IN MEMORIAM: Christian "Chucho" Benítez (1986 - 2013)
"Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!"
Federico García Lorca, "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías"
†
Marcelino Bernal, mi primer ídolo diablo... |
Quisiera hacer un paréntesis en el curso de este blog para compartirles una colaboración que redacté para la bitácora para aficionados de mi amado Deportivo Toluca más pujante de la red, el blog "diaBlogstwitteros", que junto a su presencia en Facebook y el hashtag de Twitter, se ha dedicado a dar una alternativa informativa que compila las notas más importantes sobre mis Diablos Rojos en la prensa escrita. De mi amor al equipo choricero y a su camiseta escarlata ya he hablado varias veces en este espacio, por primera vez lo hago para un blog externo.
Respondiendo a la convocatoria que realizara hace unas semanas The Eggman, el encargado de moderar y seleccionar las entradas de este sitio, me lancé a redactar el texto que les comparto aquí abajo; después de un poco de trolleo, mi escrito vio la luz. Como buena primera vez, me presenté ante la pequeña pero orgullosa comunidad y me dirigí a ellos respondiendo la pregunta más básica, los porqués de mi amor al Toluca; estoy seguro que muchos de ustedes han tenido que responder a esta cuestión, sin importar que le vayan a un equipo popular o a los llaneros de su cuadra.
Yo sé que podría dar miles de respuestas y escribir muchas más hojas más, ojalá tenga la oportunidad y la paciencia de redactarlas. Disfruté redactar este par de cuartillas, espero disfruten esta aportación. Mañana volveré a ver a mi Toluca; con Cardozo en el banquillo y el partido del domingo la ilusión está renovándose de a poquito. ¡Que haya suerte mañana contra Pumas!
MI DIABLO, MI
ROJO, MI TOLUCA
Antes que nada, un saludo a
todos. Me presento ante ustedes esperando que disfruten esta colaboración, mi primera vez en algún blog
comunitario. Respondo a la convocatoria de los #DiablosTwitteros en Facebook
siguiendo la línea de Coen Nuño, quien inauguró la nueva sección de esta
bitácora, “Bolígrafo Escarlata”. Se pueden contar mil cosas sobre el Deportivo
Toluca, una declaración de principios siempre es un buen primer paso; si les
gusta, escribiré otra cosa, y si no, igual y también.
¿Por qué le voy al Toluca? Más
que un dilema hamletiano, esa pregunta es una parte esencial para entender mi
forma de ser. Cada vez que me lo preguntan, formulo la respuesta de diferentes
maneras; no es un asunto fácil de explicar, pero que siento con cada célula
nerviosa todos los días. Como todos ustedes, tengo mi nombre, mi familia, mis
amigos y mi equipo como únicos e irremplazables; lo demás puede transformarse o
descartarse.
Yo nací hace casi 25 años en el
Seguro Viejo de Toluca, pero vivo desde los 10 años en la Ciudad de México; al
día de hoy me considero chilango y acepto con buena gana todos los prejuicios
que implica la palabra, pero jamás he negado el lugar del que vengo. En “Toluca
la Bella” se encuentran dos cosas que son parte de mi circuito sanguíneo, mi
familia y mi equipo de futbol, sin los cuales mi existencia no tendría sus
historias ni asentaría sus sueños. Si algo diferencia al Toluca de todos los
demás equipos es ese arraigo familiar y cercano, donde lo más importante es la
colectividad y la armonía; en tiempos donde las franquicias cambian de aires
por los caprichos del dinero y de los intereses de unos cuantos, la solidez de
los cimientos plantados hace más de 50 años por Don Nemesio Diez y su familia
debe ser un motivo de orgullo para todos nosotros.
Crecí en casa de mi abuela
materna al norte de la ciudad, a unas cuantas calles de la Bombonera; desde que
tenía tres años, mi padre me llevaba en brazos para ver a los Diablos todas las
mañanas de domingo que se jugaba de local. Por supuesto, recuerdo algunos de
los jugadores gracias a varias anécdotas curiosas; alguna vez papá y yo vimos a
Blas Giunta en la sección de fayuca del Mercado Hidalgo, Nildeson de Melo me
firmó una chamarra cuanto tenía cinco años y Horacio Humoller arrancaba los
suspiros de las Misses de mi kinder,
al cual iba uno de sus hijos. Por supuesto, mi primer ídolo fue Marcelino
Bernal, el todoterreno de selección nacional que en aquellos aciagos tiempos
era el líder del equipo.
Por aquellos años llegó un
delantero que utilizara el dorsal 30 en sus primeros años y que, después de
muchos problemas, reescribió la historia del Deportivo Toluca con un número 9,
su sudor y sus goles; me refiero a José Saturnino Cardozo, quien fue el
riesgoso salto de fe que dio Enrique Meza para construir la época dorada del
club. Para mí, aquellos años del Toluca de Cardozo son de los más lúcidos y
felices, el inolvidable primer amor que regocija mis recuerdos y me deleita con
una dosis de esperanza cuando las cosas no van bien. Por supuesto, el regreso
del Diablo Mayor, el Hijo Pródigo del Xinantecatl, me da razones para soñar;
ojalá la Era Cardozo sea una de triunfos y laureles, el equipo los necesita más
que nunca, la historia así lo exige.
Desde aquel Verano 98 hasta el
día de hoy he tenido el privilegio de asistir a todas las finales jugadas en la
Bombonera; como desde hace más de veinte años, he estado presente en Palcos
para vivir los partidos con todos los latidos de mi corazón, sin importar la
hora de viaje desde el De-Efe hasta el Nemesio; bajo cualquier condición, como
líderes o como coleros, ya fuera en mañana de domingo o en sábado a las tres,
ahí estamos expectantes y libres. Estuve en el apoteósico Día de Muertos del
6-0 al América y en el 7-1 a Tigres, pero igualmente estuve en aquel doloroso
1-6 contra Monarcas; no olvido las tres finales perdidas, pero la gloria de
siete campeonatos está tatuada en mi piel. Los hombres que defendieron la
playera y le dieron gloria seguirán presentes en mi memoria, ojalá haya muchas
más razones para no olvidar.
En amores como estos, alegría y
enojo van de la mano; mis lágrimas de gozo y de impotencia siempre se tiñen de
cardenal y escarlata. Lo que hagan los mentados “grandes” con su mercadotecnia,
sus medios, su retórica triunfalista y su pompa nostálgica me viene y me va,
pero cuando se trata de mi Rojo, mis sentidos se entregan por completo como en
un abrazo sincero y fraternal. El Toluca es el Grande de mi vida, la más
sublime de mis emociones; acompañaré al Diablo hasta mi muerte con el grito de
Gol hirviendo entre mis entrañas, aunque deje de haber otras razones para
disfrutar la vida, aunque el mañana no esté seguro en el calendario, aunque esta
sea la última vez que tenga que darle palabras a esta pasión, tan difícil de
explicar como querer vaciar en una zanja las aguas del mar.
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