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Que ser maestro rural no se castigue con la muerte... (Cuartoscuro) |
Pareciera que México, el país más hermoso porque es el mío, se ha convertido en un mal sueño del que no logramos despertar. El pasado viernes, el gobierno confirmó lo que ya sospechaba en el fondo de mis entrañas, lo que nadie había querido escuchar después de semanas de búsqueda. Sin embargo, no deja de haber sospechas, no deja de haber cabos sueltos detrás de dicha declaración, todo parece ser nuevamente un gran montaje; no se puede ocultar una verdad que implora a gritos ser mencionada con todas sus letras y detalles. Lo que se ha dicho como conclusión oficial huele a oropeles y artificios, huele a viejas artimañas del viejo PRI.
Se ha dicho que los 43 normalistas han muerto. Se dijo que los habían desollado y asesinado, que sus cuerpos habían sido incinerados. Se declaró que las cenizas habían sido puestas en costales y tiradas a un río como bultos de cualquier cosa. No habría más jóvenes combativos contra las injusticias, no habría sueños que germinen en las aulas como granos y flores, aquellas chispas que iluminaban la oscuridad de la barbarie se habrían extinguido para siempre. ¿En qué momento de nuestra historia ser maestro rural pasó de ser un trabajo digno y honrado a ser sinónimo de portar una letra escarlata? ¿A quién estorbaban estos jóvenes inconformes? ¿Dónde debemos a comenzar la lectura de estos crímenes?