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Ilustración de Léonard Combier |
Hace dos martes hablaba sobre la pérdida en mi psicoanálisis, sobre el temor a perder de vista a la gente con la que convivo en estos momentos. Pienso en las personas a las que he perdido en mi camino, en aquellos viejos amigos que siguieron rumbos paralelos y hoy son letra borrosa en el libro de mis historias, recuerdos que creí imborrables y que han comenzado a fugarse de mí.
Vivo en el temor constante de perder la memoria y de no ser lo suficientemente agradecido con lo que tengo, no recordar a la gente que me ha tendido la mano cuando lo he necesitado y con la que he disfrutado aquellos pequeños momentos que le dan sentido a mi existencia. Si fuera necesario, tendría que anotar los favores que he recibido, las oportunidades, las alegrías, incluso las críticas constructivas.