junio 10, 2013

Yo Confieso... #12: Letargo por Colecistectomía

Arturo Rivera (Ciudad de México, 1945)
"El Instrumental Quirúrgico del Doctor" (1992)
Temple de huevo sobre papel, 71 x 56 cm

En menos de doce horas estaré ingresando al quirófano de un hospital de la Ciudad de México para que se me practique una colecistectomía; como ya he explicado por aquí anteriormente, tengo piedras en la vesícula biliar, por lo que es necesario que esta última se me retire para evitar problemas de salud graves en el futuro. La sensación es demasiado confusa como buena incertidumbre, sé que voy a llegar a registrarme en unas horas, que deberé prepararme para la intervención y que después de mediodía estaré sedado para que el cirujano, el cual tiene la total confianza de mi papá y es de los mejores en el negocio de la cirugía laparoscópica, extirpe la viscera que tantos problemas me ha causado en los últimos tres años.

Mamá y papá me han dicho que no tengo de qué preocuparme, que los avances médicos han convertido a esta intervención en un trabajo de rutina, que será difícil que tenga complicaciones en el postoperatorio y que regresaré a casa el martes. Yo, que no conozco otra cosa más que el dramatismo ante situaciones aparentemente sencillas, he sentido una tremenda preocupación, la cual he tratado de liberar pensando en todo menos en ello. Hoy, después de no poder dormir hasta ya muy tarde en la madrugada, fui a cortarme el cabello y me lancé al cine a ver por fin la adaptación cinematográfica de "El Gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald; hace unas horas, comenzó mi ayuno y no puedo hacer otra cosa que no sea contar minutos y horas. Preparar lo inevitable siempre es provechoso, es como ejercitarse para escalar una montaña que posiblemente nunca vayas a pisar, pero para la cual hay que estar listo siempre.

Espero tener capacidad de dormir esta noche, no me gustaría llegar muy cansado y desvelado a los rituales previos a la operación; tengo la esperanza mística de que el trance de la anestesia me entregue algún pedazo delicioso de inconsciente fugado que me distraiga de las molestias del dolor; despertar con la novela que estoy escribiendo perfectamente armada y trazada sería sensacional. Ojalá no tenga que volver que sentir el filo de un escalpelo en la piel por muchos años más, ojalá mi esperanza de una vida tranquila mejore sabiendo que ahora tendré que cuidarme más; aunque no lo crean, mi esperanza sigue intacta a pesar de que mi extrema humanidad ha hecho todo para que se autodestruya.

Por ahora, el blog quedará en Letargo, al menos hasta el miércoles por la mañana; si alguien llega a leer esto, le pido por favor que rece por mí, de antemano les doy las gracias.

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