Del Festival Corona Capital 2011, Octubre 15 de 2011 (Parte 1)

El pasado sábado 15 de octubre, estuve en el Autódromo Hermanos Rodríguez para vivir el Festival Corona Capital 2011, el concierto masivo más importante del segundo semestre del año, donde había una gran expectativa por el gran cartel que estaba anunciado.

Desperté pasadas las 10 de la mañana; había tenido una noche demás complicada para poder dormir y tener suficiente descanso para este día, el cual esperé con paciencia por casi 3 meses. Desayuné lo mejor que pude, sabiendo que necesitaría mucha energía y que mi presupuesto era limitado; el Corona Capital sería mi primer concierto de su tipo en la vida, y quería aguantar hasta el final. Lentes de sol, gorra y un rompevientos, estaba más que listo.

Tuve que esperar a mi hermana, quien como yo, iba a tomar el Metro; necesita un cuaderno de química para estudiar y había quedado de verse con un amigo. Salimos a las 11:45 en dirección a Chabacano, donde ambos teníamos que transbordar. Nos separamos para dirigirnos hasta nuestros destinos, tomé la línea 9 hacia el Autódromo Hermanos Rodríguez, al oriente del De-Efe.

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Cortes de pelo en el stand de Ibero 90.9 (Foto del autor)

Desde el momento en que bajé en la estación Ciudad Deportiva, había quien preguntaba si te faltaban o sobraban boletos; en México, la reventa es uno de esos asuntos por resolver, todo un poder fáctico del espectáculo y una industria millonaria a su alrededor. Alrededor de las 12:30 ya había bastante gente reunida, sobre todo gentes de mi edad; había puestos para desayunar y muchas tienditas para comprar bebidas o cigarros. Veinte minutos de caminata para llegar al acceso: esto sería más agotador de lo que pensaba. El asunto había comenzado alrededor de las 11 de la mañana, y apenas estaba calentándose, como si el sofocante sol no fuera suficiente.

Llegué a la zona de escenarios, de los cuales había cuatro, localizados estratégicamente para permitir a los asistentes escuchar a las bandas sin afectar el sonido de otras que estuvieran tocando al mismo tiempo. En el Escenario Corona Light, Madame Recamier terminaba su intervención con "Luz Verde". Tras reconocer el terreno, recorrí el enorme trechohacia el Escenario Capital, donde haría mi primera parada de la tarde; a la orilla de la pista, había puestos de cerveza y distintos módulos de medios musicales: MTV, Rolling Stone, WARP, LifeBoxset.com, Ibero 90.9, Marvin, Hewlett Packard, incluso Mirrreybook. Además, había unos parajes debajo de los puentes de la pista donde la energía de bicicletas pedaleadas dispersaba agua para refrescar el camino. Eran las 13 horas cuando ya estaba en posición para ver el primer acto en mi agenda: Ruido Rosa.

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Alejandra Moreno, de Ruido Rosa (Toni François / tono.tv)

Ruido Rosa salió al Escenario Capital a las 13:15; elegí a esta banda chilanga para iniciar mi día de festival por una razón muy específica: para comprobar lo que tanto me habían platicado (saludos Beto Martínez). Esta banda está compuesta por cuatro chicas, bellas y virtuosas por igual, y cuyo sonido es duro, sólido y cuidado, como el de una navaja que corta el terciopelo de un tajo. Entre sus credenciales están el Vive Latino de este año, su EP debut, el cual las colocó como una de las promesas emergentes de la escena mexicana, y la deliciosa anécdota de haber aplacado los gritos más pervertidos de la más maquillada y militante KISSiandad, uno de los mejores encomios que el mundo del rock puede otorgar.

Al frente, la poderosa y áspera voz Alejandra Moreno; en la guitarra, los poderosos riffs de la Fender Jazzmaster de Daniela Sánchez; en el bajo, las poderosas y precisas líneas de Carla Sariñana; finalmente, en la batería, Maryluz Alatriste, la fiereza que pone la cereza en un pastel de cianuro con sabor a chicle bomba. No esperaba un concepto demasiado recargado en imagen, no esperaba outfits ni maquillajes estridentes; sólo esperaba rock crudo, desnudo, sensual, travieso, peligroso... demasiado honesto.

Era temprano, el astro rey observaba desde el cenit, había un buen número de gente, pero el ambiente resultó ser relajado, incluso familiar. Alejandra identificó rostros conocidos y saludó a algunas personas entre el público. "Más" comenzó las hostilidades, a la cual siguieron "Nada" y "Mildred"; con "Días de Verano" lograron ganar el aliento de los presentes, amarrando el ambiente con su primer sencillo, "Dentro". Tras una breve pausa, presentaron una nueva canción, "Ending", para cerrar con "Consecuencias" y con su canción más conocida, "Miedo a Caer". Cuarenta minutos se fueron como una llama en la punta de un cerillo, pero mi corazón había ganado una nueva girl band favorita. Contra pronóstico, me llevé un sticker antes de partir a mi siguiente destino.

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Priscila González, de Quiero Club
(Daniel Patlán / lifeboxset.com)

Me armé de paciencia para recorrer el largo trecho de vuelta al Escenario Corona Light, donde ya se esperaba a Quiero Club, banda de Monterrey cuyo concepto experimental era uno de los highlights del festival. Al frente, las voces de Priscila González y Marcela Viejo; Gustavo Mauricio en la guitarra, los sampleos y la voz masculina; Luis Ezequiel al bajo y Boscop Benavente en la batería, acompañados por un trío en los coros. Comenzaron su fiesta a las 14:20 con "Música", para seguirla con "No Coke", canción que despertó los cantos de sus fanáticos más que presentes; fue imposible unirse a tanta celebración.

Los ensambles vocales de la banda son maravillosas, una ensoñación aparte en medio del sonido electrónico lúdico y divertido, fusionado con simples toques de guitarra; en vivo suenan con garbo desmedido. "Las Propiedades del Cobre" antecedió a su nuevo sencillo, "Días Perfectos", como fue su actuación. Siguió "Minutos de Aire", una de las mejores canciones compuestas por una banda mexicana de cualquier género en los últimos años. Para terminar, "Let Da Music" y "Backstage Drama". Me retiré rápidamente, no por indiferencia, sino porque enfrente iba a comenzar otro de los actos que estaba esperando; una chica enfundada en la playera blaugrana del FC Barcelona se abría paso tras de mí, con sus manos en mis caderas.

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Ximena Sariñana (Toni François / tono.tv)

En el Escenario Corona, justo al frente del Corona Light, se preparaba la participación de Ximena Sariñana, vieja conocida, amada y odiada, en una nueva faceta, con un nuevo sonido y enfocada a un nuevo mercado, el anglosajón. Saltó al escenario con su banda a las 14:50. Al inicio, me pareció extraña y distante, ya que no he escuchado sus nuevas canciones en inglés; había elegido arrancar con "The Bid" y "Shine Down", pero al saludar al público, el más numeroso para el que había tocado, me di cuenta que poco había cambiado en ella.

"Echo Park" fue la siguiente canción, antes de tocar algunas de las canciones de su trabajo anterior; para "Normal" llamó al escenario a Natalia Lafourcade, amiga que ayudó en la producción de su nuevo material, lo cual causó estruendo pese a que su actuación fue, desde mi punto de vista, desigual. Siguió "La Tina", el mejor momento de su setlist, un estruendo de distorsión de guitarra sublime, surgido de la serenidad del glockenspiel y la voz recitante de Ximena, de tiernas y perversas texturas. "Love Again" y "Different" completaron el ciclo de esta actuación, la cual me dejó ganas de buscar su nuevo disco para escucharlo con calma.

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Rata, de Austin TV (Daniel Patlán / lifeboxset.com)

Era el tiempo de tomar un break, de soltar las piernas, de nivelar mi hidratación y de comenzar a buscar a J.C., uno de los mejores compañeros de conciertos que se puede pedir. Comenzaron las incomodidades: los baños portátiles eran una oda a la inmundicia, la señal de los teléfonos celulares era nula y el sol caía como plomo sobre mi cabeza. Busqué sombra y un lugar para acostarme en medio de un oasis de colchones con forma de pan para hot-dogs. El celular vibró, mis esperanzas en Carlos Slim quisieron renacer: tenía que buscar a J.C. en el Escenario Corona.

A las 16:00, había comenzado Austin TV, una de esas bandas memorables de la escena rock mexicana, maestros del disfraz, de los pasajes oníricos y de la estridencia teatral. Fando, el líder y guitarrista, dirigía con sus palabras a fanáticos y neófitos, invocando unión y armonía con la música; Chio San, la tecladista y encargada de los samplers, le hacía buena segunda; completan la banda Xnayer en la guitarra, Rata en el bajo y Totore en la batería.

Fueron cuarenta minutos convertidos en un viaje por un sueño de sonidos impecables como el de las esferas cósmicas, con sonidos de trompa matizando guitarras acústicas y suaves teclados; los nombres de las canciones importan poco, ya que quedan perdidos en el suave despertar, dejando taninos deliciosos en la memoria. De hecho, este setlist no lo puedo reconstruir, ya que no conozco a fondo el trabajo de la banda, guilty me. El panameño Cienfue fue el invitado de honor de la banda, quien contribuyó con su guitarra de estruendo en el momento en el que el sueño se volvió un torbellino apasionado y frenético. El fin fue brusco como una siesta interrupta, pero había que seguir la jornada; lo mejor estaba por venir.

Esta historia continuará...