Tlalpan, D.F., Octubre 3 de 2009
La máquina deseante emigró a la búsqueda de la luna, quien la saluda regalándole luz, derramada dulcemente en el caudal de sus ojos tristes.
Agradecida, la máquina le regaló una sonrisa rebuscada, implorándole que en su instante reinante las estrellas se asomen a ayudarle.
De entre sus vísceras oxidadas nació un corazón de estambre, una lámpara de sombra multicolor y un ramillete de luciérnagas.
Fue entonces que la máquina tejió un vestido de sangre dedicado a un cometa que aparece en el horizonte. Sus sentidos van recuperando su razón de ser en un instante.
El alba cegar de su sueño escogido se alza al final de la calle...
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