Cualquier ejercicio que busque entender la historia de la arquitectura y el urbanismo en México durante el siglo XX podría comenzar con sólo mencionar su nombre, ya que la figura del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez como constructor de la historia de nuestro país ha sido omnipresente desde hace poco más de medio siglo; con su muerte, ocurrida 94 años después de su nacimiento, se va una visión de modernidad en constante metamorfosis y una constante inquietud por mejorar los espacios de la vida diaria en su funcionalidad y valor estético.
Arquitecto, urbanista, diseñador, escultor, funcionario público, maestro y administrador educativo, don Pedro fue parte esencial de la transformación de México a mediados del siglo XX; fue testigo fidedigno del crecimiento de las ciudades, y con ello, de las necesidades de las grandes masas de población. Desde sus escuelas rurales prefabricadas de los años 50's que le valieron sus primeros encomios, hasta el proyecto que presentó para el Bicentenario de la Independencia, el legado de Ramírez Vázquez sigue transmitiendo un sentido de modernidad lleno de vanguardia.
Aún cuando su opus es parte de los paisajes de algunas de las ciudades más importantes del mundo, desde Suiza hasta Senegal pasando por el Vaticano y Egipto, no hubo ciudad a la que más dotara de joyas arquitectónicas que la Ciudad de México. Si pudiéramos recorrer el De-Efe desde un globo aerostático o emprender un paseo en automóvil por sus lumínicas arterias de pavimento y concreto, podríamos encontrar que en su despacho se concibieron los iconos más representativos: el Estadio Azteca, la Basílica de Guadalupe, la Torre AXA (antes Torre de Mexicana), el Museo Nacional de Antropología e Historia, el Museo de Arte Moderno, el Edificio de Relaciones Exteriores de Tlatelolco, la Cámara de Diputados de San Lázaro, muchos de los mercados importantes de la metrópoli, entre otros lugares.
Además, entre sus encomiendas públicas se encuentra la de haber organizado, contra vientos y mareas, los Juegos Olímpicos de México 68, los cuales fueron parteaguas para la historia del movimiento deportivo por haber incluido eventos culturales y motivos de diseño nunca antes vistos. Pensar en aquella justa, en sus escenarios y en los proyectos urbanos es ir a un México que crecía acelerado y pujante, pero cuyo equilibrio sería roto de forma violenta; un México abierto a la modernidad y al mundo que décadas después sólo cuajó a medias y sigue en búsqueda del tiempo que ha perdido.
Reconocido en el mundo como uno de los grandes arquitectos del siglo XX, su legado trascenderá la forma y el espacio de sus obras. Descanse en paz...
El MNAH, el patio Puuc y la ceiba maya hechos modernos... |
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