Alan Rickman como Severus Snape (WB) |
"Harry Potter trata sobre confrontar los miedos, encontrar la fuerza interior y hacer lo
correcto frente a la adversidad. Crepúsculo trata sobre la importancia de tener un novio".
Stephen King
Escribir una novela es una labor titánica, y una de las partes más apasionantes y que más complejidad solicita es la de desarrollar personajes acordes con la historia que uno desea contar. Cada personaje que interviene en el torrente de la trama debe tener un objetivo, una pasión que los mueva contra o con la corriente narrativa; un personaje es un vector de ambiciones y deseos cuya intervención conforma una historia que se borda entre los recovecos del argumento.
En el caso de mi labor como escritor de opera prima narrativa, me he encontrado con infinidad de problemáticas para crear personajes y hacerlos interactuar entre ellos: me pongo a pensar cómo son físicamente, con qué tipo de lenguaje hablan, qué tipo de características emocionales y sociales quiero que representen, qué tipo de ropa usan, cuáles son sus inquietudes, prioridades y gustos, etcétera; sin embargo, lo que más me cuesta es darles cuerpo, hacerlos desarrollarse como personas y no como entes de carácter inamovible. Podríamos hablar de muchos personajes memorables, pero mis conocimientos de literatura no son tan bastos, y es mejor hacer un ejemplo de un universo que la gran mayoría conozca, aunque sea por las películas.
Hablando con mi hermana, me vinieron a la mente los libros de la saga Harry Potter de J.K. Rowling; si ustedes han leido la saga completa, se habrán dado cuenta de la maestría con la cual la autora logra darle protagonismo a la gran parte de los personajes principales de la obra; cada uno tiene sus objetivos, su trasfondo, sus virtudes, sus defectos y su objetivo, el cual se va transformando junto con su carácter. ¿Quién hubiera pensado que el niño bobalicón llamado Neville Longbotton tendría el rol que tuvo en la última parte de la saga?, ¿acaso alguien se sospechaba que Lucius Malfoy y su familia rechazarían en algún momento su lealtad con Lord Voldemort?. Yo estoy seguro que no lo sospecharon en su momento, pero lo que a muchos pone a discutir apasionadamente es la suposición de si Rowling ya lo sabía desde antes de escribir.
En medio de esa sinfonía contrapunteada de personajes deseantes (haciendo mal uso del término), tenemos a la gran obra maestra de los personajes de la saga Harry Potter, el último que revela sus verdaderas intenciones, el último del cual un fan hubiera esperado tal ejemplo de amor: Severus Snape. Cuando lees Harry Potter y la Piedra Filosofal, lo último que esperas es que el profesor Snape sea bondadoso y busque defender a Harry; lo manejas como maquiavélico, inteligentísimo, cruel, frío y malvado a lo largo de la saga, y cuando parece que comienza a caerte bien, asesina a Dumbledore y huye con los Mortífagos. ¡El escenario perfecto para entablarlo como el gran traidor y ponerte ansioso por el final!
Y justo cuando había caído para siempre en tu desgracia, cuando ha sido asesinado por Voldemort y crees que su castigo ha llegado, te das cuenta de su sacrificio, forma de cariño para la madre de Harry, el amor eterno y frustrado del hombre del cabello grasoso y la túnica negro cuervo. ¡Anagnórisis pura para darle el tilde final a una historia cuyo final fue trágico pero que levantó la intriga de millones de lectores de todas las edades! ¿Acaso no lloraron? Entonces no tienen humanidad.
En cierta manera, todos aquellos que cuentan historias aspiran a tener un personaje que cautive e inspire tanto misterio como Snape, no sólo los que cuentan historias de misterio, novelas negras, literatura juvenil y thrillers de acción; ya sea cuando cuentas una anécdota o cuando escribes una novela, los personajes son agentes telúricos que cambian con un sólo acto todos los panoramas de una trama.
Hablando con mi hermana, me vinieron a la mente los libros de la saga Harry Potter de J.K. Rowling; si ustedes han leido la saga completa, se habrán dado cuenta de la maestría con la cual la autora logra darle protagonismo a la gran parte de los personajes principales de la obra; cada uno tiene sus objetivos, su trasfondo, sus virtudes, sus defectos y su objetivo, el cual se va transformando junto con su carácter. ¿Quién hubiera pensado que el niño bobalicón llamado Neville Longbotton tendría el rol que tuvo en la última parte de la saga?, ¿acaso alguien se sospechaba que Lucius Malfoy y su familia rechazarían en algún momento su lealtad con Lord Voldemort?. Yo estoy seguro que no lo sospecharon en su momento, pero lo que a muchos pone a discutir apasionadamente es la suposición de si Rowling ya lo sabía desde antes de escribir.
Y justo cuando había caído para siempre en tu desgracia, cuando ha sido asesinado por Voldemort y crees que su castigo ha llegado, te das cuenta de su sacrificio, forma de cariño para la madre de Harry, el amor eterno y frustrado del hombre del cabello grasoso y la túnica negro cuervo. ¡Anagnórisis pura para darle el tilde final a una historia cuyo final fue trágico pero que levantó la intriga de millones de lectores de todas las edades! ¿Acaso no lloraron? Entonces no tienen humanidad.
En cierta manera, todos aquellos que cuentan historias aspiran a tener un personaje que cautive e inspire tanto misterio como Snape, no sólo los que cuentan historias de misterio, novelas negras, literatura juvenil y thrillers de acción; ya sea cuando cuentas una anécdota o cuando escribes una novela, los personajes son agentes telúricos que cambian con un sólo acto todos los panoramas de una trama.
Hay historias que son sueños ... un beso y abrazo muy fuertes para ti. Extraño ser intelectual ...
ResponderEliminarYo también lo extraño, intelectual de biblioteca y salón...
EliminarDe hecho, la historia de J.K. Rowling surge cuando ella se estaba echando una pestañita en un tren de Londres a Manchester. En cierta forma, tiene que ver lo que me dices...