marzo 12, 2013

Después de Chávez, ¿qué?

Hugo Chávez Frías (1954 - 2013)

A una semana (?) del anuncio de la muerte por cáncer de Hugo Chávez, presidente de Venezuela y principal representante del "renacimiento" de la izquierda en Sudamérica, es necesario deshacernos de apasionamientos ideológicos y tener cabeza fría para darle lectura adecuada a su legado en la historia de América Latina. Lo difícil de un análisis sobre un personaje que levanta opiniones tan polarizadas radica en poder dimensionarlo dentro de su contexto, sin anticipar juicios de valor ni posturas ideológicas; en otras palabras, este hombre es un tipo que radicaliza posturas con extrema facilidad, lo cual dificulta desde la más sencilla de las semblanzas hasta los grandes estudios de su política.

Chávez no era de ninguna manera el santo de mi devoción, al grado de que observaba con recelo sus discursos incendiarios, sus maneras dicharacheras y su alta tendencia a la intolerancia; sin embargo, algo que nunca le he podido negar es la efectividad de su personalísimo estilo que lo llevó a convertirse en uno de los estadistas más genuinos y trascendentes de los últimos 20 años. Perfiles como éste apasionan y polarizan como parte de su magnetismo innato; trataré de hacer una pequeña reflexión sobre esta figura tan llena de matices y aristas; adórenlo o detéstenlo, será la historia quien lo juzgará.

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Cuando el teniente coronel Hugo Rafael Chávez Frías ejecutó el sangriento golpe de estado en contra del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, el 4 de febrero de 1992, Venezuela atravesaba por una de las crisis económicas y sociales más agudas del siglo XX en Sudamérica; el "Gran Viraje" del segundo mandato de Pérez (1989 - 1993), la aplicación de políticas neoliberales, terminó por hundir más al país, cuya economía dependiente de los insumos del petróleo no logró diversificarse para los nuevos tiempos. La fracasada y irrupción de Chávez en la vida pública de su país fue el inicio de un proceso de cambio de gobierno, de un sistema dominado por dos partidos a un movimiento popular que enarboló y defendió desde su aprisionamiento.

Al ser perdonado por el presidente Herrera Campins, ingresó de lleno a la política para tratar de ganar por las buenas lo que a las malas no logró, la confianza de un pueblo que mostraba hartazgo de décadas de corrupción y malos manejos; con ayuda de muchos sectores de la población, los empresarios y los medios de comunicación, el otrora golpista presentó una plataforma política innovadora y propositiva que ganó las elecciones de 1998. Sin embargo, los años de romance con sus poderosos aliados duraron poco; a partir de 2000 comenzó a mostrar las características que le ganaron enemigos, su forma autoritaria de gobernar, su intolerancia a la oposición y sus decisiones unilaterales ante asuntos trascendentales. A estas inconformidades se le unió un golpe de estado fallido de 48 horas en abril de 2002 y a una huelga general organizada desde el sector empresarial.

A duras penas, el gobierno chavista fue recuperando del control del país; después de las agitaciones, Chávez decidió tomar el control de la industria, el petróleo, las telecomunicaciones y los programas sociales. Entre estos últimos encontramos las campañas de salud y alfabetización que le permitieron refrendar otro periodo presidencial en 2004. Con el dinero del petróleo, cuyo precio fue en ascenso a mitad de la década, el gobierno bolivariano logró financiar esta serie de proyectos populares, al mismo tiempo que se afianzó como líder en la región; mediante una serie de subsidios para sus países aliados en el precio de su mineral negro, Venezuela fue armando un rosario de aliados de importancia, como Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, Nicaragua y el favorito ideológico de Chávez, la Cuba de Fidel y Raúl Castro. Como testimonios institucionales de estas estrechas relaciones, quedan los organismos intergubernamentales que reflejaban este sueño, el ALBA y el CELAC.

Gracias al arraigo popular que logró amasar, Chávez creó una nueva Constitución en 1999 que fue aprobada con poca oposición; después de echar raíces en el cargo presidencial, el comandante Chávez pidió un referendo en 2009 para enmendar la Constitución y permitir la elección por tiempo indefinido de cualquier gobernante. Los enfrentamientos entre el régimen chavista y otros gobierno de América Latina tampoco ayudaron a la percepción que se tenía de él en el resto del mundo; entre las agresiones verbales a George W. Bush en el Pleno de la ONU, la ruptura de relaciones con el gobierno de Vicente Fox en México y el jocoso altercado con el rey de España, Juan Carlos I, y su Jefe de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el instinto de ataque del líder de la Revolución Bolivariana dio razones de peso para las críticas de sus enemigos más acérrimos.

Pese a que su salud comenzaba a traicionarlo y a las visitas a Cuba para tratar un cáncer que fue velado a la opinión pública, Chávez compitió con una oposición unida como nunca antes en las elecciones de 2012; su contrincante era un joven nostálgico de las viejas formas capitalistas, Henrique Capriles, quien logró amasar el 44% de los votos de una sociedad más politizada que nunca antes. El hecho de que no logró tomar posición para su siguiente sexenio fue por consecuencia de que el cáncer, tiranicida implacable, terminaría por matarlo el 5 de marzo pasado.

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En medio de un gran clamor popular, los restos mortales de Hugo Chávez fueron velados en la Academia Militar de Caracas; el ahora presidente interino, Nicolás Maduro, ha tomado la determinación de recurrir a una usanza iconográfica de arraigo comunista para honrar al Comandante, el de momificar y conservar su cuerpo para ser puesto en una cripta de cristal. Los cultos de personalidad son señal inequívoca de un régimen tiránico, donde la propaganda inflama más el sentimiento de dependencia de un pueblo hacia un gobernante; sin embargo, sólo quedan las ideas y el cuerpo, lo cual no responde si el chavismo logrará la continuidad.

Por lo pronto, se ha convocado ya a elecciones para elegir un nuevo presidente; se confrontará el delfín de Chávez, Nicolás Maduro, contra el último candidato que presentó la oposición, Henrique Capriles. Por ahora, ya comenzaron los gritos y los sombrerazos entre ambos contendientes. En las manos del pueblo venezolano quedará si el proyecto de Chávez podrá seguir floreciendo o si el cambio vuelve a cambiar su rumbo; ahora mismo la paz reina en los centro del país bolivariano, sólo podemos esperar lo mejor y observar.

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