julio 12, 2011

De la Selección Mexicana Sub-17: Lo que el futbol puede enseñar a una Nación

"El futbol es lo más importante de lo menos importante"
César Luis Menotti
Antonio Briseño, capitán de la Selección Sub-17, levantando el
trofeo de campeón. (Mexsport / mediotiempo.com)

El domingo pasado, gran parte del país se paralizó gracias a un grupo de jóvenes futbolistas mexicanos que disputaron el campeonato de futbol Sub-17 contra sus similares de Uruguay en el legendario Estadio Azteca. Todo estaba puesto para que se escribiera una de las páginas áureas de la historia del Bello Deporte en nuestro país; una final en el templo mayor del balompié nacional ante un público entregado como nunca en una tarde gloriosa. Afortunadamente, no hubo decepciones y el final fue el esperado.

Había sido un torneo bastante duro para estos jóvenes, que comenzaron el Mundial en medio de incertidumbres y dudas: tuvieron que medirse a grandes equipos para llegar a este objetivo, entre ellos a gran parte de las escuadras campeonas continentales. Los representativos de Corea del Norte, el Congo, los Países Bajos, Panamá, Francia, Alemania y Uruguay fueron rivales que exigieron la capacidad física, técnica y emocional de estos chicos. Poco a poco, la opinión pública se fue dando cuenta que esta Selección estaba para cosas muy grandes.

Desde mi punto de vista, fue desde el partido de Cuartos de Final contra el equipo francés que comencé a creer que el equipo mexicano podía quedarse con el campeonato. Me queda claro que en todos los deportes, la ventaja de localía es un aspecto muy importante a considerar y que el público mexicano le supo responder al representativo mexicano, pero las cosas se resuelven exclusivamente con el rodar de la pelota sobre el rectángulo verde. Ese partido contra Francia mostró el temple de los chicos; demostró que las piernas no temblaban ante las adversidades, sino que al contrario, estaban muy bien cimentadas. Richard Sánchez, el portero, había fallado en el 1-1 parcial, pero fue clave con una atajada que pudo ser un nuevo empate. El gol de Carlos Fierro, el matón de esta escuadra, marcó un triunfo por 2-1 más que sufrido pero merecido.

La apoteósis de Julio Gómez. (Mexsport / mediotiempo.com)

El juego contra Alemania fue un acto bellísimo de heroísmo combinado con la admirable virtud de la paciencia. Tras ir perdiendo 1-2 al minuto 60 de tiempo corrido, y con el técnico alemán apostando al orden y al tiempo, estos jóvenes no se rindieron. El empate a 2 de Jorge Espiricueta, espectacular gol olímpico en jugada accidentada, deberá ser recordado como un momento de luz cuando todo parecía nublado. Se ha hablado ya hasta el cansancio de Julio Gómez, paradigma e insignia de lo que pasó esa tarde calurosa en Torreón; después de haberse roto, literalmente, la cabeza en un encontronazo, regresó al campo con rudimentario vendaje para vestirse de héroe, sin importar los paquetes de sangre perdidos, al clavar el 3-2 final con hermoso tiro de chilena pegado al poste. Apoteósico.

La final contra Uruguay fue el momento donde el destino y el orgullo forjaron un pacto sagrado con la gloria. Los charrúas fueron un rival digno y demás complicado; desafortunadamente para ellos los postes no estuvieron de su lado, pues todo parecía pactado para un éxtasis verde. Los mexicanos no mostraron ansiedad, armaron su idea futbolística de forma ordenada, sin dejar que el Coloso de Santa Úrsula hiciera mella de sus habilidades. Con paciencia llegó el gol del capitán Antonio Briseño, premio futbolístico a un líder que pocas veces erró y que siempre supo rectificar los caminos. Después de varios sustos y de muchos intentos frustrados, con la oncena oriental totalmente arrojada al vacío, vino el 2-0 del relevo de lujo Giovanni Casillas, y con él la explosión absoluta de millones de gargantas a lo largo y ancho de México.

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Fue muy bello ver, como futbolero y como mexicano, que el sueño de estos 21 futbolistas se viera cristalizado con el campeonato de la categoría; está claro que este triunfo no va a cambiar la situación de violencia que nuestro país vive en estos días, ni pagará la deuda externa o resolverá la pobreza en la que la mayoría de la población vive, pero ayudó a que estos lastres fueron un poco más llevaderos, al menos por 90 minutos.

Esta victoria de este grupo de chicos es una llamada para todos los mexicanos, sin importar a qué nos dediquemos, sin importar si nos gusta o no el futbol, a ser mejores cada día. El técnico Raúl Gutiérrez, otrora un feroz defensor, supo encontrar en cada uno de sus jugadores valores y habilidades únicas, las cuales supo utilizar en cada momento del torneo; el proceso fue correcto, hubo graduación con honores.

Muchos personajes han querido "colgarse la medallita" para robar cámara, por lo que debe quedar claro que este logro pertenece exclusivamente a estos jóvenes y a sus familias, cimientos sobre los cuales se forjaron estos sueños hoy realizados. Pero ahora, ¿qué sigue para estos jóvenes triunfadores? Seguir trabajando para consolidarse lo más pronto posible en este deporte; hay que evitar tomar decisiones viscerales y precipitadas para que alguno de estos jóvenes no desaparezca en las páginas de la historia; el ejemplo de algunos jugadores Campeones Sub-17 de 2005 debe ser estudiado para no repetir errores.

Palabras más, palabras menos; no queda más que expresar admiración para cada uno de estos chicos, para su entrenador, para las personas que los auxiliaron en los partidos; para sus familias y para todos aquellos que permitieron que este sueño sea hoy una prometedora realidad.

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Hoy es martes; ayer lunes la Selección Sub-17 festejó en las calles de la Ciudad de México, y han sido recibidos ya en Los Pinos por Felipe Calderón, quien además estuvo en el juego con el presidente chileno Sebastían Piñera y con el mandamás de la FIFA, Joseph Blatter. También iban a ser recibidos por el Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard.

Ojalá así recibieran a las personas que exigen JUSTICIA por aquellos que han perdido; ojalá así hubieran recibido a los padres de la Guardería ABC o a los que exigen que se aclaren los feminicidios de Ciudad Juárez. (El olvido en tiempos de alegría tiende a ser más tentador...)

Desafortunadamente, lo sabemos, prevalece la cultura del oportunismo triunfalista...

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