Después de dos meses de incógnita, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dio su fallo; después de desechar las impugnaciones de la izquierda, declaró que era menester nombrar presidente electo a Enrique Peña Nieto.
La historia es más que conocida, el emperador anda desnudo y la decisión de ayer busca revestirlo con el abrigo de una legalidad obtusa. No hubo tarjetas de Monex, ni gallinas enfermas de fiebre porcina ni acarreo demasiado grande y flagrante para lograr lo que Panamá hizo hace unas semanas, anular una elección amañana. El PRI desfila hacia Los Pinos con sus fósiles resurrectos tratando de disfrazar las entrañas putrefactas de México.
Ahora, después de todo lo dicho, se viene un periodo duro, donde quien determinará cómo se moverán muchas de las piezas será Andrés Manuel López Obrador. Las calles comenzarán a hervir y el olor a fuego está en las narices de muchos.
Van a necesitar muchos arcángeles...¿Por qué la humanidad a veces retrocede? Suerte! Individual y al país.
ResponderEliminarMuchas gracias Isabel. Es un gusto tenerte por acá. Esperemos que todo salga bien en el futuro.
Eliminar(También voy a necesitar un mejor micrófono y mejor dicción).
Toda la razón... es una pena.
ResponderEliminarEfectivamente, una pena que la ley está hecha a la medida de pocos...
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