abril 29, 2009

De los comercios cerrados por la fiebre porcina y el mortal aburrimiento...


Se veía venir, aunque se tardaron un poco. Hoy se anunció que los restaurantes, bares, antros, cines y demás lugares de esparcimiento serán cerrados como medida contra la influenza de azota a México y a otros países en el mundo. Por ahora, sólo los restaurantes que tengan servicio a domicilio y abastecimiento a automovilistas podrán laborar proporcionando alimentos preparados a los ya muy limitados en opciones habitantes de la Ciudad de México. (Léase las hamburguesas de los arcos dorados, los autoproclamados reyes de la hamburguesa, los del coronel del pollo y giros de ese tipo... A comer en casita entonces...).

Esto último me hace pensar en muchas cosas como lo de la violación a la libertad de tránsito a favor del derecho a la salud que todos los humanos tenemos. No concibo que la gente pueda vivir estos días de emergencia sin poder ver a sus seres queridos cara a cara (por eso del cubrebocas), sin ir al colegio - caso de los que estudiamos - y ver todos los rostros que pasan frente a ti, sin poder tomar un café o ir a comer con alguien, sin poder ir al cine o sin poder ir al antro a reventarse hasta desfallecer. El domingo pasado cerraron las puertas de la Catedral Metropolitana al culto público, por lo que se transmitió el culto por radio... ¿O el cardenal Rivera ha sido demasiado precavido, o de plano los creyentes en un ser supremo no podremos entrar mañana a un templo a rezar y pedir por nuestras almas?

Supongo que las redes sociales y los blogs estarán cobrando fuerza en caso de los amigos y compañeros de colegio (por algo he retomado este blog, el cual he convertido casi en una bitácora de cuarentena, pese a que su intención no era ésta). Sin embargo, siempre nos preguntamos, debido a la distancia, qué será de fulano, de sutana, o de mengano... Quisiera verla, escuchar su voz, saber de sus padres, de sus hermanos, de su novio o novia, verle sonreir... porque por Facebook o por Messenger no es lo mismo.

Sobre lo de que no haya lugares para olvidarnos de esta enfermedad... ¿Qué puedo decir?, he optado por la clausura en mi casa, junto a mi hermana, en donde sólo platicamos de sus prospectos de novio y de lavarnos las manos. Hoy tuve clase de dibujo, y mi profesor, adulto en plenitud, me comentó que estaban vendiendo cubrebocas a 50 pesos (espero que sean de concha, y no de gasa azul al menos) en el Centro Histórico (Creo que he decir mejor Histérico, citando a una querida compañera de la Universidad). Si quiero salir, ya no tendré muchas opciones más que el Oxxo de la esquina, porque ni las cocinas económicas van a abrir. Mi mejor amiga, que vive en Toluca, al oeste del De-Efe, se queja de que se aburre porque no hay nada abierto, y habla con su novio por el teléfono. Me gustaría hablarle a alguien a quien tiene años que no veo, o de plano, chatear con quien sea en Messenger. Muchos dirán que mi vida es de hecho muy monótona y poco interesante, pero con la situación, ¿Qué hago pues?

¿Qué hago? ¿Picarme los ojos o esperar a que lleguen las langostas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios son muy importantes. Recuerda que los arcángeles siempre te escucharán. Déjame tus comentarios. Yo siempre contesto...