febrero 09, 2014

Del Super Bowl XLVIII

De suplente a MVP: Malcolm Smith (Bill Frakes / Sports Illustrated)

El adjetivo perfecto para calificar este Super Bowl es el siguiente: frío. Fue helado en temperatura, bastante tibio en expectativa y muy gélido en competencia. No hay razones para culpar a la historia, ha habido demasiados juegos memorables de Súper Domingo en los últimos años, de éste se buscaba más de lo que ofreció. Siempre se espera que sea un duelo de poder a poder, no un marcador tan desequilibrado y escandaloso como el que al final ocurrió. Siempre se espera la consagración de un héroe para los Anales, esta vez la historia deseada no se concretó.

Se enfrentarían el campeón de la Conferencia Nacional, los Seattle Seahawks, contra su contraparte de la Americana, los Denver Broncos. Ambos llegaban después de haber sido los mejores equipos de sus conferencias en temporada regular con sendas marcas de 13-3. De un lado teníamos a la mejor defensiva de la NFL con el joven Russell Wilson como mariscal; del otro lado estaba el legendario Peyton Manning y su temido ataque, el mejor de la temporada y destructor de marcas. Los emplumados habían dejado en el camino a los New Orleans Saints y a los San Francisco 49ers en partidos muy apretados; por su parte, los de Colorado vencieron a los San Diego Chargers y a los New England Patriots en un juego más de la saga Brady - Manning.

Dos historias rodearon a la sede del evento, el Estadio MetLife de Nueva Jersey, durante las dos semanas de espera; uno fue la nieve que caía sin piedad por la zona de Nueva York, el otro era si el legado de Peyton Manning se coronaría con un segundo anillo de Super Bowl. Para fortuna del espectáculo, el clima se aligeró para el Súper Domingo (?); cuando todo parecía indicar que la nevada sería factor, la temperatura subió a 7ºC sin precipitación. En las casas de apuestas se inclinaban hacia Denver; los americanos están acostumbrados a creer en la épica del hombre común.

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Así inició pick 6 que sentenció la fiesta...
(Mark Humphrey / AP)

Desde que el legendario Joe Namath precipitó el volado inicial, las cosas comenzaron a tornarse extrañas; Seattle ganó la suerte y decidió comenzar defendiendo. Pocos esperaban que en la primera jugada fuera a ocurrir el error garrafal que comenzó la noche de pesadilla de los Broncos; el centro Manny Ramirez sintió los nervios y lanzó el snap cuando Manning ajustaba su shotgun, lanzando el balón hasta sus propias diagonales. Lo que pudo ser el touchdown inicial quedó en un safety gracias a Knowshon Moreno. Tras el regreso libre, Percy Harvin corrió 30 yardas para Seattle en espectacular escapada por el flanco izquierdo, pero los Seahawks no concretaron y se quedaron con la patada de Steven Hauschka.

El impacto del 5-0 para los de Colorado mermó sus intentos de remontar; después de un "tres y fuera" ante el caparazón defensivo de los emplumados, Seattle volvió al ataque. Un pase de Wilson para Doug Baldwin de 37 yardas puso nuevamente a Hauschka en posición para el 8-0 parcial. La tercera posesión de Manning terminó abruptamente en una intercepción de Kam Chancellor en terreno naranja; gracias al castigo sobre el esquinero Tony Carter, Seattle anotó el 15-0 con la corrida de una yarda de "la Bestia" Marshawn Lynch. Denver intentó meterse en el partido, incluso llegó al terreno de los Seahawks, pero nuevamente la defensa de los de Washington provocó un error; un golpe en el brazo de Manning al intentar contactar con Moreno derivó en un "bolillazo" dócil para las manos del apoyador Malcolm Smith, quien regresó la pelota 69 yardas hacia la zona prometida y colocó el 22-0 para los visitantes; no se veía el fondo del precipicio para los Broncos cuando llegó el medio tiempo.

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Mars y Kiedis: El agua y el aceite...

Como muchos entusiastas de la música, siempre espero algo espectacular del espectáculo de medio tiempo; cuando supe quién llevaría la responsabilidad de tomar los reflectores en esta edición del Súper Domingo, creí que la idea era bastante buena. Con Bruno Mars me pasa lo mismo que con Lady Gaga, no suelo admitir que me agradan, pero lo acabo de decir; el segundo trabajo de Mars, Unorthodox Jukebox (2012) es un disco muy divertido, el camino del hawaiano pinta bien para el futuro. Sin embargo, la presencia de los Red Hot Chili Peppers como comparsas del evento sonaba de antemano como algo demasiado arriesgado.

Todo comenzó con un cliché típico de estos eventos, un coro infantil cantando el coro de "Billionaire" y Mars mostrando sus dotes de baterista (hijo de percusionista a final de cuentas). Ya con su banda en el escenario, Mars encendió al público con sus éxitos "Locked Down in Heaven" y "Treasure", nuevos clásico para una década que comienza a ser adulta. Con "Runaway Baby" se tendió una meseta para que Anthony Kiedis, Flea, Chad Smith y Jason Klinghoffer aparecieran; ahí comenzó el desastre, no sólo porque los Peppers apagaron de un cubetazo la atmósfera con su forzada entrada, sino porque la calidad del sonido comenzó a bajar su calidad. Hubo poco de los californianos en Nueva York, sólo el viejo éxito "Give It Away" que sonaba soso y descordinado, aunque voluntarioso. Apagado todo como una llamarada de petate, la baladita "Just the Way You Are" trató de ser la cereza de una eyaculación musical demasiado precoz, de una resaca insípida y desangelada.

Playlist: "Billionaire", "Locked Down in Heaven", "Treasure", "Runaway Baby", "Give It Away", "Just the Way You Are"

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Nadie pudo parar a Jermaine Kearse (Rob Carr / Getty Images)

Para el inicio de la segunda mitad, muchos esperaban una épica de Peyton Manning, un regreso que pusiera más interesantes las cosas en un Super Bowl monologado por la depurada defensa de los Seahawks. Fuimos ingenuos, incluso en los equipos especiales Seattle estuvo impecable; una patada de Matt Prater diseñada para detener el regreso terminó saliéndose por la culata, regreso de 87 yardas para TD de Percy Harvin. Poco después, cuando Manning hilaba otra serie prometedora, lanzó un pase al inédito Eric Decker, a quien el esquinero Byron Maxwell le zafó el balón; el ovoide fue recuperado por el MVP del partido, Malcolm Smith, quien aseguró otra posesión para los Seahawks que terminó consagrada en un pase para TD de Wilson a Jermaine Kearse, quien rompió cuatro tacleadas en su camino a las diagonales.

El 36-0 provocó que muchos buscaran otro canal en la televisión; el concierto defensivo de Seattle se había convertido en sodomía deportiva. Estoy seguro que varios aficionados de Denver no vieron la única anotación de los suyos, pase de Manning a Demaryius Thomas con conversión de dos puntos a cargo de Wes Welker; un decoro de oropel a lo que pudo haber sido una paliza de mayor escándalo. Para el cuarto periodo, los Seahawks bajaron la intensidad ante unos Broncos entregados y resignados; sólo hubo un TD que terminó siendo la cereza de un pastel de empalagosa gloria para el Jugador Número 12, pase de 10 yardas de Wilson para Baldwin. Pero incluso cuando todo estaba sentenciado, Manning siguió sufriendo; antes de terminar la masacre, sufrió la única captura del juego cortesía del ala defensivo Chris Clemons.


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Russell Wilson: ¿Por qué no? (Getty Images)


Después de haber perdido el Super Bowl XL contra los Pittsburgh Steelers en 2006, los Seattle Seahawks lograron ganar su primer campeonato de la NFL. Malcolm Smith, ejemplo de underdog típico del deporte americano, fue nombrado el más valioso del partido gracias a su intercepción y al balón suelto recuperado. La celebración en Seattle fue para largo durante aquel domingo; recordemos que entre la capital del estado de Washington y la Gran Manzana hay tres husos horarios de diferencia. Pese a todo lo que podamos reclamar sobre este Super Bowl, nos quedó un digno campeón.

Ahora se viene el Draft. No estaría mal que mis Raiders apostaran por ese tal Johnny Football...

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