mayo 30, 2010

Paul McCartney en México: Mayo 28 de 2010*

Paul McCartney saludando al público
(Yazmín Ortega Cortés / jornada.unam.mx)

El pasado 28 de mayo fue uno de los días más maravillosos de mi vida, no sólo por lo que relataré a continuación, sino por lo que había ocurrido en esa misma mañana.

Me levanté a las 6 de la mañana después de haber estado en la Universidad hasta casi la una. Ese último día de montaje de "Imaginarios de lo Popular" había estado maratónico, con retrasos, pendientes, llamadas telefónicas, un museógrafo al borde del colapso, subidas, bajadas y demás peripecias que implican la preparación de una exposición. Cuando llegué a la escuela, poco después de las 8 y media, hacían falta aún pequeños detalles que debían ser resueltos tan pronto fuera posible. Volando pasaron esas 4 horas, todo estaba terminado, estábamos en la inauguración, auspiciada por las autoridades de nuestra universidad.

Lo más duro había pasado, el ver el resultado del trabajo de varios meses fue una enorme satisfacción. Fue entonces que finalmente pudimos celebrar y sentirnos bien. Hubo una muy buena entrada de familiares, artistas, amigos y colegas en la inauguración, llena de emotividad, lágrimas y sonrisas. Una gran experiencia que me hizo crecer como persona, a conocerme mejor y a conocer a otros. Un trabajo fabuloso.

Dos horas de vino, abrazos, felicitaciones y halagos habían pasado, por lo cual me dirigía a mi casa con mi hermana y sus amigos, quienes me acompañaron en la inauguración. Después de ir a dejarlos en una plaza para que fueran al cine, me dirigí a casa para cambiarme de ropa, poner mis pies en agua caliente y dirigirme al cierre perfecto para un día tan increíble.

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Eran las 19:30 cuando llegué a las inmediaciones del Foro Sol, lugar donde estuve hace casi un año para presenciar el show de Metallica. El lugar y la situación lucían diferentes: Aquella vez llegué muy temprano para luchar por lugar en la pista, esta vez llegué a sentarme cómodamente a una de las gradas del estadio de béisbol, para verlo "desde la barrera", teniendo ante mí a hordas de gente tanto sentada justo frente al escenario, como a los "parados" detrás de ellos. Los alrededores eran un paraíso de Beatlemanía: Venta de souvenirs de todo tipo y tamaño, LP's, reproducciones fotográficas y demás tiliches relacionados con el cuarteto de Liverpool.

En pocas palabras, la pasión hacia los Beatles tuvo su crisol latiente en el Foro Sol tanto el 27 como el 28 de mayo. Esta actitud es un fenómeno más que importante en nuestro país desde la época de resplandor del cuarteto en los 60's. La prohibición del regente del Distrito Federal, Ernesto Uruchurtu Peralta, a un concierto de la banda en la Ciudad de México durante su tour mundial no fue obstáculo para que creciera un circuito de fans solidísimo, que al día de hoy tiene su enorme éxito en convenciones anuales cada mes de Diciembre y con distintas bandas de tributo en la Ciudad de México y en el interior de nuestra nación. Pero la visita de Paul McCartney a México no fue sólo pretexto para juntar a fanáticos mexicanos en el también Autódromo de los Hnos. Rodríguez: Había también fans de diversos de nuestros países hermanos de América Latina, como Argentina, Chile y Colombia.

No debemos olvidar que el concierto fue transmitido en vivo por internet mediante el patrocinio de la refresquera Coca-Cola, así como fue transmitido en directo mediante pantalla gigante en el Monumento a los Niños Héroes, en Chapultepec, pulmón de nuestra ciudad. Sin duda no hubiera sido lo mismo, pero sin duda fue una propuesta interesante. Leí incluso en el Twitter de algún periodista (no recuerdo bien a quién), a forma de sátira política, "al pueblo Paul y circo".

"The waiting is the hardest part" dice una canción de Tom Petty & the Heartbreakers, y sin duda tiene razón. Me senté en mi lugar alrededor de las 8:20, y pese a un pedacito de Django Reinhardt y a diferentes versiones de canciones de Wings que se escuchaban en el sonido, estaba ansioso. Observé en las gradas a mi alrededor que este sería el concierto más democrático al cual habría asistido hasta el momento, con personas de todas las edades, de todas las clases sociales, de todo tipo de actitudes musicales. Sólo la música de los Beatles (junto con la de, quizá, los Rolling Stones, U2, Led Zeppelin y Pink Floyd) es capaz de mover ese tipo de emociones tan plurales.

A la media hora de mi llegada, se encendieron las pantallas laterales del escenario, en las cuales se proyectaron diferentes y muy bien realizados collages de imaginería beatle, como souvenirs, lugares, recortes de periódico, fotografías y caricaturas. El Fab Four, sus mujeres, sus amigos, su época, el Merseybeat y el Swinging London representados en tan llamativo video, ambientado por un delicioso remix con temas como "Coming Up", "Silly Love Songs", "Say Say Say", "Ob-La-Di, Ob-La-Da", "Get Back", "Getting Better", "I Wanna Hold Your Hand", "You Can't Do That" y "A Hard Day's Night". La espera se hacía al menos un poco lúdica, ya que no tardaron en comenzar los "olé olés", ni los gritos de "Paul Paul Paul", ni la ola alrededor del estadio. Todo era fiesta mucho antes de la llegada de Macca al escenario...

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21:20 marcaba mi reloj cuando el remix terminaba con "The End"... Fuera luces, vengan los gritos, venga el show... Acompañado por los guitarristas Rusty Anderson y Brian Ray, por el baterista Abe Laboriel Jr. y por el tecladista Paul "Wix" Wickens, llegó, a la cabeza, Höfner en mano, James Paul McCartney, la leyenda viva más grande de la música popular occidental, uno de los compositores más importantes de la historia, el hombre detrás del soundtrack de más de una generación.

Como se había advertido en la radio, y de acuerdo al setlist del día anterior, la noche comenzó con el combo "Venus and Mars", "Rock Show" y "Jet", a la manera de los conciertos del tour Wings Over America. La energía era incontrolable, todo comenzaba de gran forma. A continuación, las primeras palabras de Macca en español, ayudado con algún apuntador en el suelo, aunque con buena pronunciación. "All My Loving" siguió, y con ella, mis primeras lágrimas de emoción, algo que jamás había sentido en mi vida en ningún concierto. "Drive My Car" fue una enorme inyección de energía y alegría. "Highway", cover de The Firemen, grupo que Macca formó con el bajista Youth, le dio un toque diferente a la velada.

La energía volvió, cover de "Foxy Lady" de Jimi Hendrix incluído, con otro clásico de Wings, "Let Me Roll It", con Paul tocando una Gibson Les Paul (suena raro), para volver a desatar desde el piano mis lágrimas con "The Long and Winding Road". Siguió otra de Wings, "Nineteen Hundred and Eighty-Five". Sólo era el comienzo de la Mexican Magic de McCartney, como decía un cartel que portaba uno de los fans de la parte de pista.

El éxtasis por excelencia vino con "Let'em In" de Wings, canción que cuando el ex-beatle viene a estas tierras, adquiere dimensiones diferentes gracias a los encendedores de los fans, quienes llevan el ritmo de la canción marcial, creando un efecto de chispas que surgen entre el graderío. De acuerdo con Paul, esto se ha convertido en un sello de los fanáticos mexicanos, lo cual data de su última visita en 2002. El ingenio del mexicano al servicio de la Beatlemanía, tierra que también ha servido con sus efectos de luz a otras celebridades.

Comenzaron entonces los homenajes a los ausentes: Con "My Love", McCartney recordó a su primera esposa, la fotógrafa Linda Eastman, quien le dio 30 años de su vida, tres hijos, le cambió la percepción de la vida y que se convirtió en su tecladista. "Shine a Light (in Mexico)" le permitió a Paul, ahora con guitarra acústica, tener un poco más de las luces de México. "I've Just Seen a Face" fue para mí una sorpresa agradable, debido a que nunca creí escuchar esta canción en vivo, y lo mismo me pasó con "And I Love Her", una de las grandes joyas del repertorio de Paul con los Beatles. "Blackbird", con el paso de los años, se convirtió en una esencial que demuestra la sapiencia del zurdo en la guitarra a la hora de crear pasajes de ensueño.

Tocó el turno de una gran ovación para el ausente John Lennon que dio lugar a la muy personal "Here Today", sólo para romper el ambiente enlutado con la alegrísima "Dance Tonight", guiada por mandolina. "Mrs. Vandebilt" también me sorprendió, debido a su alegre corito cantado por todos los presentes. "Eleanor Rigby" es otra esencial en el repertorio de conciertos del ex-beatle, y cantada por un estadio a reventar suena aún más espectacular.

No podía faltar el tributo al joven Beatle, George Harrison. Lo que comenzó con una sencilla interpretación de la inmortal "Something" con el ukelele, fue recuperando con la banda su magnificencia orquestal, para convertirse en otro gran instante de la noche. A continuación, de vuelta el emblemático Höfner en las manos de Macca, siguió "Sing the Chances", canción de The Firemen que se acompaña por imágenes de Barack Obama, lo cual pareció apagar a la gente por un rato. No pasó nada, porque "Band on the Run" regresó las emociones, "Ob-La-Di, Ob-La-Da" las voces de la gente y "Back in the USSR" las ganas de saltar. Fui muy dichoso de poder escuchar "I've Got a Feeling", la cual es ejecutada de forma espectacular, así como el poderoso riff de "Paperback Writer".

La interpretación de "A Day in the Life" intercalada con "Give Peace a Chance", canciones asociadas principalmente con Lennon, sirvieron como un segundo homenaje al gran amigo y cómplice (aunque algunos leyeron en esto intenciones de opinión política). "Let It Be" me regresó las lágrimas con su maravilloso fervor religioso. "Live and Let Die" encendió aún más esa capilla ardiente de Beatlemanía con su espectáculo de lanzallamas y de fuegos artificiales. Finalmente, "Hey Jude" afinó las gargantas de todo un estadio a una sola voz, permitiendo a Paul jugar con el público, hacerlo parte de esa noche maravillosa. El escenario se vació entonces por vez primera, dando un respiro no deseado a los fans.

Salió entonces McCartney a dar más de su poder de estadio, con "Day Tripper" puso a bailar, con "Lady Madonna" se puso juguetón, y con "Get Back" volvió a rockear con todo. Un segundo intermedio, más breve y más largo, dio lugar a la mayor joya del ajuar compositivo de McCartney: "Yesterday", con el virtuosismo de una guitarra y unos cuandos acordes del teclado de "Wix", pusieron a cantar a todo el público. Una última lágrima por tantas emociones. Un poco más de adrenalina con "Helker Skelter", para dar punto final con el reprise de "Sgt. Pepper" intercalada con "The End", donde todos los músicos que acompañan a Paul pudieron confirmar que son los mejores acompañantes de solista en el mundo de la música hoy en día, debido a que combinan una energía juvenil muy explosiva con años de experiencia en los escenarios. (Anderson, Ray y Wickens rondan ya más de los 50, y el "joven" Laboriel tiene 39).

"And in The End, the love you take is equal to the love you make"... Había terminado el mejor concierto al que he ido en mi vida, y vaya que los actos musicales hoy en día son cada vez mejores. Lo que tiene Paul que ningún otro grupo o solista tendrá es ese enorme carisma y virtuosismo que lo hicieron a él, junto a John, George y Ringo, el acto musical más importante de los últimos 50 años.

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Pese a que me hubiera gustado que cantara "Maybe I'm Amazed" o "Here, There and Everywhere", canciones que para mí personalmente significan muchísimo, quedé satisfecho, sorprendido, emocionado, marcado para siempre por esta noche con Paul McCartney, predicador del legado beatle alrededor del mundo, quien mantiene vivo el mito más delicioso e influyente de la música de nuestros tiempos. No pierde el estilo, su voz está casi intacta en potencia vocal, sus habilidades son cada vez mejores. Por algo es una leyenda viva, y vaya que le queda mucho rato sobre los escenarios.

Pese a que fue un problema regresar a casa, dormí contento y profundamente por primera vez en un rato, soñando con la próxima vez que podré sentir el tipo de emociones que sentí hoy. Uno de los mejores días de mi vida había terminado, y difícilmente volveré a tener otro que termine así, con las cuatro cuerdas del instrumento musical más emblemático de la historia de la cultura pop vibrando en los rincones de mi corazón...

Otro detalle fue que el siguiente día también fue memorable, aunque diferente: Los XV años de mi prima favorita...

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