Ultimamente
he tenido tanto por hacer en la escuela, como cualquier otro chico de los pocos
que asistimos a la educación superior en México. Malditos sean el stress y la
flojera, pero por alguna razón no puedo hacer las cosas con anticipación.
Seguramente
a muchas personas también les ha pasado, que no pueden ser efectivos trabajando
en cualquier cosa sin tener encima la presión del tiempo. No me parecería fuera
de lo común que incluso haya personas que disfruten este estado de
incertidumbre ante la posibilidad de terminar satisfactoriamente un encargo.
Esto también podría interpretarse como parte de
una idiosincracia de "dejar todo para el final" (lo que no
necesariamente significa que seamos gente floja, todo lo contrario), pero hay
también cosas que a los mexicanos les gusta planificar con mucha anticipación,
sobre todo las celebraciones, algo que es natural en nuestra forma de ser
festiva y alegre, y los grandes planes a futuro en nuestra calidad de soñadores
y visionarios.
Supongo
que esto es fiel reflejo del tiempo en el cual vivimos, donde todo debe estar
planeado y elaborado rápidamente. Es en parte una lástima que hoy en día no
podamos dedicarnos a elaborar cualquier cosa cuidadosamente, sin presiones,
pensando todo precavidamente, dedicándole todo el tiempo. Suelo pensar mucho en
los filósofos y en los pintores (quizá por mis estudios), pero también los
científicos y los inventores (siendo Leonardo el gran paradigma del
"todólogo" que invierte su tiempo en observar e imaginar). Hoy el
regente es el dinamismo, y los humanos de hoy somos pasajeros de su
movimiento...
Así
que, supongo, hoy en día nos hace falta detenernos y pensar las cosas, planear
a corto, mediano y largo plazo, para todo lo que tengamos que hacer... incluso
las tareas y entregas escolares...
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