abril 01, 2018

Sobre el azar y la disposición de los talentos

Alberto Durero (1471 - 1528)
Alegoría de la Fortuna (ca. 1495)
Grabado. 11.8 x 6.7 cm

El juego favorito de mi jefe son los volados. Cuando tiene algo de cambio en su bolsillo, se acerca al primer incauto que esté cerca para echarse un "doble o nada". Como en todo, a veces gana y en otras pierde. Yo comencé a jugar con él hace poco.

Mi experiencia con las apuestas y los juegos de azar no es nada agradable. Siempre que aposté a los deportes perdí, por lo que siempre preferí que mi equipo ganar a "echarle la sal". Mi carácter tacaño nunca me permitió apostar de otra manera que no fuera hacia mí mismo.


Recuerdo cuando esperaba los sorteos de la televisión, incluso me gustaba ver las cápsulas de la Lotería Nacional con los niños gritones anunciando los números de los grandes premios. Cuando había algún boleto para alguna rifa, yo siempre quería llenarlo. Con el tiempo me di cuenta que las posibilidades de ganar eran muy pequeñas.

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Pero el azar muchas veces es domesticable. Me he dado cuenta que mi jefe siempre hace el volado de la misma manera. En vez de dejar que la moneda caiga en el suelo, la toma con una mano y la tapa con la otra. Si el movimiento es preciso, se puede adivinar la cara de la moneda. Todo es pura táctica y maña; ni siquiera es saber el peso de una carta como croupier de Las Vegas o alguna suerte de prestidigitador.

Por supuesto, hacer que el azar juegue a favor de una persona requiere de mucha insistencia. Alguna vez en una conversación de mi papá con amigos surgió la estadística de la pequeñísima posibilidad que se tiene de ganar el Melate. Incluso en los pronósticos de deportes con tanta tendencia, siempre hay sorpresas. Por supuesto, también hay chanchullos demasiado elaborados que logran maquillarse de suerte.

El talento es una habilidad que se manifiesta en un número muy limitado de personas con aptitudes y disposición. El azar reparte, pero la consistencia desarrolla; las calles están llenas de talentos desperdiciados a los que quizás les faltó un poco más de insistencia y un latido más profundo en su corazón.

Adquirir talentos nuevos es difícil; por principio de cuentas, nos conformamos con los pocos talentos que nos fueron depositados. Hay quienes tienen el talento de los negocios, algunos tienen facilidad para las relaciones públicas, otros tienen disposición para el deporte; todo se resume en trabajo, un poco de disciplina y una minúscula pizca de ingenio.

Porque nadie sabe cuándo el azar nos dará un empujoncito para reinventar nuestro camino y convertirnos en alguien nuevo.

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