Miles de años tardan en formarse los metales preciosos en el fondo de la tierra, como es el caso del cobre, el cual es el producto minero más importante de la región de Atacama, en Chile.
De una de estas minas, llamada San José, cercana a la comuna de Copiapó, se han extraído 33 elementos mucho más valiosos que todo el cobre que pueda haber en ese lugar, vidas humanas que dejaron de ver la luz el pasado 5 de agosto debido a un derrumbe, y que hace unas horas han recuperado la capacidad de ver la luz del Sol.
Estoy seguro que durante esos 69 días de dura supervivencia, se formaron muchos sentimientos, pensamientos y emociones en las cabezas y los corazones de esas personas. Me es muy difícil saber cuáles son estos, pero cuales quieran que sean, debieron de ser muy diversos. Afortunadamente, ellos podrán contarlo al mundo. Un padre conocerá al vástago que nació en su ausencia, otro hombre se casará por fin con su mujer, entre ellos hay también un ex-futbolista y un boliviano. Como salidos de una cueva mítica, ya son otros, los 33.
El poder tenerlos aquí en el mundo para que digan de viva voz lo vivido se debe en gran parte a la oportuna labor de rescate ejercida por el pueblo chileno y su presidente, Sebastián Piñera, y sobre todo, por la enorme resistencia y apego a la vida de estos hombres, el cual se puede corroborar en las notas que lograron hacer llegar a Tierra. Aquellos primeros 17 días fueron una prueba física sobrehumana, la cual pudieron sobrevivir hasta el momento que pudieron sentir el vibrar los taladros cerca de ellos. La comida comenzó a llegarles, comenzaban a amarrarse al mundo, pudieron enviar mensajes por televisión, se convirtieron en personajes conocidos en Chile y en el mundo.
Con ayuda de gente de la NASA, del gremio minero y de unas cápsulas inspiradas en otras usadas en Alemania Federal en los 60's para un caso similar, los mineros pudieron salir, uno a uno, pacientemente. Finalmente han visto a sus familias, y ahí estaba el mismísimo presidente Piñera (Evo Morales iba a estar ahí, pero no llegó a tiempo para saludar a su coterráneo). Lo que sigue es su salud, ya que de acuerdo a los médicos, tienen problemas en las corneas y en las encías, deficiencia de vitaminas y problemas respiratorios. Sus vidas podrán reiniciar por fin cuando su cuerpo esté en condiciones. Es muy probable que regresen a la mina, muchos de ellos no conocen otra vida, pero eso está por verse.
Este rescate, en un marco de Bicentenario chileno, se convertirá en una de las grandes hazañas de la historia de Chile, y es menester felicitar a todos los involucrados. Sin embargo, no todo debe de ser campanas al vuelo, ya que este accidente debe servir también como una llamada de advertencia para la industria minera andina, la cual debe de reforzar sus medidas de seguridad para los trabajadores. La hazaña fue extraordinaria, pero una catástrofe pudo haber sido evitada.
Lo mejor para ellos... los 33.
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Por cierto, ahora que la mina de moda es la de San José, ¿alguien se acuerda de los 65 muertos de la mina de Pasta de Conchos, Coahuila en febrero de 2006? ¿Hubo acaso responsables? ¿Hubo acaso algún intento de rescate, aunque fuera de cuerpos a los cuales llorar? Aquí en México las cosas fueron muy diferentes...
*Crédito Fotográfico: AP
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