Berrinches de Novelista Novato #27: Buscando mi Mr. Gatsby

Fin de año se acerca, todo sigue adelante, el mundo gira sin concederle pausas al calendario y el frío de noviembre comienza a apretar. Todo va bien, la rutina diaria me absorbe cada vez más, razón por la cual encuentro poca energía para sentarme y escribir; espero de corazón que los cambios sigan manifestándose a mi alrededor, cada día se juegan retos desafiantes y hay muchas cosas nuevas por aprender.

He dejado de escribir con frecuencia, pero lo he compensado con lecturas de todo tipo; esta semana terminé de leer "El Gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald; quizás es la novela más reveladora que he leído en el año, me deslumbró con su belleza formal, sus lúcidas descripciones y sus memorables personajes. En tiempos de lobos y vampiros metrosexuales, sadomasoquistas con poses de Adonis y demás adefesios del romanticismo hipermoderno, haberme encontrado con esta novela me hace pensar que todo hombre aspira a tener el encanto y la convicción de Jay Gatsby. Sin embargo, hoy me identifico más con Nick Carraway, el joven entrado en los treinta que se ve inmiscuido en la encrucijada de aquella historia mientras busca el rumbo de su futuro.

Todos los grandes libros tienen grandes pasajes; rescato para iluminar este momento de mi vida un pequeño fragmento del segundo capítulo:

Me sentía dentro y fuera, encantado y repelido, a la par, por la inextinguible variedad de la vida. (El Gran Gatsby, Cap. II)

Las lecciones de la vida, las personas que uno encuentra en los cruces de caminos y las circunstancias que se presentan en el día a día, los momentos específicos y la jornada en su totalidad; todo fascina o causa encono, pero rara vez se puede evitar. Vivir consiste en probar todas las sensaciones, hacer todos los saltos, morder el polvo y besar el cielo, decir "sí" o "no", compensar los errores con experiencia y seguir adelante; no queda de otra más que seguir caminando tras el sol y las demás estrellas del firmamento que es la vida.

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Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, aparece ante nosotros... Nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más de prisa, abriremos los brazos y... un buen día...
Y vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado. (El Gran Gatsby, Cap. IX)

¿Qué sería vivir sin tener proyectos? ¿Sin la maestría en el extranjero que planeamos desde que salimos de la universidad? ¿Sin el viaje de mochilazo con tus amigos que el tiempo y las distancias postergaron? ¿Sin la edición de Loolapalooza o Glastonbury? ¿Sin un amor a primera vista en Baires o en París? ¿Sin los libros que aún no se han abierto, las películas clásicas, los discos legendarios, los jardines de las fotos, los amaneceres impredecibles? ¿Sin las fiestas memorables, con todos los amigos y conocidos, que hasta hoy sólo han ocurrido en sueños guajiros?

En todos los ojos brilla una luz verde, una motivación germinada en el pasado, una promesa que se avista en el futuro; Gatsby estaba equivocado en su nece(si)dad de querer revivir el pasado, hoy más que nunca creo que no podemos permitirnos postergar la felicidad por caminar en círculos. Mientras el hombre pueda caminar, éste debe seguir construyendo sus sueños sin quedarse estático en uno; aunque se frustren nueve castillos de arena, el décimo terminará siendo de piedra y deberá albergar los proyectos futuros. Yo tengo muchos sueños, pero me ha faltado la pericia para construirlos; no se pueden terminar todos a la vez, pero no hay que dejar de proyectarlos en la realidad.

Hoy mi hermana me enseñó su última maqueta de sus entregas de arquitectura; espero que en un futuro no muy lejano yo pueda enseñarle una novela publicada y que ella tenga una obra en construcción. Esos detalles del día a día me motivan a seguir conectado en la vida; por supuesto, los hombres vivimos sin una segunda opción hasta la muerte.

Sé que tengo descuidado este blog, pero volver a él me hizo el "Buen Fin". ¡Buen inicio de semana para todos!