mayo 17, 2011

U2 en México: Mayo 15 de 2011

Bono y Adam Clayton en el Azteca (AP)

Había sido una noche complicada y una semana llena de expectación; Había estado esperando este día por largos meses, pero por fin iba a llegar. Sin embargo, esto no evitó que me desvelara haciendo mi trabajo final de semestre; desperté un poco después de mediodía para prepararme para el que debía ser uno de los grandes días de mi vida. U2 estaba en el De-Efe, ese día era el último de tres conciertos y yo tenía boleto para estar ahí.

Después de comer y de babosear en la web, llamé a J.C. (con quien fui el año antepasado a ver a Metallica) para saber dónde estaba; si algo me inquitaba era llegar tarde, pues los reportes de tráfico en la parte sur de la Ciudad de México indicaban enormes ríos de coches avanzando a vuelta de rueda. Él me dijo que no tenía que preocuparme, que llegaría en menos de dos horas a partir de que me recogiera. Por primera vez en mi vida dudé de sus habilidades para evadir el tránsito y llegar a su destino antes de lo previsto... y al parecer será la última.

A las 5 de la tarde, J.C. estaba en mi casa, junto con sus cuates R. y C.A.; estábamos estacionando el automóvil al cuarto para las 7. ¿Que cómo fue que llegó? Tomando las vías alternas a Calzada de Tlalpan y a Periférico, evitando las grandes calzadas en favor de otras con menor tamaño pero con mucho mejor flujo. El camino me pareció mucho más corto de lo que fue, entre la charla sobre lo que otras personas nos habían contado de los conciertos anteriores, el miércoles 11 y el sábado 14. El radio del auto de J.C. estaba corriendo uno de los CD's de Orgullo, Pasión y Gloria, indicándome que había sido algo inolvidable aquel sábado de junio hace dos años. No nos ahorramos el tener que caminar un largo trecho hasta el Estadio Azteca, el cual ya estaba a más de la mitad de su capacidad.

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El boleto que compramos era de los de la parte más alta del estadio, lo que en el argot del lugar se llama "Especial Alto". Para que se den una idea de desde dónde vi el concierto, lo vi junto a la pantalla gigante de la sección Norte, de tal forma que el escenario, la llamada "garra", nos quedaba lejos, pero totalmente de frente. (Si no conocen la estructura del Azteca, les dejo la foto que me tomé justo después de llegar). Si me hubieran dado la remotísima chance de elegir, hubiera tomado algún asiento de las plateas bajas, pero en conciertos de esta envergadura cualquier cosa es extraordinaria y casi nunca hay elección.

Un servidor en el Azteca, antes de empezar el concierto.

Ocho en punto. Había un ambiente extraordinario desde antes de empezar, algo que la banda que abrió el concierto, Snow Patrol, aprovechó de gran forma. Fue tan buena tal intervención que terminé por hacerme un converso de su música, la cual conocía muy poco (léase "Chasing Cars"). Gary Lightbody me pareció, de primera impresión, un frontman excepcional y carismático más allá de su detalle con el jersey de la selección con el 14 del Chicharito; Nathan Connolly es un guitarrista que tiene una energía arrolladora y Paul Wilson es un bajista cumplidor. Tom Simpson en los teclados se escucha bien aunque se ve poco, y Jonny Quinn es un baterista muy limpio. Un aperitivo a la altura del plato principal, que supo calentar gargantas y arrancar palmadas de una multitud que poco a poco parecía más entregada ante lo anhelado e inexorable a esas alturas de la noche. Pudimos tener una probadita de las propiedades lumínicas y de video de la "garra".

Al terminar Snow Patrol, y debido a las cervezas, me vinieron unas enormes ganas de pasar el baño, por lo que tuve que aventarme una odisea para bajar hasta la entrada de la tribuna entre un mar de gente que ya tenía los pasillos y las escaleras de acceso tomados. Fue un viaje difícil entre pisotones, empujones, gritos y quejas, todo en consecuencia de que nadie quería moverse ya para el evento principal. Después de mucho insistir y de recibir algunas mentadas pude regresar donde estaba, justo a tiempo para ver la ola que se estaba formando en las tribunas y escuchar a la gente cantando "Satisfaction" de los Rolling Stones.

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Nueve y media. En los altavoces sonaba "Space Oddity" de David Bowie, con su mítico conteo en reversa sobre el rasgueo de una guitarra de 12 cuerdas. Las pantallas se encendieron, el Azteca también; bajando por una de las rampas que llevaban al escenario, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. Justo detrás de ellos, el alma y la voz de la banda: Bono. En el momento en que llegaron al escenario, se apagaron la luces, dejando sólo aquellos focos de celular que daban la sensación de un universo lleno de estrellas.

Fue un inicio fugaz: "Even Better Than the Real Thing" hacía honor a lo que estaba sintiendo en esos momentos, entre incredulidad y emoción absoluta. De repente, la línea de bajo de "New Year's Day" arrancó mi grito más enloquecido de la noche, la canción que más me emociona de U2 en el momento menos esperado. me faltaba el aliento y me sobraba la voz. Sentí que volaba con el solo de The Edge; me perdí por esos segundos en un torrente de éxtasis. Justo después, sin demasiado descanso, dos canciones del álbum más reciente: "Get On Your Boots" y "Magnificent", con las cuales tuve el tiempo de recuperar mi respiración y tallar mis ojos para ver que esto era de verdad. Con "Mysterious Ways" volvió mi emoción, pude incluso bailar un poco y disfrutar de cada nota como si fuera la última.

Después de un constante fogonazo de emociones, Bono saludó a la gente con su estilo hipnótico característico. Tras presentar a la banda con nombres "muy mexicanos" (Adam fue el Galán, Larry el Macho, Edge el Ñoño y él mismo el Mil Usos, el cual fue coreado por todo el Azteca), procedió a enloquecernos un poco más. "Elevation" puso a saltar al estadio, el cual parecía caerse en pedazos cuando Bono subió al escenario a un niño que, ante tal pánico escénico, apenas y podía seguir cantando.

"Until the End of the World" me recordó a los mejores momentos que he visto grabados de la era del Zoo TV, cuando U2 jugaba a ser el fenómeno mediático del rock en medio de ironía y éxtasis televisivo. "All I Want is You" y "Love Rescue Me" (con un poco de "Worried Blues" de Bob Dylan) vinieron después de otra gran predicación de amor de Bono. "Pride (In the Name of Love)" fue el momento más emotivo, en donde Bono cuestionó el tráfico de armas proveniente de las tiendas de Estados Unidos, con las cuales el crimen organizado mata a inocentes en la guerra de Felipe Calderón. (Muchos dirán que el presidente le dio línea a Bono, pero él no es ningún tonto, además, hay algo muy cierto en su mensaje, que la agenda diplomática con Estados Unidos debe de priorizar ante todas las cosas el problema de este contrabando; la guerra no va a parar si Estados Unidos no hace su parte).

Pero volvamos al concierto: con la lectura de un poema de Nezahualcóyotl, el cual según recuerdo fue "El Águila y la Serpiente", leído por una mujer del público, Bono pidió nuevamente por la paz y la esperanza del país; "Beautiful Day", con un pedacito de "Blackbird" de los Beatles, fue el marco de tan emocionante momento. A esto siguió "Miss Sarajevo", la cual leí como referencia a Ciudad Juárez; no pude evitar cantar la parte de Luciano Pavarotti en la versión original, enjugada por mis lágrimas que entrecortaban mi voz. "Zooropa" nos demostró las propiedades del juguetito de la gira, la pantalla gigante que se desfragmenta en varios pedazos hexagonales, estado en el que siguió durante una de mis favoritas "City of Blinding Lights" y "Vertigo".

Siguió "I'll Go Crazy If You Go Crazy Tonight", la cual es un remix sobre el cual toca la banda, y al cual se agregan pedacitos de "Discothèque" y "Please"; pudimos ver a Larry moverse un poco por el escenario mientras tocaba un bongo. Con referencias a las revoluciones del Mundo Árabe, "Sunday Bloody Sunday" encendió aún más al estadio, sólo para volver a ponerlo a rezar con "Scarlet", joya escondida del álbum October. Con especial dedicatoria para la luchadora social Aung San Suu Kyi, "Walk On", en donde Bono cantó la parte final de "You'll Never Walk Alone". Se apagaron las luces por un momento que pasó como un suspiro...

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Un video protagonizado por el arzobispo anglicano Desmond Tutu, el cual habla sobre las luchas sociales contra el racismo en el mundo fue la introducción a "One", la canción omnipresente en todos los set lists de la banda desde el Zoo TV. Con el público en locura absoluta, el emocionante intro de "Where the Streets Have No Name" elevó la emoción a otro nivel; de nuevo las voces retumbaron el concreto del Azteca, que no se inmutaba ante algunos vientos que comenzaban a correr.

Se volvió a oscurecer el estadio para dar paso a un curioso video caricaturezco protagonizado por el alien de la portada del disco Zooropa. De la parte más alta de la "garra" apareció un curioso micrófono de forma circular en el cual Bono, con chamarra de luces, estaba suspendido. "Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Thrill Me" fue la canción con la cual Bono se columpió como Tarzán eléctrico en su liana transductora. A continuación "With Or Without You", una de los grandes clásicos que no puede faltar, una hermosa oración al misterio de Dios. Con muchos agradecimientos de parte de Bono, un mar de luces de celular y la compleja letra de "Moment of Surrender", terminaron esas dos horas y media de ensoñación.

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Con "Rocket Man" de Elton John y algunas imágenes de la Estación Espacial Internacional, se encendieron las luces en el Coloso de Santa Úrsula. Desalojar las tribunas del Azteca no fue mayor problema, lo complejo estuvo después de salir de las rejas que lo rodean. "Lleve su playera bordada por 50 pesos" decía un merolico de tantos que vendía sus productos a la salida, en medio de un mar de gente que avanzaba lentamente como la lava de un volcán por uno de los puentes que comunican al Estadio Azteca con las avenidas aledañas. Otro vendedor, ubicado justo frente a él, decía con voz apática, "Lleve la discografía completa, antes de que me lleven a mí". Tras ese peregrinar lleno de arrimones y apretujones, pudimos llegar al auto de J.C. Tanto él como R. y C.A. estaban tan extasiados como yo; habíamos vivido algo memorable, digno de ser contado a los hijos, de ser escrito en las páginas de un diario o en un blog.

Contra pronóstico, llegué a mi casa relativamente temprano, alrededor de la una y media de la madrugada del lunes 16. Tras avanzarle una vez más a mi trabajo final, me quedé dormido tarareando cada riff de The Edge que pasaba por mi cabeza...

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