Hacen falta menos de 24
horas para un día clave en la vida política de México: Elecciones intermedias
para renovar representantes legislativos federales, así como también se
gobernaturas, diputaciones locales y presidencias municipales en diferentes
estados del país. Las campañas han terminado, la tregua empezó hace poco, y el
domingo se sabrá la verdad.
Ha habido muchos
movimientos, sobre todo mediante la red, que buscaban llevar a las personas a
presentarse a las casillas para anular su voto, argumentando que los políticos
son nulos, que no sirven, que no entienden las demandas de la ciudadanía, o que
no tienen otro interés más que el poder. Es interesante que finalmente, la
ciudadanía se levantó en búsqueda de nuevas opciones para expresar su opinión
sobre nuestro panorama partidista, y ojalá así siga siendo en el resto de las
elecciones que se llevarán a cabo en los estados hasta 2012, cuando se elegirá
nuevo ejecutivo.
Debo decir, sin embargo,
que en mi opinión esta iniciativa ciudadana va a cambiar las cosas muy poco o
nada en la muy inmadura democracia de los siguientes tres años debido a la no
consideración del voto nulo como válido por la ley y al protagonismo que le ha
dado ésta a los órganos políticos de representación, muchos de ellos, si no es
que la mayoría, carentes de una identidad propia e innovadora, o llenos de
grupos de interés económico. En este país, por la estructura de voto directo,
es muy importante el papel que desempeña el llamado "voto militante"
o "voto duro" de los partidos grandes, el cual se va a acentuar más
por los muchos votos anulados a manera de protesta civil.
Si de situaciones
preelectorales extraordinarias quisiéramos hablar, un estado va a ser
importante en esta elección: Sonora, gobernado por el PRI, podría cambiar de
partido en el poder debido a los trágicos eventos del incendio de una guardería
en la capital de la entidad, Hermosillo, que mató a cerca de 50 infantes. Lo
que llevó a este terrible suceso fue principalmente la red de impunidades que
permitieron que una bodega fungiera como un establecimiento de este tipo,
violando reglas de seguridad. Muchos personajes importantes en este lugar están
involucrados alrededor de esta catástrofe, y el gobernador, Eduardo Bours
(quien fuera llamado hace algunos ayeres uno de los posibles candidatos
"pa' la grande"), está en el ojo del huracán debido a su pasividad
para castigar a sus propios funcionarios.
Interesantemente
surrealista es el caso de Iztapalapa, una de las delegaciones políticas del
Distrito Federal, donde el poder del ex-candidato presidencial Andrés Manuel
López Obrador ha creado una crisis política. La manzana de la discordia es una
mujer llamada Clara Brugada, quien fuera de inicio candidata a delegada por el
PRD, pero que fue destituida por la corriente dominante en este partido. Otro
partido, el PT, grupo político al cual apoya AMLO, le ha abierto las puertas a
Brugada al poner a un candidato postizo (el folklórico "Juanito",
Rafael Acosta), el cual cederá su lugar si logra la victoria, mientras el PRD,
lastimado por el cisma de los partidos de izquierda que compitieron juntos en
2006 con López Obrador, ya tiene nueva candidata para esta demarcación. Si esto
resulta confuso, ya somos dos los atontados. No sería extraño que otro de los partidos
grandes, el PAN o el PRI, se lleve este botín.
Las actividades van a estar
color de hormiga, estimados. Esperemos que todo transcurra en paz y que el
virus del abstencionismo, tan terriblemente común en las elecciones en México,
no pese tanto en los resultados finales (hay cuestiones legales qué resolver en
este tema, el mexicano sólo parece entender a golpes). Ahora que si me
preguntan si voy a ir a votar, les respondería que sí, y que no me convencieron
los argumentos anulistas (aunque si esto lleva a la gente a participar en la
urna, será una víctoria de la democracia mexicana).
Esperando que el conflicto
político de Honduras, hablando de estos temas, se resuelva del lado de la
legalidad y sin culetazos o derramamientos de sangre, aprovecharé que en el
Distrito Federal no se aplicará la llamada ley seca, prohibición de venta de
alcohol en fin de semana electoral. ¡Una de cal por las que van de arena,
Marcelo Ebrard!
Me parece una muy interesante opinipon, aunque yo no creo poder hacer una pues soy un pésimo ciudadano: hace años que no tengo credencial para votar y, aunque la tuviera, no iría a hacerlo... Perdedor que es uno.
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