiene un himno, una balada o un blues para todos los gustos.
Jack White es el non plus ultra del rock norteamericano, eso lo sabíamos todos desde hace un lustro; Blunderbuss sólo vino a confirmarlo. Ámalo u ódialo, su primer manifiesto solista no tiene espacio para indiferentes.
Escucha: "Missing Pieces", "Freedom at 21" y "Hypocritical Kiss".
2) Tame Impala - Lonerism
Desde Australia llegó Tame Impala, una de las bandas que más regocijo levantó hace pocos años con su álbum debut, Innerspeaker (2010). La mano que mece la cuna en esta agrupación es el cantante y guitarrista Kevin Parker, quien desempeña casi toda la instrumentación de las sesiones del grupo en el estudio; en los escenarios, cuenta con la ayuda del tecladista Jay Watson, el bajista Nick Allbrook, el guitarrista Dominic Simper y el baterista Julien Barbagallo. Para la producción del segundo material de la banda, el cual fue grabado por fragmentos en diferentes lugares del mundo (Perth y París principalmente), Parker llamó a Dave Fridmann, el hombre detrás de la producción de casi todo el opus de los Flaming Lips, quien entregó cohesión a su dispersión de ideas.
En octubre pasado, se dio a conocer Lonerism, uno de los triunfos más contundentes y apabullantes de la psicodelia postmoderna. El mismo Parker describió este trabajo "como si Britney Spears cantara con los Flaming Lips", pero ningún crítico ha dudado al decir que su voz es como la de un John Lennon renacido, más cercana en emotividad de lo que sus propios hijos han estado; la comparación vocal también se encuentra fundamentada en el contenido nostálgico y desesperadamente solitario de sus letras y en la forma melódica de los cortes del disco: superficies ensoñadoras realizadas por sintetizadores, guitarras granulosas y batería que conforman sensibles melodías de pop electrificadas por una dosis perfecta de energía psicodélica. La paleta sonora del grupo recuerda constantemente y con tremenda semejanza a los grandes momentos lisérgicos de los Beatles, pero también nos lleva a Cream y al primer Pink Floyd, sin olvidar la mano de su productor con la banda de Wayne Coyne y con otros proyectos de la talla de Mogwai y MGMT.
Tras encaminarnos en un profundísimo sueño fosforescente con instantes de nebulosas espaciales, Tame Impala se ha instalado como la nueva banda reina del pop psicodélico. La propulsión de ese viaje cósmico nos encontró inadvertidos, su golpe llegó en el instante perfecto.
Escucha: "Mind Mischief", "Feels Like We Only Go Backwards" y "Nothing That Has Happened So Far Has Been Anything We Could Control"
En octubre pasado, se dio a conocer Lonerism, uno de los triunfos más contundentes y apabullantes de la psicodelia postmoderna. El mismo Parker describió este trabajo "como si Britney Spears cantara con los Flaming Lips", pero ningún crítico ha dudado al decir que su voz es como la de un John Lennon renacido, más cercana en emotividad de lo que sus propios hijos han estado; la comparación vocal también se encuentra fundamentada en el contenido nostálgico y desesperadamente solitario de sus letras y en la forma melódica de los cortes del disco: superficies ensoñadoras realizadas por sintetizadores, guitarras granulosas y batería que conforman sensibles melodías de pop electrificadas por una dosis perfecta de energía psicodélica. La paleta sonora del grupo recuerda constantemente y con tremenda semejanza a los grandes momentos lisérgicos de los Beatles, pero también nos lleva a Cream y al primer Pink Floyd, sin olvidar la mano de su productor con la banda de Wayne Coyne y con otros proyectos de la talla de Mogwai y MGMT.
Tras encaminarnos en un profundísimo sueño fosforescente con instantes de nebulosas espaciales, Tame Impala se ha instalado como la nueva banda reina del pop psicodélico. La propulsión de ese viaje cósmico nos encontró inadvertidos, su golpe llegó en el instante perfecto.
Escucha: "Mind Mischief", "Feels Like We Only Go Backwards" y "Nothing That Has Happened So Far Has Been Anything We Could Control"
1) Grizzly Bear - Shields
Cuando hay tanto material para elegir y elogiar, señalar un álbum que destaque del resto es una labor arriesgada y controversial. Los riesgos críticos son siempre los mismos: no hacer suficiente honor con tu descripción a la esencia de tu objeto de estudio, hacerlo en demasía hasta llegar a la pretensión y no saber afrontar las reacciones externas del camino elegido. La inquietud de opinión de cualquier persona, sea un melómano de ocasión o un experto musicólogo, debe saber enfrentarse a la diversidad de opiniones y gustos de nuestra sociedad; al final, como diría aquella banda legendaria, la canción sigue siendo la misma y la trascendencia sólo se reservará a quienes logren reflejar las aristas más brillantes de nuestra voluntad creadora.
El disco que ha sido seleccionado por este espacio bloguero como el más representativo de las expresiones musicales del año 2012 se fundamenta en tres ejes: la cimentación de una estética concreta y coherente, la búsqueda incansable de innovación y el deseo de mantener independencia creativa ante las líneas de la industria. Detrás de su creación está una banda de Brooklyn, tierra fértil que no se cansa de ser Meca de la vanguardia sonora norteamericana, cuyo nombre es Grizzly Bear, liderada por el cantante y tecladista Edward Droste, y que se compone por el baterista Christopher Bear, el guitarrista Daniel Rossen y el bajista Chris Taylor, quien también cumple con labores de producción. En términos generales, han sido descritos como el niño sin Dios que saldría de las simientes unidas de Jeff Tweedy y Wayne Coyne.
Después del éxito inesperado de su tercer trabajo de estudio, Veckatimest (2009), la banda tuvo serias ofertas para dejar su disquera, Warp Records, a cambio de un jugoso contrato con una compañía más grande; sabiendo que la libertad creativa de la banda podía verse en riesgo, la sociedad rechazó esos acercamientos y se sumergió en la casa de la abuela de Droste en Cabo Cod, previa escala en Texas, para realizar una cuarta placa con la empresa (de música electrónica) que les brindó la oportunidad de brillar. En medio del ambiente acogedor del hogar maternal de su líder, la banda comenzó a confeccionar un álbum que se caracteriza por la unidad de opiniones y esfuerzos en búsqueda de canciones perfectas, directas y emotivas, donde la premisa temática principal sería la compleja relación dialéctica entre la distancia y la cercanía en las relaciones humanas.
Shields es un álbum lleno de detalles como una sinfonía barroca, cuya relación con su antecesor es parecida a la de un parentesco consanguineo; tan diferentes y tan parecidos a la vez, parecen complementarse como si fuera uno el doppelgänger del otro; aquél es drama en fuga, éste es intelecto exacerbado. Lo que distingue a Shields de Veckatimest es la intensión más directa del conjunto y la concreción mucho más depurada de sus partes; las canciones que lo integran tienen predominantemente estructuras de manufactura pop tradicional, el acabado de sus arreglos las llevan hacia el cielo. Entre movimientos psicodélicos con guitarras eléctricas formando cascadas llenas de movimiento y suaves superficies de reposado folk acústico, entre sutiles agregados de vientos y órganos literales, entre la tradición omnipresente del catálogo pop americano y la posmodernidad atómica del art rock, el grupo se sumerge sediento en diez escenarios sonoros casi perfectos, donde luz y oscuridad, como un éxtasis sereno, deshacen los sublimes castillos de arena con su poesía auditiva para convertirlos en sólidos fortines de luz.
La complejidad de la estética sonora de Grizzly Bear late con fuerza, deseante de oídos por conquistar; si la vida fuera una moneda en el aire donde la fortuna fuera la mano de Ananké, este álbum tendría todos los volados a su favor. Después de lograr el mejor trabajo de su carrera y desatar las esencias más auténticas de su talento, no hay quien detenga el hambre de la constelación úrsida más brillante y necesaria del firmamento sonoro de nuestros tiempos.
Escucha: "Sleeping Ute", "Yet Again", "A Simple Answer" y "Sun in Your Eyes".
El disco que ha sido seleccionado por este espacio bloguero como el más representativo de las expresiones musicales del año 2012 se fundamenta en tres ejes: la cimentación de una estética concreta y coherente, la búsqueda incansable de innovación y el deseo de mantener independencia creativa ante las líneas de la industria. Detrás de su creación está una banda de Brooklyn, tierra fértil que no se cansa de ser Meca de la vanguardia sonora norteamericana, cuyo nombre es Grizzly Bear, liderada por el cantante y tecladista Edward Droste, y que se compone por el baterista Christopher Bear, el guitarrista Daniel Rossen y el bajista Chris Taylor, quien también cumple con labores de producción. En términos generales, han sido descritos como el niño sin Dios que saldría de las simientes unidas de Jeff Tweedy y Wayne Coyne.
Después del éxito inesperado de su tercer trabajo de estudio, Veckatimest (2009), la banda tuvo serias ofertas para dejar su disquera, Warp Records, a cambio de un jugoso contrato con una compañía más grande; sabiendo que la libertad creativa de la banda podía verse en riesgo, la sociedad rechazó esos acercamientos y se sumergió en la casa de la abuela de Droste en Cabo Cod, previa escala en Texas, para realizar una cuarta placa con la empresa (de música electrónica) que les brindó la oportunidad de brillar. En medio del ambiente acogedor del hogar maternal de su líder, la banda comenzó a confeccionar un álbum que se caracteriza por la unidad de opiniones y esfuerzos en búsqueda de canciones perfectas, directas y emotivas, donde la premisa temática principal sería la compleja relación dialéctica entre la distancia y la cercanía en las relaciones humanas.
Shields es un álbum lleno de detalles como una sinfonía barroca, cuya relación con su antecesor es parecida a la de un parentesco consanguineo; tan diferentes y tan parecidos a la vez, parecen complementarse como si fuera uno el doppelgänger del otro; aquél es drama en fuga, éste es intelecto exacerbado. Lo que distingue a Shields de Veckatimest es la intensión más directa del conjunto y la concreción mucho más depurada de sus partes; las canciones que lo integran tienen predominantemente estructuras de manufactura pop tradicional, el acabado de sus arreglos las llevan hacia el cielo. Entre movimientos psicodélicos con guitarras eléctricas formando cascadas llenas de movimiento y suaves superficies de reposado folk acústico, entre sutiles agregados de vientos y órganos literales, entre la tradición omnipresente del catálogo pop americano y la posmodernidad atómica del art rock, el grupo se sumerge sediento en diez escenarios sonoros casi perfectos, donde luz y oscuridad, como un éxtasis sereno, deshacen los sublimes castillos de arena con su poesía auditiva para convertirlos en sólidos fortines de luz.
La complejidad de la estética sonora de Grizzly Bear late con fuerza, deseante de oídos por conquistar; si la vida fuera una moneda en el aire donde la fortuna fuera la mano de Ananké, este álbum tendría todos los volados a su favor. Después de lograr el mejor trabajo de su carrera y desatar las esencias más auténticas de su talento, no hay quien detenga el hambre de la constelación úrsida más brillante y necesaria del firmamento sonoro de nuestros tiempos.
Escucha: "Sleeping Ute", "Yet Again", "A Simple Answer" y "Sun in Your Eyes".
Me faltan checar algunos, aunque no se porque no esta Tempest de Dylan :P
ResponderEliminarSabía que si leías mi conteo ibas a preguntar por Tempest, en cierta forma lo veía venir. Me costó entenderlo, lo mismo con el último de Leonard Cohen, pero le di preferencia a lo "nuevo" por encima de ellos. No es porque los 20 que elegir sean mejores, es que sólo le di prioridad a la novedad.
EliminarSaludos!!! Gracias por la réplica... Mucha falta me hace.
Tame Impala es alucinante, es una belleza majestuosa, sin duda está donde debe estar. El de XX es un poco más sobrio que su álbum debut, a muchos no terminó por deleitarlos como aquél. Otro con el que me discutí fue con Alabama Shakes, igual pudo haber estado un escalón más arriba.
ResponderEliminarEl de Alt-J a mí me pone a volar, lo he escuchado al menos tres veces en los últimos siete días. Sí, el de The Walkmen es maravilloso, pero me sigo quedando con An Awesome Wave. Además, el Mercury Prize pesa muchísimo y tuvo rivales difíciles.