febrero 10, 2016

Kate & Joaquín Forever


Enero de 2016 fue un mes muy difícil para México como Estado y como pueblo. Entre recesión económica, desastres naturales, cientos de casos de corrupción y el cinismo prominente del partido en el poder, este país sobrevive su día a día más por vergüenza y enjundia que por verdadera convicción. En Cancún se destruyen manglares, en España, Humberto Moreira se hizo el ofendido y se carcajeó de la justicia. Ahora mismo ha surgido, en marco de la visita del Papa Francisco, un escándalo de amaño de anulaciones matrimoniales de parte del Cardenal Rivera con intervención de Televisa.

Sin embargo, el tema que más escándalo provoca en mis ojos y en mis oídos fue el que ha acaparado portadas de periódicos y revistas por igual, el "logro" del gobierno que nunca debió ocurrir, el zarpazo de tigre a un hediondo cochinero, la "recaptura" de Joaquín "el Chapo" Guzmán. Este suceso ha resultado con más tramas cruzadas y daños colaterales que las primeras películas del Negro González Iñárritu y la "guerra" contra el narcotráfico de Calderón, EPN y compañía juntas.

Mientras el dólar sube y el petróleo baja, todo el mundo habla de la nueva novela nacional, la relación a distancia que mantuvo el capo de la droga más prominente del país con la actriz Kate del Castillo, quien facilitó una controvertida entrevista del actor Sean Penn que sería publicada en  la revista Rolling Stone. Una vez el Chapo de vuelta tras las rejas, los ojos de la inteligencia mexicana posaron sus ojos omnipresentes en los histriones; mientras uno obtuvo un botín mediático y una aventura periodística a su curtido CV, la otra tiene ahora es indagada por lavado de dinero.

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Pero, ¿por qué Kate del Castillo? El libreto menciona que la actriz de 43 años ha roto la cuarta pared y ha encarnado el rol que le ha dado fama internacional: el de Teresa Mendoza, La Reina del Sur, cuya versión televisiva de la novela del escritor murciano Arturo Pérez-Reverte interpretó para la cadena Telemundo. En 2012, ella demostraría mediante Twitter su empatía hacia la causa del narco sinaloense, prófugo estrella de la justicia telenovelesca mexicana; poco tardó el capo para contactarla y comenzar una relación epistolar mediante mensajes telefónicos cifrados.

La obsesión de Guzmán Loera, descrita como la de un hombre enamorado cuyos sentimientos de protección se vieron proyectados ante la heroína de la telenovela, lo llevaron a organizar una reunión con Kate, bajo el pretexto del encuentro con Penn en alguna parte de la montaña sinaloense; poco después de su escape de Almoloya de Juárez, se realizó ese encuentro, el cual llevó a los servicio secretos del Estado a poder dar con el paradero del narco. Un pequeño error surgido de una obsesión entre tiernos mensajes paternales y sentimientos ambiguos de correspondencia.

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Tenemos una historia demasiado abyecta como para no encontrarle un hilo sospechoso y notas de sensacionalismo. Se habla de que Kate podría haber lavado el dinero del Chapo, se dice que el Chapo buscaba en Kate a una flecha que llevara su historia al cine. Pienso que detrás de tanta tinta y tanta opinión hay un guión mal adaptado de Bonnie & Clyde con toques de narcocultura, una historia donde todo parece ser ambiguo y no hay fronteras entre lo que es bueno y es malo, entre lo correcto y lo perjudicial, entre el romanticismo del viejo Robin Hood y la pillería del intrépido Don Juan.

Formalidades y correcciones políticas aparte, esperemos que Kate del Castillo otorgue su versión sin filtros ni temores y que el final de su telenovela no termine en el Canal de las Estrellas. Por lo pronto, cuenta con la defensa cabal y bastante turbia de un tal... ¡Vicente Fox!

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