James Hetfield amenazando a la Ciudad de México (metontour.com) |
Eran las 11 de la mañana cuando sonó mi despertador. Se supone que J.C.
debía hablarme por esas horas (me había hablado un día antes). Traté de
esperar, me acurruqué buscando de nuevo el sueño. Pasaron 36 minutos para que
me hablara: "A las 3 te veo en el metro Puebla, sé puntual que no voy a
poder estacionarme. Volví a preparar mi despertador para las 13:15...
Desperté 12:55, busqué algo qué comer. Sin éxito, me bañé y me vestí.
Llegó mi papá por mi hermana, iban a ir a la plaza, me botó en una sucursal de
una cadena de comida rápida (la de las coronitas de cartón). Comí, regresé a mi
casa porque había olvidado mi celular y mi iPod. Me dirigí al metro pensando
que no llegaría a tiempo, corro al transbordar de línea y hago caso omiso a las
rolas de Metallica que corren en mi reproductor, como si mi mente ya esperara
algo más intenso.
*****
Eran las 15:00 cuando bajé en el metro Puebla. Miré mi celular con nueve
llamadas perdidas y apuré el paso (no fue porque yo llegara tarde, sino por el
tráfico que J.C. se encontró). J.C.H.V. me esperaba en su coche para que nos
dirigiéramos al Foro Sol, estadio de béisbol que también funge como tribuna del
Autódromo de los Hnos. Rodríguez. Entre preguntas sobre el concierto anterior
(Jueves 4), al cual asistió también, y rolas de Muse, llegamos a la entrada 8
del recinto tranquilamente. Nos quedamos a esperar a dos de sus cuates, quienes
llegaron 15 minutos después. Recuerdo que conversamos sobre la visita que Hetfield, Ulrich, Hammett y Trujillo habían hecho el día anterior a la zona arqueológica de Teotihuacán.
Camino a la entrada, un río negro de gente se metía con los encargados
de la misma. Todo tipo de personas, de todas las edades, fresas, colados y
muchos metaleros de cepa aguardaban a que las revisiones y la pedantería de los
de seguridad les permitieran tomar su lugar en la pista. Con silbidos, cánticos
europeos y referencias maternales, los asistentes tomaban su lugar.
Ya en la pista (General A, o mejor dicho, justo frente al escenario), me
dediqué a evadir el sol, a hidratarme y a soportar el dolor de piernas de la
espera. Rolas metaleras sonaban en las bocinas, hasta que algún güey tuvo la
idea de repasarnos la discografía de Ramones y de Mötley Crue. Lo interesante
era ver a los de tramoya escalando el escenario con gran agilidad, montando y
desmontando luces, bajando en cuerdas con asombrosa habilidad. "Les pagan
muy bien" comentaban atrás de mí. "Se le olvidaron las pinzas, se
volvió a subir por ellas", gritó otro.
Algunos de esos tramoyeros fueron la botana de la banda, quienes les
aventaban basura y los ovacionaban burlonamente. Podríamos recordar motes como
"Machete" (un cuate que traía un sombrero enorme, parecido
enormemente al "Sopitas", conductor de radio en Reactor 105.7 del
cuadrante capitalino) o "Tamagochi" (un cuate flaquísimo de rasgos
orientales con una playera holgada de Tokio Hotel), quienes veían detalles de
iluminación a ras de suelo, o a "Kill Bill" (bautizado así por su
parecido al recién finado David Carradine, quien hiciera el papel de Bill en la
saga de Tarantino), quien estaba encargado de los instrumentos de Avenged
Sevenfold.
*****
Dieron así lentamente las 18:30 cuando apareció Resorte, banda mexicana
que años atrás fue una de las más fuertes en nuestro país. Lo siguen haciendo
muy bien, con muchas ganas y con la misma furia que los ha caracterizado, pero
qué lejos están de aquel Resorte que cerró el Vive Latino hace ya más de 7
años. La gente se metió con ellos debido a lo prolongadas de sus canciones
("América", "Chínguense", "Rojo", "Rebota"
y "República de Ciegos" figuraron en su playlist). Pese a que al
inicio hubo una avalancha de gente, ocurrió lo que siempre pasa, el público se
apagó. No hubo pena ni gloria para los nacionales en esos 45 minutos. (Quizá lo
mejor fue ver a "Queso", bajista, sudar la gota gorda retando a los
que pedían que se bajaran del escenario)
Tomó media hora armar el escenario para la siguiente banda, Avenged
Sevenfold, unos metaleros californianos ya con bastante kilometraje recorrido.
Debo decirlo con sus palabras: Son buenos. M. Shadows, el cantante, es una
especie de mezcla entre la actitud y el manejo de escenario de un Bob Halford
con paquete y tesitura de un Phil Anselmo, y con la arrogancia de Axl Rose
"cuando era Axl Rose". La banda toca bien, son irreverentes,
ruidosos, sus instrumentos estaban chidos, y cada integrante sabe tomar la
iniciativa hacia la gente. Algunos fans de esta banda se encontraban entre el
público, a quienes incluso les llegaron a mandar saludos. No paró, sin embargo,
la lluvia de vasos, pero al parecer ninguno llegó a golpearlos. Tampoco cesaron
las injurias, referencias al peinado estilo emo de Zachy Vengeance,
guitarrista. Los empujones empezaron a ponerse intensos, lo que me movió de
estar frente a la parte derecha del escenario a quedar un poco más atrasado, pero más centrado frente a la banda. No faltó en esa ocasión el gracioso que
dejó su destilado servido en un vaso de cartón. Los empujones y las refrescadas
de memoria se volvieron la ley. Como detalle cómico, una provocación fue
bastante bien respondida por M. Shadows (con referencias a con quién dormiría
la novia de un enfurecido fan esta noche). Destacaron "Afterlife",
"Scream", "Dear God" y "Almost Easy".
Eran las 20:30 cuando terminó el segundo acto. Aún recordaba las palabras
del vocalista de la última banda: "Ahora que la Ciudad de México ha
descargado toda su furia, ¿Están listos para Metallica?" Yo estaba listo desde hacía
varios días, pero la espera se alargó casi por hora y quince minutos. Ya se
veían en el escenario a tipos afinando diferentes guitarras y bajos, como las
Gibson de James Hetfield y el set de batería de Lars Ulrich. Todo se preparaba
como un set de grabación (se utilizará material de video para un próximo
lanzamiento en DVD), con el cuidado de que cada detalle estuviera listo. Las
luces que se apagaban y las canciones que terminaban en el sonido de las
bocinas estaban dando falsas señales. La gente seguía con los empujones y el
calor humano empezaba a asfixiar con creciente fuerza. Las playeras de los
tipos a mi alrededor ya guardaban el sudor de varias horas, volviéndose trapos
mojados. Algunas mujeres, y uno que otro hombre menos voluminoso en físico,
fueron los primeros en desistir a las inclemencias de la pista, por lo que se
replegaron del centro antes de comenzar el evento cumbre. No hubo quien
aventara agua para los demás, y cada viento que soplara, por más mínimo, se
agradecía. Había un magnetismo especial en todo el estadio, olía ya a peligro y
a destrucción...
*****
No terminaban aún de dar las 21:45 cuando todas las luces del lugar
descansaron para dar entrada a las eminencias esperadas. Comprobé que la horda
de locos que los esperó durante tantas horas no entiende de críticas
destructivas hacia álbums desafortunados o mal juzgados, ni de esperas prolongadas
de pie durante varias horas, ni de problemas internos relacionados al alcohol,
ni de rotaciones pretenciosas en MTV. No había otro sentimiento en sus
gargantas, en sus gritos y en sus saltos que no estuviera relacionado con el
amor incondicional a Metallica, uno de los pilares fundamentales del metal - y,
le pese a quien le pese, piedra estructural de la música de nuestros tiempos.
Si bien James Hetfield sigue teniendo esa cara de maldito y esa voz
cavernosa capaz de volverse un estruendoso aullido, ya no tiene aquella melena
dorada y movediza de antaño, sino unas grandes entradas entre la brevedad de su
cabello. Si bien Kirk Hammett no ha perdido su habilidad para escupir
orgásmicos riffs de guitarra sin siquiera hacer un mínimo esfuerzo, sí ha
perdido el retrato de Dorian Gray que lo mantuvo congelado en el tiempo durante
la década pasada y a inicios de ésta. Si bien Lars Ulrich ha recobrado la
fuerza y la vitalidad que lo volvieron un Dios de la batería en los tiempos
clásicos de la banda, su pasado violentamente vicioso parece aún una secuela en
su muy delgado físico. (Punto y aparte es Robert Trujillo, quien llegó a la
banda relativamente hace poco). Algo debe quedar claro, el Rock, y la música en
general, no tiene edades, tampoco los que aman la música, ya sean fans,
músicos, críticos o productores. Si bien el físico de la banda ha cambiado por
el irreversible tiempo, no ha causado estragos en su energía arriba de un
escenario.
De la oscuridad surgieron escenas de "El bueno, el Malo y el
Feo", película de spaghetti western de Sergio Leone, con la canción
"The Ecstasy of Gold", de Ennio Morricone, introducción clásica de la
banda. Había perdido la selección mexicana (con minúsculas, sin comentarios)
contra su similar de El Salvador por 2-1, pero poco importaba ante el frenesí
que causaron los primeros acordes de "Creeping Death", a la que
siguieron "For Whom the Bell Tolls", "Ride The Lighting" y
"Disposable Heroes", creando un primer acto lleno de poder. En
general, el playlist de este concierto tuvo una mezcla de clásicos de la época
anterior al Black Album, canciones del nuevo material y otras de los
"discos fresas" de la banda. No se tomaron en cuenta canciones de dos
álbums: el incierto "Load" y el infravalorado "St. Anger".
Y entonces, se hizo "One": Entre un espectáculo de lanzallamas
y fuegos artificiales acompañó a la bélica introducción. Fue el primer gran
momento de las 60000 personas que abarrotamos el Foro Sol (la primer letra que
todo mundo se sabía bien, pues). "Broken, Beat and Scarred" fue el
primer corte del nuevo álbum tocado en la noche, al cual le siguió "Sad
But True". Llegó un momento tranquilo con el cover de Bob Seger "Turn
the Page", sólo para volver al éxtasis furioso con el nuevo clásico
"All Nightmare Long". Destaco en este momento los solos de Hammett y
Trujillo, así como la nobleza de las palabras de Hetfield hacia el público.
"The Day That Never Comes" fue otro gran momento del
concierto, con sus tremendos cambios de compás e intensidad. Encadenada,
"Master of Puppets" y el total pandemónium. El escuchar a miles de
gargantas a la voz de "MASTER" es algo que se debe de vivir al menos
una vez. "Fight Fire With Fire" fue un momento que calmó los ánimos
anteriores, y "Nothing Else Mathers" fue el instante de los
encendedores y las luces de celular. Los alientos y los músculos se volvieron a
acelerar con "Enter Sandman" y la pirotecnia incluida. Como maestros titiriteros,
los cuatro jinetes del Apocalípsis jugaron con el respetable hasta aniquilar su
razón y supeditar su sentido al suyo. El escenario fue abandonado totalmente
una vez más...
*****
El encore vino unos minutos después con el cover "The Prince",
al cual siguió "No Remorse". Sin embargo, lo que se esperaba era
"Seek and Destroy", canción indispensable para un concierto de
Metallica, y que extrajo el último gramo de energía de la gente. Si bien la
noche fue redonda, siempre hacen falta algunas rolas y nunca se podría llegar a
un consenso de cuáles. Al terminar la cátedra de desenfreno metalero, cada uno
de los integrantes agradeció - como pudo - por la entrega. (Esperaba algo más
de parte de Trujillo, y me sorprendí con la pronunciación que Hetfield le da al
Español. Hammett debió hablar en inglés, como lo hizo Ulrich). La gente salió
más que contenta, muchos de ellos teniendo aún boleto para la presentación del
día siguiente.
Medianoche. Después de reencontrarme con J.C.H.V. (a quien le perdí la
vista al comenzar el plato fuerte de la noche) y con sus cuates, nos dirigimos
a los autos para salir. Grosero estuvo el precio de los souvenirs en las
tiendas "oficiales" (MX$280 - 300, y además, exhibiendo imperdonables
errores de dedo, como el escribir CUIDAD en vez de CIUDAD), pero finalmente me
hice de una playera de puesto ambulante por un tostón (MX$50, eso de comprar
los souvenirs al final deja para ahorrar).
La garganta seca, los cabellos despeinados, la ropa sudada, los dolores
en los pies y la sonrisa en la boca eran constantes en las calles de alrededor.
La luna de hoy fue llena como la sensación que me dejó esta noche de locura
metalera. Los autos tronando al compás de "... And Justice for All",
las patrullas, los taxis y las procesiones hacia los transportes colectivos
enmarcaban el panorama. Metallica cumplió con creces en el segundo de sus tres
conciertos de la escala mexicana de su "World Magnetic Tour". Después
de esta visita, la banda reanudará el tour europeo en los países escandinavos y
en diversos festivales europeos de verano.
Llegando a casa, actualicé mis estados en las redes sociales con una
simple palabra: METALLICA!!!. Mi metalero interno, tan oculto y tan tímido,
tuvo su primer gran instante de locura y desenfreno, y difícilmente lo
olvidará. Habiéndome tomado dos Cafiaspirinas para los diversos dolores, comí
pay de zarzamora para regresar a mi noctámbula realidad...
De
repente, me puse a pensar en Alicia Keys...
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