Hace exactamente un año, el mundo de la música popular se estaba conmocionando con la muerte de una de las cantautoras más importantes de la última década. Los ecos de la noticia aún están presentes en los oídos melómanos de miles de personas alrededor del mundo; las imágenes del cuerpo que en algún momento se hizo llamar Amy Winehouse siendo retirado de su casa en Candem, cubierto por un lienzo rojo, siguen presentes en la memoria de muchos.
Sin embargo, y pese a que las imágenes de su trepidante decadencia física y emocional siguen siendo el referente más inmediato a la hora de recordarla, la verdadera trascendencia de Amy Winehouse debe medirse en su corto pero contundente legado musical: dos discos de estudio, un trabajo póstumo, innumerables sesiones en vivo y sencillos con primeros lugares en listas de popularidad; tres premios Ivor Novello, cinco Grammys, dos nominaciones al Mercury Prize, colaboraciones memorables con otros artistas y los elogios de críticos y fanáticos por igual.
Además de todo lo anterior, la huella de Amy no se queda en su sola presencia entre los mortales; Winehouse definió un cambio en la industria musical de la Gran Bretaña, la cual revitalizó con su estilo retro; desde Nirvana, no había habido un cambio de paradigma tan orientado en el ethos del negocio de la música popular. Ella puso lo vintage en el foco del gusto mundial e incluso lo volvió el canon a seguir, le dio a las cantantes británicas un escaparate para sus talentos que desde la generación de Annie Lennox y Kate Bush no tenían y marcó tendencias con su sentido de la moda y su manera de actuar, inconsistentes y erráticos pero auténticos a final de cuentas.
De todo esto, hay una joya que reluce por encima de todas, el que sería a la postre su último trabajo de estudio, el que marcó el inicio de todo lo dicho anteriormente, el que se volvió el mayor regalo de Winehouse al mundo: su disco insignia, Back to Black (2006). A manera de homenaje, hablaré de este álbum genial, parte de mi Top 20 de Albums.
A la edad de 20 años, Amy Winehouse comenzó a lustrar su talento ante el mundo con su álbum debut, Frank (2003), un trabajo en el cual tomó la inspiración en la música jazz que escuchaba junto a su padre durante sus días de infancia, específicamente la del gran Frank Sinatra; la crítica se esperanzó con esta regordeta chica judía, a la cual comenzaban a llamar como la nueva promesa de la música británica. Había algo en esa joven que cautivaba, no sólo era su sonrisa y su porte, era su poderosa voz contralto y la sinceridad de sus composiciones.
Sin embargo, para el que sería su segundo material de estudio, Amy dio un giro de 180 grados hacia un terreno de inspiración diferente: los llamados girl groups, aquellos ensambles de cantantes que tan de moda estuvieron en los años 60's, como lo eran las Supremes y las Ronettes. Para obtener el sonido que deseaba, se contrataron coristas y una banda de rhythm & blues que entrarían a estudio y saldrían de gira con ella. Para producir ese álbum tan ambicioso, se convocó a dos personajes que tendría que evocar aquella época sin sacrificar frescura, el DJ Mark Ronson y el productor de hip-hop Salaam Remi, viejo conocido de Winehouse por su trabajo en Frank.
Fue en este punto donde comenzó la metamorfosis de una niña que cuando cantaba jugaba a ser mujer: Amy comenzó a tener problemas con sustancias, a tatuarse la piel y a bajar de peso a la vez que configuraba su iconografía personal. Su cabello adquirió la forma de panal de abeja que hiciera famosa Ronnie Spector cuarenta años atrás; los vestidos pequeños, los estampados vintage, el maquillaje dramático y los tacones altos le dieron el toque final a su ícono. Los demonios internos que estaban insinuados en su álbum anterior comenzaron a invadir cada segundo de su existencia; la semilla de la eternidad estaba plantada, pero por sus frutos habría que pagar un precio altísimo.
Bajo ese contexto tan incipiente, aquella niña dejaba de ser sólo Amy Jade para convertirse en la Leona de Southgate, heroína y leyenda de la música popular contemporánea; bajo su brazo, portaría once canciones que por sí mismas la volverían inmortal, el catálogo casi perfecto llamado Back to Black.
Sin embargo, para el que sería su segundo material de estudio, Amy dio un giro de 180 grados hacia un terreno de inspiración diferente: los llamados girl groups, aquellos ensambles de cantantes que tan de moda estuvieron en los años 60's, como lo eran las Supremes y las Ronettes. Para obtener el sonido que deseaba, se contrataron coristas y una banda de rhythm & blues que entrarían a estudio y saldrían de gira con ella. Para producir ese álbum tan ambicioso, se convocó a dos personajes que tendría que evocar aquella época sin sacrificar frescura, el DJ Mark Ronson y el productor de hip-hop Salaam Remi, viejo conocido de Winehouse por su trabajo en Frank.
Fue en este punto donde comenzó la metamorfosis de una niña que cuando cantaba jugaba a ser mujer: Amy comenzó a tener problemas con sustancias, a tatuarse la piel y a bajar de peso a la vez que configuraba su iconografía personal. Su cabello adquirió la forma de panal de abeja que hiciera famosa Ronnie Spector cuarenta años atrás; los vestidos pequeños, los estampados vintage, el maquillaje dramático y los tacones altos le dieron el toque final a su ícono. Los demonios internos que estaban insinuados en su álbum anterior comenzaron a invadir cada segundo de su existencia; la semilla de la eternidad estaba plantada, pero por sus frutos habría que pagar un precio altísimo.
Bajo ese contexto tan incipiente, aquella niña dejaba de ser sólo Amy Jade para convertirse en la Leona de Southgate, heroína y leyenda de la música popular contemporánea; bajo su brazo, portaría once canciones que por sí mismas la volverían inmortal, el catálogo casi perfecto llamado Back to Black.
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En el devenir de casi todos los artistas de cualquier disciplina, hay obras que se convierten en el referente absoluto de una carrera, en su punto de identidad hacia propios y extraños; tal es el caso de la canción que abre el disco, "Rehab", la entonces reciente autobiografía de Amy convertida en un himno de resistencia ante lo establecido y el futuro leitmotiv de su decadencia personal. Winehouse canta su negación a la rehabilitación, alegando que su corazón roto no se curará con una terapia de ese tipo; Mark Ronson logra capturar toda la esencia musical de su wall of sound en esta canción: palmas, percusiones, vientos, arreglos de cuerdas, coros masculinos, piano vertical. El resultado es una melodía fresca con aires en el soul y en el jazz vocal con proporciones épicas insospechadas.
Por la misma línea corre el siguiente corte, "You Know I'm Not Good", una descarada canción sobre engaños amorosos y falta de autoestima de una pareja; se repiten los ritmos pegajosos, el piano y el órgano de la anterior acentuados por el saxofón barítono y los vientos, los cuales coquetean con los sampleos del hip-hop y la música electrónica, dando una canción que recuerda al duro y elegante sonido Memphis. Este tema lleva un paso más allá esa fusión entre los sonidos clásicos y la vocación de su productor de amalgamar excelentes temas pop, inexorablemente bailables y sonoramente impecables.
La presentación del trabajo de Salaam Remi ocurre con el tema número 3, "Me & Mr. Jones", en la cual destaca la estructura del doo-wop y su sensualidad; las referencias a la canción "Me & Mrs. Jones" y a Sammy Davis Jr. se conjuntan con la relación de amistad que hubo entre Winehouse y el rapero Nas. El cuarto track, Just Friends, habla sobre un deseo prohibido, en el cual ella desea dejar de ser "sólo amigo" de alguien que tiene una pareja; este tema adquiere toda su cadencia en su ritmo, el cual tiene guiños hacia el reggae, lo cual marca la firma personalísima de su productor.
En el quinto sitio, tenemos el tema que da nombre al álbum, "Back to Black", uno de los momentos más emocionales y redondos de la obra de Winehouse, una canción cuya desgarradora belleza es un esbozo fiel de la oscuridad del corazón de su intérprete, lastimada por la pérdida de su pareja que se fue a los brazos de una vieja amante; con una ambientación casi cinematográfica, los arreglos de Ronson llevan a esta canción a un éxtasis tenebroso que acompaña a esa voz herida por una cueva de paredes sonoras sólidas de arreglos orquestales y guitarra rasposa, en donde la flema fúnebre de Amy escupe los pedazos de su corazón roto con cada entonación de su herida voz.
"Love is A Losing Game" es una balada de desamor rebosante de elegancia que recuerda a los momentos más puntuales de Billie Holliday; lo que destaca sobre todo en este corte no es el arreglo de Ronson, sino la interesantísima métrica de la letra, la cual ha sido comparada con rítmica de poesía isabelina. A continuación, está "Tears Dry on Their Own", la cual se basa en la épica versión de "Ain't No Mountain High Enough" que cantara Marvin Gaye con Tammi Terrell; Winehouse convierte la cálida melodía motown en un lamento de una relación quebrada de la cual le es difícil salir, una muestra de la química que tenía con la producción de Remi.
"Wake Up Alone", track octavo del álbum, es un tema que invoca las sensaciones corporales y mentales que implican tratar de no pensar en la persona amada; al ritmo de un arreglo sencillo, con coros armónicos y los insistentes golpeos de la batería y la guitarra, Winehouse relame su orgullo y reposa el fraseo de su voz. "Some Unholy War" muestra nuevamente el estilo arreglístico desnudo, casi sin pulir de Remi, en un tema que declara apoyo incondicional a la persona amada, sin importar los peligros que se puedan correr.
En el décimo lugar, tenemos "He Can Only Hold Her", tema que nos presenta de forma más prominente el virtuosismo vocal de los coristas masculinos que acompañaban a Winehouse en su tour, acompañados por el característico arreglo bailable de Ronson con piano, metales y percusiones; Amy declara que una vez que el corazón de una mujer como ella es robado, no hay hombre que la pueda confortar, por más cariño, por más palabras, por más besos, por más abrazos. El álbum concluye con "Addicted", un reggae al estilo Salaam Remi que habla sobre marihuana, o mejor dicho, un aviso al novio de una amiga para que no le robe su hierba; el canto de cisne de una carrera genial que en las ediciones americanas se omite por avatares de doble moral.
Back to Black ha vendido varios millones de discos alrededor del mundo, fue parte de los mejores discos de la década para muchas revistas y páginas especializadas, se llevó gran parte de los premios a los cuales fue nominado y colocó a Amy Winehouse en los cuernos de la luna musical. Desafortunadamente, la historia posterior de esta cantante la conocemos de sobra: drogas, relaciones destructivas, desintoxicación, sangre y lágrimas para una mujer con corazón de niña, el cual explotó un día como hoy del año pasado.
Ahora que el patrimonio artístico de Amy está en manos de su padre, Mitch, quien ha lanzado una biografía de su hija hace pocos días, cualquier producto con su efigie podrá estar al alcance de la nostalgia y de la especulación; ¿Qué hubiera pasado si...?, ¿Por qué nadie la rescató?, el tipo de preguntas que buscan una tregua utópica con la realidad dura e irreversible de que esa chica no está más entre nosotros. Los que hemos aceptado los designios del sino sabemos cuál es la señorita Amy que queremos recordar, la que trasciende el mito y suena en nuestros oídos; por esa razón, Back to Black, vestigio fidedigno del cenit de su talento, es la Piedra Rosetta de su legado terrenal.
En el quinto sitio, tenemos el tema que da nombre al álbum, "Back to Black", uno de los momentos más emocionales y redondos de la obra de Winehouse, una canción cuya desgarradora belleza es un esbozo fiel de la oscuridad del corazón de su intérprete, lastimada por la pérdida de su pareja que se fue a los brazos de una vieja amante; con una ambientación casi cinematográfica, los arreglos de Ronson llevan a esta canción a un éxtasis tenebroso que acompaña a esa voz herida por una cueva de paredes sonoras sólidas de arreglos orquestales y guitarra rasposa, en donde la flema fúnebre de Amy escupe los pedazos de su corazón roto con cada entonación de su herida voz.
"Love is A Losing Game" es una balada de desamor rebosante de elegancia que recuerda a los momentos más puntuales de Billie Holliday; lo que destaca sobre todo en este corte no es el arreglo de Ronson, sino la interesantísima métrica de la letra, la cual ha sido comparada con rítmica de poesía isabelina. A continuación, está "Tears Dry on Their Own", la cual se basa en la épica versión de "Ain't No Mountain High Enough" que cantara Marvin Gaye con Tammi Terrell; Winehouse convierte la cálida melodía motown en un lamento de una relación quebrada de la cual le es difícil salir, una muestra de la química que tenía con la producción de Remi.
"Wake Up Alone", track octavo del álbum, es un tema que invoca las sensaciones corporales y mentales que implican tratar de no pensar en la persona amada; al ritmo de un arreglo sencillo, con coros armónicos y los insistentes golpeos de la batería y la guitarra, Winehouse relame su orgullo y reposa el fraseo de su voz. "Some Unholy War" muestra nuevamente el estilo arreglístico desnudo, casi sin pulir de Remi, en un tema que declara apoyo incondicional a la persona amada, sin importar los peligros que se puedan correr.
En el décimo lugar, tenemos "He Can Only Hold Her", tema que nos presenta de forma más prominente el virtuosismo vocal de los coristas masculinos que acompañaban a Winehouse en su tour, acompañados por el característico arreglo bailable de Ronson con piano, metales y percusiones; Amy declara que una vez que el corazón de una mujer como ella es robado, no hay hombre que la pueda confortar, por más cariño, por más palabras, por más besos, por más abrazos. El álbum concluye con "Addicted", un reggae al estilo Salaam Remi que habla sobre marihuana, o mejor dicho, un aviso al novio de una amiga para que no le robe su hierba; el canto de cisne de una carrera genial que en las ediciones americanas se omite por avatares de doble moral.
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Ahora que el patrimonio artístico de Amy está en manos de su padre, Mitch, quien ha lanzado una biografía de su hija hace pocos días, cualquier producto con su efigie podrá estar al alcance de la nostalgia y de la especulación; ¿Qué hubiera pasado si...?, ¿Por qué nadie la rescató?, el tipo de preguntas que buscan una tregua utópica con la realidad dura e irreversible de que esa chica no está más entre nosotros. Los que hemos aceptado los designios del sino sabemos cuál es la señorita Amy que queremos recordar, la que trasciende el mito y suena en nuestros oídos; por esa razón, Back to Black, vestigio fidedigno del cenit de su talento, es la Piedra Rosetta de su legado terrenal.
- Rehab
- You Know I'm Not Good
- Me & Mr. Jones
- Just Friends
- Back to Black
- Love is a Losing Game
- Tears Dry on Their Own
- Wake Up Alone
- Some Unholy War
- He Can Only Hold Her
- Addicted
Ese álbum es una joya de estos tiempo, es increíble. Ya que, por el lado contrario de Adele (se que son cosas distintas) no deja ese sabor dulzón de sus canciones de desamor, al contrario; lleva esa cadencia y melancolía de la daga en el mero corazón.
ResponderEliminarUn saludo!
En otro momento, voy a hablar del 21 de Adele, ya que es de mis favoritos y de ella he hablado ya demasiado en otros momentos. Lo que pasa con ella es que logra sublimar sus infortunios amorosos con su voz, su cara bonita, su sonrisa nerviosa y su lenguaje florido; me refiero por supuesto en vivo.
EliminarCon Amy, tenías la decadencia presente en todo momento, algo así como "el verbo hecho carne". Famélica, borracha, drogada, tatuada, verla debió ser algo bastante complejo, por no decir abyecto; tenía otro tipo de carisma, era mucho más tímida y retraída.
Tienes razón estimado Musa, Adele te hace sentir dolido, pero al terminar de cantar, hay un deleite, como cuando te deja de doler algo. Con Winehouse pasa lo contrario, te entierra la daga en el corazón como tú dices, y todavía te la entierra más para que hiera más profundo.