El Gusano con esteroides llegando a Zapata... (Fotografía del Autor) |
El pasado viernes, iba en el coche con mi mamá por una concurrida calle al sureste de la Ciudad de México, una de las que se vieron afectadas por las obras del sexenio capitalino que termina. Mi madre necesitaba recargar combustible, y la única gasolinera que le da confianza es una que se encuentra por su trabajo, razón por la que estábamos en esos rumbos. Era casi media noche, y la mujer que despachaba conoce demasiado bien a sus clientes, por lo que mamá la saludó de beso y le preguntó por sus hijas. Lo primero que pensé, como siempre, fue "¡típica amiguita de mi mamá!"
"Después de tres años y medio en la tarde, ya me regresé al turno de la madrugada. Mi hija la mayor está bastante sacada de onda, pero me hacía falta estar con ella". En los ojos de esta mujer, había cierto dejo de añoranza a su viejo horario diurno. "Cierto, ya casi inauguran el Metro", pensé mientras mamá le respondía algo que no recuerdo; las palabras de esa mujer de cabello teñido corto y sonrisa amplia me llevaron a recordar quién era cuando las obras de la Línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo comenzaron en 2009. En aquellos días, iba en sexto semestre de licenciatura, tenía mucho menos panza, fumaba más y este blog no existía; hoy, soy maestro de secundaria, leo ocho veces más rápido, duermo a deshoras para redactar esta bitácora y me he desentendido de la historia del arte académica por el momento. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
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Mucha fue la espera, ya lo queríamos estrenar... (Fotografía del autor) |
Ayer, para ir a mi trabajo, necesité de dos boletos del Metro (MX$6), un pasaje de pesero (MX$3) y una entrada al Metrobús (MX$5); con la Línea Dorada, como la llamaron, sólo necesitaré los primeros, aunque caminaré un poquito más de lo que solía hacerlo. Después de mil problemas viales, asuntos de ingeniería civil que retrasaron la obra y el reclamo diario de miles de conductores de automóvil, tenemos una nueva alternativa de transporte subterráneo. Varios segundos pisos y cuatro Metrobuses después, el GDF por fin pudo darle a la remota delegación Tláhuac un trayecto de gusano naranja para comunicarla con la parte central de la urbe. Cada delegado del De-Efe de izquierda puede presumir al menos una magna obra de infraestructura: el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas tiene su línea B, AMLO tiene los puentes viales y Marcelo Ebrard la línea 12 y los Metrobuses; saldo decoroso para tres hombres a los que la grande se les ha negado gracias a circunstancias más allá de su habilidad para gobernar.
Hoy salí temprano de casa sabiendo que tenía que llegar a la chamba antes de las 10, así que fui a mi transborde con la intención de conocer la obra de camino hacia allá, pero me desilusioné al ver a los policías dando explicaciones de por qué no había paso aún; más tarde, hace unos minutos para ser exactos, escuché la voz de Felipe Calderón en el noticiero de López Dóriga. El Estado Mayor Presidencial verificó la obra antes que nadie; los manchamanteles largos tenían que esperar. En la chamba, di mis clases, califiqué cuadernos, paleografié redacciones ininteligibles y platiqué un rato con mis compañeras. A las dos de la tarde, iba rumbo al Metro con el Artaud de Spinetta sonando en mis audífonos.
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Aún no le rayan los vidrios, está limpio y fresco, ojalá dure así por mucho tiempo... (Fotografía del Autor) |
Requerí quince minutos para llegar al transborde del metro Zapata, donde tendría mi primera vez con la nueva obra. No sé describir el porqué del ardor que sentía en mis ojos y nariz al recorrer los pasillos de conexión entre la añeja línea 3 y la incipiente ruta 12; pudo haber sido la sensación del mármol recién pulido o a la contaminación ambiental, más visible que otras veces gracias al cielo nublado. Las piernas no me molestaban, parecía que estaba flotando hacia un camino marcado sin preguntarme las razones; a mi lado, varias personas con cámaras grababan testimonios de usuarios, así que saqué mi iPod para tomar algunas imágenes con su cámara. Aproveché para arrancar el shuffle de mi reproductor musical, no sé si era adecuado para el momento, pero sonó John Mayer, después Joe Cocker y al final Jaco Pastorius.
El movimiento del gusano naranja y verde era suave como el de una mesa de billar, las pantallas en los relojes causaban susurros de impresión, el ambiente era amable pese a la hora pico. El segundo transborde, el que me llevaría a mi línea de Metro habitual, fue un gran contraste, un camino muy largo entre lo bastante nuevo y lo demasiado envejecido; lo que es novedoso suele siempre dejar mal parado a lo que no se ha remozado con esmero. Cuando salí de la estación que está a dos cuadras de casa de mi mamá, recordé una canción acorde a la ocasión para redondear ese primer viaje por la 12, la Dorada, la del carnal Marcelo. Venga, mejor les dejo un pequeño playlist, aprovechando la ocasión para celebrar, sólo por variar.
Valió la pena tanta espera. Ahora hay que cuidarlo, que salió bastante caro.
Playlist:
- El Tri - El Fantasma
- John Mayer - Clarity
- Joe Cocker - When the Night Comes
- Jaco Pastorius - The Chicken
- Javier Álvarez - Metro Chabacano
- Rockdrigo González - Metro Balderas
- Pescado Rabioso - Bajan
- Tom Waits - Downtown Train
- Duke Ellington - Take the "A" Train
- Café Tacuba - El Metro
Chécalo, a mí me gustó cómo quedó. Ojalá no se llene de ambulantes como los otros.
ResponderEliminarDel Artaud voy a hablar en mi Top 20 en Español. Después de tanta cosa bastante fresa, voy a hablar de algo más profundo, pero necesito el tiempo y la inspiración.
Sí, profe de secundaria, la paciencia a lo máximo. Lo estoy disfrutando como nada en el mundo. Saludos!!!