agosto 20, 2015

Yo Confieso #18: Han pasado 27 años...

Jackson Pollock (1912 - 1956)
"Number 27" (1950)
Óleo, esmalte y pintura de aluminio sobre tela
124.6 x 269.4 cm
Museo Whitney de Arte Americano, Nueva York

Por primera vez, salí del psicoanalista con escalofríos en las manos; después de dos sesiones con mareos, esta reacción me asustó y me puso en alerta, aún cuando me dicen que esos estímulos son producto del esfuerzo de la terapia. Me dijeron que era debido a que mi cuerpo tenía ganas de escribir entre tanta catarsis, entre tantas revelaciones. Al llegar a casa, me quedé dormido vestido con un dolor de estómago sin explicación, como si el cuerpo estuviera enviándome mensajes sin motivo aparente.

En el diván, había caído en cuenta de varias cosas: Tengo una debilidad hacia las voces en tercera persona; me encanta dejarme llevar por el ambiente y por los demás. Me he dado cuenta que han sido pocas las cosas que he decidido en vida en el plano de las experiencias y los buenos recuerdos; cuando me preguntaron cuál quería que fuera la última imagen que evocaría antes de morir, me quedé sin palabras, incapacitado a dar una respuesta propia. Dicho de otra manera, si esto fuera Harry Potter, no podría conjurar un patronus.

El pasado lunes, N.N. me decía que ahora que cumpliría 27 años, debía pensar en lo que me gustaba de mi vida y en lo que no me gustaba; mi tendencia a rebuscarme los pensamientos me llevó a imaginarme haciendo cortes de caja sobre qué había dejado de hacer y qué debería comenzar a buscar. En este año he ganado buenas amistades, pero mi tendencia a no dejar ir el pasado me lleva a invocar a los que se quedaron atrás; un buen regalo de cumpleaños sería volver a verlos aunque fuese un par de minutos. Pocas cosas le pido al destino.

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Me dicen que sigo siendo un niño, que aún me queda mucho por vivir, pero es tal la revolución en la que vivo que pienso constantemente en que quizás no haya mañana, como si compitiera contra una vejez prematura. Desde que dejé de escribir con regularidad, me siento más cansado y neurótico que siempre; tampoco he logrado tener lecturas productivas que no sean el releer aquellos libros que dejé sin concluir hace años; he retomado los cuentos de Julio Cortázar y algunas novelas que me obligaron a leer en la preparatoria. Nunca es demasiado tarde cuando no percibo garantías de despertar.

También estoy por cumplir 2 años en el trabajo; no puedo quejarme, toda la gente que está a mi alrededor es estimulante a su manera, para bien y para mal. Agradezco que no he dejado de aprender, que aún hay instantes de creatividad y reflexión cuando tengo errores, que aún tengo entusiasmo para seguir ahí. Sé que no voy a trabajar en donde estoy actualmente para siempre, pero al menos sigue siendo el trabajo que quiero tener en este momento de mi vida.

No sé si sea por la oficina o por alguna falta de distensión, pero duermo y despierto con más cansancio que siempre; lo explico con la idea de que estoy sintiendo con mayor intensidad, que tengo mayor resistencia a las adversidades y que he desarrollado mejor empatía hacia los demás. Aún cuando me sigo sintiendo como un antropólogo fuera de Occidente, me he dado cuenta que vale la pena estar con los ojos abiertos y receptivo a la vida. Suelo decir en la terapia que sentir no es para cobardes; ahora tengo que aprender a lanzarme a matar tras oler la sangre.

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Se puede vivir más intensamente, se pueden tener más experiencias, más historias qué contar y que cuenten mi paso por la tierra. Hay tanto que muero por hacer pero que por el miedo y el conformismo aún tengo pendiente realizar. Tengo que hacerme la promesa de que cada mes comenzaré a hacer algo que he dejado de lado por muchos años; aunque al final naufrague y lo deje de lado, no puedo dejar de intentar cosas nuevas. Si todo sale bien, agarraré algún buen hábito.

Un buen ejemplo sería regresar más seguido a este blog, aunque las ideas no sean del todo claras como durante los últimos meses, aunque simplemente deje un escupitajo de mis inquietudes y no tenga convicción de crear algo que sea estético y/o reflexivo. Lo bueno de que este blog no tiene un fin específico es que puedo escribir sobre cualquier cosa; además, hay muchos caminos a medio recorrer, incluso obras negras. 

El viernes, primero Dios, celebraré con compañeros de la chamba y con mis primos, gente a la que he aprendido a querer con la vida, gente por la que me hierve la sangre, gente que vale la pena tener para siempre. Bienvenidos han sido al frugal festín de mi vida; lo poco que tengo para ofrecerles es de ellos sin condiciones. Si vienen muchos más con el paso del tiempo, que así sea.

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