Como adelanté, la siguiente entrada de la sección "Reporte Expo Temporal" de este mi blog de confianza está dedicada a la exposición que presenta en este momento el Museo Nacional de San Carlos, "México en los Pabellones y las Exposiciones Internacionales (1889 - 1929)".
Las exposiciones internacionales siguen siendo un tema muy importante a la hora de atraer turismo, inversiones, tecnología e intercambios culturales, por lo que esta exposición se puede vincular directamente a la imagen que el Estado mexicano ha dado del país en el mundo: recordemos la última gran feria de este tipo: Shanghai 2010, y la próxima, en la ciudad sudcoreana de Yeosu en 2012.
Elegí esta exposición, entre otras razones, porque nos revela, mediante arte, arquitectura, planos, dibujos, fotografías, video y documentos, cómo vieron los extranjeros a México, país en acelerado desarrollo, durante esos magnos eventos internacionales; y por ende, cómo quisieron los gobiernos de ese tiempo, tanto el porfirista como el posrevolucionario, que se diera a conocer el país. Esta exposición puede servir, en mi opinión, como punto de partida para una reflexión conciente: ¿qué México es el que queremos mostrar ante el mundo hoy en día?, ¿cuál puede ser una manera proactiva y eficiente de mostrar la riqueza y las virtudes de este país?.
La investigación de la cual derivó esta muestra fue concebida originalmente para ser publicada en un libro, pero finalmente se decidió que se realizara en exposición; el texto fue editado por el Patronato del Museo Nacional de San Carlos y está a la venta en la tienda del museo. Se trata de la primera exposición temporal realizada por el equipo curatorial de este museo en el año, después de haber albergado una importante muestra del gobierno argentino, "Realidad y utopía: 200 años de arte argentino".
Tuve la oportunidad de estar presente en la inauguración, ocurrida el pasado Jueves 11 de Agosto; así fue como lo vi...
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Poco antes de las 7 de la noche, se abrieron las puertas del museo, el antiguo Palacio del Conde de Buenavista, la residencia neoclásica construida por el arquitecto Manuel Tolsá a inicios del siglo XIX en lo que hoy es la colonia Tabacalera, muy cerca del Centro Histórico de la Ciudad de México. La asistencia, fue bastante buena, debieron haber llegado más de 300 personas, pero mejor no confíen en mi capacidad para calcular masas de gente. La lluvia amagó con pequeñas gotas, pero afortunadamente las nubes permitieron que el evento se llevara a cabo sin problemas.
Para inaugurar esta magna exposición, estuvieron presentes la maestra Teresa Vicencio, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, el doctor Ignacio Martínez del Barrio, Consejero Cultural de la Embajada de España, el licenciado Lorenzo Lazo Margáin, en representación del Patronato del Museo Nacional de San Carlos y la maestra Carmen Gaitán Rojo, directora del recinto.
Después de los discursos de rigor, se abrieron las puertas de la sala para la visita guiada impartida por los curadores de la exposición, Marco Antonio Silva Barón y Aurora Avilés García; tuve la posibilidad de estar entre ese afortunado séquito. La noche fue amenizada por el Ensamble Vocal Avi Canori, el cual interpretó algunas canciones de su repertorio mexicano. Hubo brindis de honor acompañado por delicioso bocadillos; la noche fue más que agradable en el patio ovalado de este museo, uno de los más emblemáticos de la ciudad.
Las exposiciones internacionales son realizadas con el fin de dar un marco de promoción a los Estados-Nación. Cada país que participa en estas ferias busca tener intercambios que permitan obtener socios para el desarrollo de su economía, su industria y su tecnología; también se busca fomentar el turismo y dar una imagen de la cultura de cada país, y uno de los factores que ayudan a esta empresa radica en mostrar el sano florecimiento de sus diversas manifestaciones culturales.
"México en los Pabellones y las Exposiciones Internacionales" se enfoca en hacer una reconstrucción de cuatro participaciones del gobierno mexicano ocurridas entre 1889 y 1929, buscando dar muestra de los valores artísticos que se entendían en cada momento como los más significativos de "lo Nacional". Todos estos experimentos, con sus diferencias formales, ideológicas y de inspiración histórica, buscaban divulgar entre las naciones que México era un país próspero y moderno.
Al principio de la exposición, se mencionan los antecedentes más importantes de las participaciones mexicanas en las Exposiciones Internacionales: el Pabellón Mexicano de la Exposición Universal de París en 1867, una réplica del Templo de Quetzalcóatl en Xochicalco auspiciada por el gobierno francés, y el proyecto planeado por el general Vicente Riva Palacio en 1879 para un evento de tal envergadura en la Ciudad de México, el cual no se llevó a cabo.
La participación de México en la Exposición Universal de París en 1889 es el primer bloque de la exposición; aquí, se hace un recuento del experimento de inspiración prehispánica del arquitecto Antonio Peñafiel, reflejado en el pabellón neoazteca que se construyó para la feria; el país aún estaba buscando su estilo nacional, y esta solución no fue la definitiva. Aquí podemos observar algunos ejemplos de los paisajes que se enviaron en la comitiva artística, pintados por José María Velasco y algunos de sus discípulos más aventajados, Cleofas Almanza y Carlos Rivera.
El segundo momento paradigmático que trata la exposición es la Exposición Universal de París en 1900, la cual fue la más célebre y espectacular de las ferias decimonónicas. En este bloque, se hace una puntual disección de la respuesta mexicana a los valores de progreso y modernidad que promovía Francia como centro dominante de la cultura en la época. Se muestra el pabellón neoclásico elegido para la ocasión, proyectado por Antonio M. de Anza, cuyo lenguaje arquitectónico iba más afín con un país moderno y en orden, como lo exigía el programa ideológico positivista del gobierno del general Porfirio Díaz.
Los años de la Revolución Mexicana obligaron a que México se viera en la necesidad de reconstruir sus cimientos económicos, sociales e ideológicos; la Exposición del Bicentenario de Brasil, organizada en Río de Janeiro en 1922, fue el primer experimento con proyecciones internacionales del periodo posrevolucionario en esta clase de eventos. El rol del pensador José Vasconcelos, principal defensor del mestizaje como factor de identidad mexicana, fue crucial a la hora de elegir un pabellón neocolonial, donde la raza constructura indígena y la herencia cultural española se conjuntan. También se señala el lenguaje plástico de vanguardia que se expuso en el mencionado edificio, eco de la renovación artística que comenzaba a plasmarse en el Muralismo poco tiempo antes, y que fue representado por el pincel de Roberto Montenegro.
Finalmente, la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929 significó un nuevo experimento donde se involucró la herencia prehispánica como motor creativo de un arte nacional, junto a la recuperación del arte popular y de los pueblos indígenas en su discurso. El pabellón neomaya de Manuel Amábilis Domínguez, la decoración de Víctor M. Reyes y las esculturas de Leopoldo Tommasi ejemplifican "ese imaginario de elementos prehispánicos e imágenes arquetípicas" [1] que ensalzó al régimen posrevolucionario.
Para complementar la exposición, se ha montado un bloque que nos otorga una muestra del arte que se pudo apreciar en las exposiciones parisinas. "En los Pabellones de París" tiende un puente, necesario y revelador, entre la muestra y el espíritu del Museo Nacional de San Carlos, el recinto de exhibición de arte europeo más importante de nuestro país.
Con ejemplos puntuales seleccionados entre el acervo del museo, este espacio nos muestra los valores artísticos que Francia mostró al mundo durante sus exposiciones internacionales. Aquí podemos encontrar obras de grandes maestros del arte francés como Jean Auguste Dominique Ingres, Élisabeth Vigée-Lebrun, Antoine Carle Vernet, Jean-Honoré Fragonard, Pierre Puvis de Chavannes, Eugène Horace Lepoittevin y Paul Delaroche, por mencionar algunos. También se incluyen algunas reproducciones de otras pinturas paradigmáticas, realizadas por alumnos pensionados de la Academia de San Carlos, llamada entonces Escuela de Bellas Artes.
Sobra decir que vale la pena darse una vuelta por el Museo Nacional de San Carlos, donde nos encontraremos con un pedazo de nuestra historia, con una mirada diferente de nuestro país y con una reflexión desde el pasado que forma nuestro presente.
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"México en los Pabellones y las Exposiciones Internacionales" se enfoca en hacer una reconstrucción de cuatro participaciones del gobierno mexicano ocurridas entre 1889 y 1929, buscando dar muestra de los valores artísticos que se entendían en cada momento como los más significativos de "lo Nacional". Todos estos experimentos, con sus diferencias formales, ideológicas y de inspiración histórica, buscaban divulgar entre las naciones que México era un país próspero y moderno.
Al principio de la exposición, se mencionan los antecedentes más importantes de las participaciones mexicanas en las Exposiciones Internacionales: el Pabellón Mexicano de la Exposición Universal de París en 1867, una réplica del Templo de Quetzalcóatl en Xochicalco auspiciada por el gobierno francés, y el proyecto planeado por el general Vicente Riva Palacio en 1879 para un evento de tal envergadura en la Ciudad de México, el cual no se llevó a cabo.
Tres de los paisajes que viajaron a París en 1889. De izq. a der., Carlos Rivera, Cleofas Almanza y José María Velasco (Fotografía del Autor) |
El segundo momento paradigmático que trata la exposición es la Exposición Universal de París en 1900, la cual fue la más célebre y espectacular de las ferias decimonónicas. En este bloque, se hace una puntual disección de la respuesta mexicana a los valores de progreso y modernidad que promovía Francia como centro dominante de la cultura en la época. Se muestra el pabellón neoclásico elegido para la ocasión, proyectado por Antonio M. de Anza, cuyo lenguaje arquitectónico iba más afín con un país moderno y en orden, como lo exigía el programa ideológico positivista del gobierno del general Porfirio Díaz.
Los años de la Revolución Mexicana obligaron a que México se viera en la necesidad de reconstruir sus cimientos económicos, sociales e ideológicos; la Exposición del Bicentenario de Brasil, organizada en Río de Janeiro en 1922, fue el primer experimento con proyecciones internacionales del periodo posrevolucionario en esta clase de eventos. El rol del pensador José Vasconcelos, principal defensor del mestizaje como factor de identidad mexicana, fue crucial a la hora de elegir un pabellón neocolonial, donde la raza constructura indígena y la herencia cultural española se conjuntan. También se señala el lenguaje plástico de vanguardia que se expuso en el mencionado edificio, eco de la renovación artística que comenzaba a plasmarse en el Muralismo poco tiempo antes, y que fue representado por el pincel de Roberto Montenegro.
Maqueta del Pabellón neomaya de Amábilis (Fotografía del Autor) |
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Una mirada a la sala "En los Pabellones de París" De izq. a der., Vigée-Lebrun, Fragonard y Lepoittevin (Fotografía del Autor) |
Con ejemplos puntuales seleccionados entre el acervo del museo, este espacio nos muestra los valores artísticos que Francia mostró al mundo durante sus exposiciones internacionales. Aquí podemos encontrar obras de grandes maestros del arte francés como Jean Auguste Dominique Ingres, Élisabeth Vigée-Lebrun, Antoine Carle Vernet, Jean-Honoré Fragonard, Pierre Puvis de Chavannes, Eugène Horace Lepoittevin y Paul Delaroche, por mencionar algunos. También se incluyen algunas reproducciones de otras pinturas paradigmáticas, realizadas por alumnos pensionados de la Academia de San Carlos, llamada entonces Escuela de Bellas Artes.
Sobra decir que vale la pena darse una vuelta por el Museo Nacional de San Carlos, donde nos encontraremos con un pedazo de nuestra historia, con una mirada diferente de nuestro país y con una reflexión desde el pasado que forma nuestro presente.
"México en los Pabellones y las Exposiciones Internacionales (1889 - 1929)"
Desde el 12 de agosto hasta el 3 de octubre
Museo Nacional de San Carlos
Desde el 12 de agosto hasta el 3 de octubre
Museo Nacional de San Carlos
Puente de Alvarado 50, Colonia Tabacalera
Delegación Cuauhtémoc, México D.F.
Estaciones de Metro y Metrobús más cercanas: Revolución e Hidalgo
Horarios: Mi a Lu, 10 a 18 horas. Cerrado en Martes.
Admisión: MX$28 Estudiantes, niños y adultos mayores entran Gratis.
Entrada libre los Domingos
www.mnsancarlos.com
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1.- Este reporte fue realizado con apoyo de los textos de sala de la exposición; en este caso, hice una cita textual, la cual forma parte de la ficha introductoria al bloque de la Exposición Iberoamericana de Sevilla 1929. Estos escritos fueron redactados por el equipo curatorial del Museo Nacional de San Carlos; para mayor información, se puede consultar el catálogo de la exposición.
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