Un golpe pequeño que se sentía gigante... (IG: @franzmovi) |
Ha terminado marzo y con él se han ido los días fríos e inciertos; hay sol cálido en el cielo, la subasta de marzo salió adelante y tuve la oportunidad de subastar los lotes de una importante colección taurina con mucho éxito. Las cosas buenas quedan de las malas tormentas; hay cosecha después de la lluvia; nunca cambiaré por nada el abrazo que me dieron la dueña y sus hermanos al bajar del rostrum aquel martes 24, uno de mis días más queridos en mi 20 meses en la galería. Me costó trabajo, pero me he reencontrado conmigo mismo en relación al trabajo; nuevamente me siento donde debo estar, mi sonrisa ha vuelto a ser esplendorosa.
Después de todo lo anterior, eran necesarias una buenas vacaciones con la familia; recluido en Cuernavaca con mi papá, pude retomar aire para seguir adelante. Algo muy curioso me ocurrió en los cinco días de vacaciones que tomé fuera de la ciudad; jugando en la alberca, sintiéndome el Michael Phelps del chapoteadero, me despostillé un diente frontal contra el borde de un escalón. Duré una semana con la sonrisa rota, con la extraña sensación de un filo incómodo en la lengua, tratando de comer lo más suave posible para que no se despertara alguna sensibilidad que nunca se manifestó; el jueves fui al dentista; mis encías están inflamadas y posiblemente tenga que perder las muelas del juicio atoradas que no me operaron hace ocho años.
Otra cosa mariposa: Poco he contado sobre este tema: he estado yendo al psicoanalista desde hace mes y medio; desde hace años me di cuenta que algún día tendría que ejercer este paso. Al parecer, y aún pese a que me he sentido cerrado a la libre asociación que casi sin respirar se me solicita, la terapia ha encontrado puntos de mi personalidad que están a la vista pero que tienen raíces muy profundas. Se me ha sugerido que me acerque más a las personas, que haga las cosas más enfocadas hacia la gente y no hacia mí mismo, que hay muchas mal-dicciones en mi cabeza.
En la pasada sesión, hablé de dientes y terminé dando de golpe hacia mi soledad y mi falta de convicción hacia las relaciones humanas; entre París, Jeff Buckley, el Louvre y una chica que me volteó un cachetadón en la secundaria, la terapia dio el primer giro de tuerca importante. Los mal-ditos planes se acumulan, la procrastinación sigue a todo lo que da y este blog ha guardado demasiados silencios y pendientes; sin embargo, he vuelto a ser quien quiero ser en este momento, el mismo caballo con nuevos trucos.
Tendré que ir al dentista para un tratamiento bucal más que necesario y quiero seguir en psicoanálisis conociéndome y aliviándome; por supuesto que continuaré mejorando y ayudando en mi trabajo, recibiendo buenos cumplidos de los clientes por buena atención y enseñándome los valores de la paciencia, la lealtad y la constancia. Quizás R.L. y I.V.G. tenga razón; tengo que buscar con entusiasmo a los demás, pero siempre pensando en mi felicidad y no solamente al revés.
Sigo vivo, lo demás que se presente tiene solución y ventanas de oportunidad.
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