Ariel Rosenberg es una de las personalidades más complejas y polarizantes del pop norteamericano; este veterano angelino tiene una larga y fructífera carrera como cantautor de canciones que navegan hacia la nostalgia ochentera. Además de ser un cínico y un bufón (una espece de Kanye West judío), de haber sido acusado por Grimes de misoginia y de no tener pelos en la lengua al acusar a la producción reciente de Madonna de ir a la baja, también es un genio, de aquellos que indican vectores y marcan pautas para entender universos distantes. Con un poco de ayuda del legendario productor Kim Fowley (Q.E.P.D.), quien en su convalecencia se dio tiempo para componerle un par de canciones, Ariel Pink ha lanzado su primer álbum (doble) en solitario, sin ayuda de su antigua banda, los Haunted Graffitis.
