Caspar David Friedrich (1774 - 1840) "Monje a la orilla del mar" (1809) Óleo sobre tela, 110 x 171.5 cm Antigua Galería Nacional, Berlín Imagen tomada de Gandalf's Gallery |
¿Dónde enterraré el cadáver del chico que fui ayer?
¿Dónde yacerán las ilusiones, las sonrisas, los párpados
agotados por la euforia y mi despierta ilusión?
¿Dónde guardo esos momentos sin preocupaciones,
cuando cabalgaba despreocupado entre mis sueños?
¿Dónde queda lo que en estos años he vivido
entre rincones salvajes y estrellas indomables,
ahora que me he encontrado con mi destino?
Más de mil veces fui rey de historias perfectas
que en el olvido amenazan con caer.
El sueño terminó como el golpe que hiere
los bronces curvos de los campanarios,
como la pesada e implacable mano
que cierra pastas de libros que terminan.
Las noches ya no serán refugios de miel
ni las liturgias agridulces de un novenario,
tripulante seré de mundos extraños
que entre escondidos ejes se culminan.
Abrazar caminos, en mil terrenos tendidos,
nunca ha sonado más difícil, ni más severo
en mis oídos vírgenes, en mis manos débiles.
En las manos del que fui estarán blandidos
tantos minutos inexorablemente perdidos,
y un reloj de arena a la mitad detenido
esperando andar pronto, que lo siguiente
deberá ser aprender de la vida que viene.
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