El pasado jueves, Mayo 10 de 2012, la leyenda viva más importante de la música popular de los últimos 50 años, Paul McCartney, se presentó en un concierto masivo en el Zócalo de la Ciudad de México. Noventa mil personas pudieron verlo en la plancha de la también llamada Plaza de la Constitución, otras cien mil estuvieron al pendiente en los alrededores mediante pantallas gigantes, y el mundo pudo ver el concierto en vivo gracias al stream en vivo del principal patrocinador del evento, Coca-Cola.
Esto es lo que provoca el mundo McCartney: lo que ocurrió la noche de ayer en el corazón del De-Efe fue mágico, Macca supo volver poner de cabeza a la ciudad con lo mejor de medio siglo de carrera artística. Se revisaron muchos de sus grandes éxitos con los Beatles y de su etapa solista, desde la ecuménica "Yesterday" hasta su última balada "My Valentine"; desde la brillante "Drive My Car" a la menos conocida "Every Night". La Beatlemanía en México volvió a confirmar su voto de fidelidad absoluta hacia su ícono más presente, el hombre que mantiene el legado del cuarteto de Liverpool vivo y pujante.
Haciendo una revisión de las canciones que Paul ha tocado en vivo durante los últimos años, hay un disco que es esencial para entender su sonido y su personalidad, así como las razones de su éxito rotundo después de los Beatles, ese álbum es Band on the Run (1973). El tan llamado "disco del escape" fue la primera obra maestra de McCartney "solista", el que le dio credibilidad y éxito internacional junto a Wings, la banda que formó junto a su esposa Linda McCartney y el guitarrista Denny Laine. En honor al exitoso periplo de Paul McCartney por América Latina y por México, les dejo la séptima entrega de mi Top 20 de Albums.
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El 10 de abril de 1970, se separaron los Beatles. Un poco más de un año antes, Paul McCartney se casó por ceremonia civil con Linda Eastman, una sobresaliente fotógrafa de rock, divorciada y madre de una hija. Con Linda, Paul tuvo tres hijos, se hizo vegetariano y dejó de fumar; por otro lado, Linda desplazó la fotografía por los teclados, la crianza de sus hijos y el activismo en favor de los animales. Como pareja, sus vínculos eran muy fuertes, a tal grado que comenzaron a firmar canciones como asociación; el segundo trabajo solista de Macca, Ram (1971), está firmado por él y por su mujer.
Fue entonces que la pareja McCartney reclutó a un grupo de músicos para una nueva banda que lograra capturar el espíritu de los concierto en vivo dentro de los estudios de grabación, la cual fue llamada Wings. Después de dos álbums exitosos en ventas, Wild Life (1971) y Red Rose Speedway (1973), los críticos olisqueaban la sangre de Paul; no entendían qué había pasado con su toque mágico para componer. George Harrison ya había editado su All Things Must Pass (1970), y John Lennon ya tenía el Imagine (1971); sólo hacía falta saber qué podía hacer McCartney en la plena libertad de su talento y sin sus comparsas de antaño.
El 8 de agosto de 1973, los McCartney, Laine, el ingeniero de sonido Geoff Emerick y los tres hijos de la pareja viajaron a Lagos, la ciudad más poblada de Nigeria, lugar donde EMI poseía unos estudios de grabación; en vez del paraíso que esperaban, se encontraron con una ciudad paupérrima, que unos años antes estuvo en guerra civil y sometida por una cruel y corrupta dictadura militar. Al llegar al estudio de grabación, se dieron cuenta de notorios retrasos tecnológicos: la mesa de control estaba defectuosa, había muchos equipos descompuestos y sólo contaban con una grabadora de ocho pistas; a estos problemas se agregaron otros: los McCartney fueros asaltados a punta de navaja en la ciudad y Paul sufrió un broncoespasmo que por poco lo mata.
Al tratarse de un álbum que fue producido con tan poco material humano, Paul se hizo cargo de gran parte de los instrumentos, así como de la producción; Macca repartió instrumentos entre su esposa y Laine, quienes también agregaron sus voces para los coros de toda la grabación. En menos de seis semanas, terminaron la grabación, y el 23 de septiembre, Wings regresó a Inglaterra con las maquetas que formarían Band on the Run; sólo era cuestión de agregar arreglos orquestales, los cuales estuvieron a cargo de Tony Visconti, reconocido por su trabajo con David Bowie. El disco llegó a las tiendas a inicios de Diciembre de 1973, y la recepción no pudo ser mejor: fue número uno en ventas tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, además de que recibió buena respuesta de los expertos; es disco de platino en Inglaterra y triple platino en Estados Unidos. También fue el último trabajo que Macca lanzó con el sello de la legendaria disquera de los Beatles, Apple.
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Los primeros dos tracks del disco son, sin temor a equivocarme, los más omnipresentes de la carrera solista de Paul McCartney, y los que mejor resumen su habilidad para crear grandes éxitos pop. El primero, "Band on the Run", es una pequeña escenificación de un preso que logra escapar de su condena física, no sin antes hacer una reflexión sobre lo que haría si es que lograra esquivar su condena perpetua. Los licks de guitarra y las líneas del bajo son simplemente fenomenales, y los arreglos de metales y la guitarra de 12 cuerdas le dan a la canción su identidad; pocas veces una guitarra de 12 cuerdas tiene un protagonismo tan rockero en una canción.
El segundo corte es "Jet", uno de los grandes triunfos de la historia de la música pop, una canción confeccionada en base a poderosas líneas de vientos, ensamblados con el poder del bajo de Paul, densos acordes de teclado y los coros a tres voces de la banda. La letra es por demás surrealista, con ciertos guiños involuntarios a las figuras de David Bowie. Las guitarras no son tan distorsionadas, pero existe poca suavidad en el tema. Tanto esta canción como su antecesora encuentran su mayor expresión en vivo, donde la adrenalina y el éxtasis de un escenario a reventar la proyectan hacia su mayor belleza.
La tercera canción, "Bluebird", es otra muestra de la importancia que tiene la ornitología en el lenguaje de Macca; la referencia que hace aquí a una de sus grandes obras, el "Blackbird" del Álbum Blanco (1968) es evidente, aunque esta vez haya realizado una balada, cursi como acostumbra, con coritos melosos y guitarra punteada, sobre el poder del amor como liberador del dolor. El siguiente track es "Mrs. Vandebilt" es una de las más divertidas del catálogo de McCartney, con su juguetón coro y los solos de saxofón de Howie Casey; cuenta la anécdota que cuando esta canción estaba siendo grabada, la luz se cortó en el estudio de Lagos, pero fue gracias a los generadores de emergencia que la toma no se perdió. Esta canción comenzó a incluirse en los conciertos de Paul en años recientes, y llegó para quedarse.
"Let Me Roll It" es el quinto episodio del disco, y nos muestra lo minimalista que puede ser un riff de guitarra dentro de una melodía; la canción puede sonar débil e incompleta, pero es en vivo donde proyecta toda su carga sensual. Cuenta el rumor que Paul buscaba hacer una canción al estilo Lennon, con ecos en la voz y un riff pesado como guía; si conocen la canción "Cold Turkey" de la Plastic Ono Band y han escuchado la voz de John en "Jealous Guy", entenderán lo que digo. A continuación, en sexto lugar, "Mamunia", el momento místico y delicado del disco, ensamblado en base a voces, la guitarra de 12 cuerdas de Laine y a los sintetizadores de Linda; mamunia significa en árabe algo así como "refugio seguro", y la palabra llamó la atención de Paul para sacar de entre sus papeles unos versos que había escrito sobre la lluvia y su relación con la renovación y el renacimiento del espíritu.
Casi sin dar tregua, aparece "No Words", una pequeña suite de amor oculto y ardiente escrita por Laine; lo que se destaca en esta canción es el intro, realizado por Visconti con gran sentido orquestal, así como el solo de guitarra de Laine en el final. En las ediciones norteamericanas del álbum, aparece como octavo track "Helen Wheels", una road song llena de rock n' roll y coros deliciosos, donde las guitarras son amenazantes y la percusión es estrambótica; de esas canciones ideales para cantar en el coche.
La anécdota detrás del noveno corte, "Picasso's Last Words (Drink to Me)" es una de las más pintorescas de la carrera de Macca, e involucra al actor Dustin Hoffman y la noticia de la muerte del gran pintor Pablo Picasso. En Jamaica, se encontraron Paul y Hoffman junto a sus respectivas parejas, quienes cenaron juntos una noche; cuestionando la capacidad del ex-beatle para componer canciones de la nada, lo retó a componer sobre una noticia de la revista TIME: la muerte del maestro cubista malagueño y sus últimas palabras. La canción, grabada en el estudio del baterista de Cream, Ginger Baker, en Lagos, intercala referencias a varias canciones del álbum, formando un collage entre arreglos orquestales etéreos, locuciones en francés y las bruscas guitarras de la melodía principal que recuerdan a canciones de pub inglés.
La última canción, "Nineteen Hundred and Eighty Five", me recuerda mucho al instante extático que termina el gran opus de los Beatles, el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967); me refiero, por supuesto, a "A Day in the Life". La canción comienza con el piano llevando la melodía junto a la batería y a los sintetizadores; en cierta forma, esa parte me hace referencia un poco a música electrónica, con cortes que dejan al coro y al piano desnudos, sólo para reiniciar los riffs del piano al inicio del tema. Después del solo de guitarra, los gritos de Paul al piano, una pequeña intervención de un clarinete y la batería a toda propulsión, aparece una orquesta para llevar el disco a un final repentino, el cual es decorado con un sampleo de la canción que da inicio y título a este trabajo, "Band on the Run".
Después de Band on the Run, la carrera solista de Paul McCartney ha conocido más de sabores dulces que amargos. Pese a haber incursionado en la música clásica y en la electrónica, no ha dejado nunca los escenarios del mundo, en donde renueva los votos de la Beatlemanía universal con todo el poder de la nostalgia y la buena música. No hay duda que el legado de Paul para el mundo sigue creciendo, pero en mucho le debemos su gran empuje a su primer gran éxito como solista. Band on the Run es más vigente que nunca gracias a las giras y a la gran aceptación de un público que, como el de los Beatles, es cada vez más grande y diverso.
Tracklist:
El segundo corte es "Jet", uno de los grandes triunfos de la historia de la música pop, una canción confeccionada en base a poderosas líneas de vientos, ensamblados con el poder del bajo de Paul, densos acordes de teclado y los coros a tres voces de la banda. La letra es por demás surrealista, con ciertos guiños involuntarios a las figuras de David Bowie. Las guitarras no son tan distorsionadas, pero existe poca suavidad en el tema. Tanto esta canción como su antecesora encuentran su mayor expresión en vivo, donde la adrenalina y el éxtasis de un escenario a reventar la proyectan hacia su mayor belleza.
La tercera canción, "Bluebird", es otra muestra de la importancia que tiene la ornitología en el lenguaje de Macca; la referencia que hace aquí a una de sus grandes obras, el "Blackbird" del Álbum Blanco (1968) es evidente, aunque esta vez haya realizado una balada, cursi como acostumbra, con coritos melosos y guitarra punteada, sobre el poder del amor como liberador del dolor. El siguiente track es "Mrs. Vandebilt" es una de las más divertidas del catálogo de McCartney, con su juguetón coro y los solos de saxofón de Howie Casey; cuenta la anécdota que cuando esta canción estaba siendo grabada, la luz se cortó en el estudio de Lagos, pero fue gracias a los generadores de emergencia que la toma no se perdió. Esta canción comenzó a incluirse en los conciertos de Paul en años recientes, y llegó para quedarse.
"Let Me Roll It" es el quinto episodio del disco, y nos muestra lo minimalista que puede ser un riff de guitarra dentro de una melodía; la canción puede sonar débil e incompleta, pero es en vivo donde proyecta toda su carga sensual. Cuenta el rumor que Paul buscaba hacer una canción al estilo Lennon, con ecos en la voz y un riff pesado como guía; si conocen la canción "Cold Turkey" de la Plastic Ono Band y han escuchado la voz de John en "Jealous Guy", entenderán lo que digo. A continuación, en sexto lugar, "Mamunia", el momento místico y delicado del disco, ensamblado en base a voces, la guitarra de 12 cuerdas de Laine y a los sintetizadores de Linda; mamunia significa en árabe algo así como "refugio seguro", y la palabra llamó la atención de Paul para sacar de entre sus papeles unos versos que había escrito sobre la lluvia y su relación con la renovación y el renacimiento del espíritu.
Casi sin dar tregua, aparece "No Words", una pequeña suite de amor oculto y ardiente escrita por Laine; lo que se destaca en esta canción es el intro, realizado por Visconti con gran sentido orquestal, así como el solo de guitarra de Laine en el final. En las ediciones norteamericanas del álbum, aparece como octavo track "Helen Wheels", una road song llena de rock n' roll y coros deliciosos, donde las guitarras son amenazantes y la percusión es estrambótica; de esas canciones ideales para cantar en el coche.
La anécdota detrás del noveno corte, "Picasso's Last Words (Drink to Me)" es una de las más pintorescas de la carrera de Macca, e involucra al actor Dustin Hoffman y la noticia de la muerte del gran pintor Pablo Picasso. En Jamaica, se encontraron Paul y Hoffman junto a sus respectivas parejas, quienes cenaron juntos una noche; cuestionando la capacidad del ex-beatle para componer canciones de la nada, lo retó a componer sobre una noticia de la revista TIME: la muerte del maestro cubista malagueño y sus últimas palabras. La canción, grabada en el estudio del baterista de Cream, Ginger Baker, en Lagos, intercala referencias a varias canciones del álbum, formando un collage entre arreglos orquestales etéreos, locuciones en francés y las bruscas guitarras de la melodía principal que recuerdan a canciones de pub inglés.
La última canción, "Nineteen Hundred and Eighty Five", me recuerda mucho al instante extático que termina el gran opus de los Beatles, el Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967); me refiero, por supuesto, a "A Day in the Life". La canción comienza con el piano llevando la melodía junto a la batería y a los sintetizadores; en cierta forma, esa parte me hace referencia un poco a música electrónica, con cortes que dejan al coro y al piano desnudos, sólo para reiniciar los riffs del piano al inicio del tema. Después del solo de guitarra, los gritos de Paul al piano, una pequeña intervención de un clarinete y la batería a toda propulsión, aparece una orquesta para llevar el disco a un final repentino, el cual es decorado con un sampleo de la canción que da inicio y título a este trabajo, "Band on the Run".
Después de Band on the Run, la carrera solista de Paul McCartney ha conocido más de sabores dulces que amargos. Pese a haber incursionado en la música clásica y en la electrónica, no ha dejado nunca los escenarios del mundo, en donde renueva los votos de la Beatlemanía universal con todo el poder de la nostalgia y la buena música. No hay duda que el legado de Paul para el mundo sigue creciendo, pero en mucho le debemos su gran empuje a su primer gran éxito como solista. Band on the Run es más vigente que nunca gracias a las giras y a la gran aceptación de un público que, como el de los Beatles, es cada vez más grande y diverso.
Tracklist:
- Band on the Run
- Jet
- Bluebird
- Mrs. Vandebilt
- Let Me Roll It
- Mamunia
- No Words
- Helen Wheels*
- Picasso's Last Words (Drink to Me)
- Nineteen Hundred and Eighty Five
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* Sólo en versiones norteamericanas.
Gracias Beto... ¿Me estás insinuando que Paul también se roza con el stoner en "Let Me Roll It"? Vaya que el solo es alucinante, pero nunca lo hubiera pensado por esas hierbas...
ResponderEliminar"Nineteen Hundred and Eighty Five" con las palmas es increíble, es como acelerar a tope y de repente frenar para volver a pisar el acelerador de a poquito...
Linda convirtió a Paul al vegetarianismo y la marihuana es un vegetal.Anawin.
ResponderEliminarSin duda, pero ese vegetal sí lo conocía. Se lo presentó Bob Dylan...
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