El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría
saludarás tú al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.
Derek Walcott, "El Amor Después del Amor".
En el devenir de la música popular en nuestros países latinoamericanos, ha habido obras musicales que han marcado a fuego la educación sentimental de toda una generación de personas, sin importar condición económica y rango social. Cada cierto tiempo, surgen artistas que rompen todos los moldes conocidos y cautivan a las masas con su talento y sus habilidades instrumentales; algunos tendrán su instante de fama, pero otros se volverán ídolos por generaciones. La canción, medio y fin de todo cantautor o intérprete, tiene el potencial de incrustarse en el imaginario de un grupo de personas por periodos de tiempo difíciles de escatimar; hay canciones que perduran poco, y hay las que se convierten en referentes de una época.
Sin embargo, son pocos los álbumes que logran crear un consenso entre una colectividad a la hora de ser llamados referentes entre una muestra de manifestaciones tan rica como la que existe en la música de América Latina. Tal es el caso de un álbum en particular que fue un antes y un después en la historia del rock argentino, tan lleno de grandes exponentes y tan fastuoso en estilos y temáticas. Un álbum que no sólo es el que más copias ha vendido en el país austral hasta la fecha, sino que también significó la consagración definitiva como artista de su creador. El álbum del que hablaré a continuación es El Amor Después del Amor (1992) de Fito Páez, el cual celebra este año veinte años de existencia y es parte de mi Top 20 de Albums en Español.
En 1990, el chico mimado del rock argentino, Rodolfo Páez Ávalos, compositor y pianista nacido en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina el 13 de marzo de 1963, producto de una generación de artistas inmediata a la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional, y que había adoptado el nombre artístico de Fito Páez desde los 18 años de edad, se encontraba un momento artístico complicado. Su contrato discográfico con EMI había expirado, no tenía dinero ni para comer y se encontraba endeudado con los músicos que participaron en su séptimo disco de estudio, Tercer Mundo (1990). Al rescate llegaría WEA bajo el auspicio de un amigo de infancia del cantante, el guitarrista Fabián Gallardo, quien gestionó la llegada de Fito a esa compañía, el pago de sus deudas y la edición de su disco.
Recuperado de sus apuros financieros, aunque aún con presupuesto ajustado, Páez viajó a Europa para promover su material en Francia, Holanda y España, donde tuvo una serie de experiencias vivenciales relacionadas con los excesos, una especie de viaje de peregrinación en el que el joven Fito pudo conocer emociones nuevas; fue ahí donde el cantautor se enteró del buen recibimiento comercial de su reciente álbum en su tierra. De vuelta en América y después de varios conciertos, el 11 de febrero de 1991, Fito conoce en una fiesta de disfraces en Punta del Este a la actriz Cecilia Roth, de la cual se enamoraría perdidamente pese a que era una mujer casada; a finales del año, ella estaba divorciada y ambos estaban viviendo juntos.
Argentina pasaba por un periodo de aparente bonanza económica fomentada por las políticas neoliberales del gobierno de Carlos Saúl Ménem, la cual llevaría a tremendas recesiones durante la siguiente década. El éxito de Tercer Mundo llevó a los ejecutivos de Warner a otorgar presupuesto para que Fito grabara un nuevo material, el cual fue armado en Punta del Este junto al productor Tweety González; fue en esta ciudad costera donde surgieron las maquetas de varias canciones que superarían el corte de aquel proyecto. Muchos han atribuido la inspiración de Páez a la presencia de Roth en su vida, algo que es difícil de explicar; lo que sí se puede afirmar es que estaba en un momento de creatividad inusitado, donde las canciones se manifestaban una a una de forma espontánea.
La producción de El Amor Después del Amor fue realizadas en diferentes etapas y sedes; la gente de Warner llamó a dos productores, el chileno Carlos Narea y el británico Nigel Walker, los cuales trataban de darle certidumbre a la disquera ante la inquietud atómica de Páez. El papel de ambos terminó por ser determinante, aunque Fito y Tweety no dejaron de tener el comando creativo; Narea se encargó de lo ejecutivo y Walker de lo estrictamente sonoro, al grado de que estimularía la revolucionada creatividad del rosarino de forma inusitada. Entre Buenos Aires y Madrid se grabaron las canciones, los arreglos vocales y las intervenciones de los invitados del disco; en Londres se realizaron la mezcla final y los arreglos orquestales, dirigidos por Carlos Villavicencio. Para el verano de 1992, El Amor Después del Amor estaba en el mercado; mucha gente sabía que sería un gran éxito, pero poco previeron sus consecuencias.
Durante la grabación de este álbum, Fito maniobró sobre olas de oro en cuestión de posibilidades técnicas; el enorme presupuesto que se le había otorgado permitía que tanto él como sus músicos e invitados pudieran proponer un abanico inmenso de variantes de producción. Uno de los valores más importantes del legado de este álbum al rock argentino y a la música grabada en América Latina fue la novedad de los recursos que presentó, muchos de los cuales eran inusitados para la época. Además, debemos de hablar de la baraja de colaboradores de lujo que contribuyeron sus talentos para que este material lograra la acogida que consiguió.
Con un loop rítmico y una introducción de sintetizadores comienza la canción que da nombre al material, "El Amor Después del Amor"; la canción no se queda sólo en nombrar al resto del disco, es una introducción al contenido del mismo, tanto musical como sentimental. Lo que comienza siendo una canción de amor ecuménico de ritmo semilento se convierte en una parafernalia de orquestaciones y atmósferas relucientes; la invitada maravillosa en la voz femenina fue Claudia Puyó, cuya interpretación acentúa el poder de los metales y del ritmo funky de una canción in crescendo. Sobre esta canción, Fito ha mencionado que más que ser un tema escrito para Cecilia, también es un homenaje a sus abuelas, las cuales fueron brutalmente asesinadas en 1986; la letra conmemora el cariño maternal que estas mujeres ejercieron durante su crianza (la madre de Fito falleció siendo él un bebé), el cual hizo posible que pudiera venerar y valorar la presencia de Roth en su vida.
No es secreta la afección que Páez siente hacia el cine, razón por la cual realizó un homenaje a la película Thelma y Louise (1991) de Ridley Scott. "Dos Días en la Vida" es una versión libre de la trama de esta paradigmática road movie, protagonizado por Fabiana Cantilo como Thelma, Celeste Carballo como Louise y Páez en la narración. La letra de la canción parece insinuar que Fito la compuso con un desliz entre realidad y ficción, entre sueño y realidad; las chicas conmigo son Thelma y Louise es un verso que otorga a los escuchas la posibilidad de darle un final alternativo al desenlace trágico de la película. El tercer tema es "La Verónica", una exquisita pieza cuya narrativa está realizada muy al estilo cinematográfico de Páez; más que contar una historia, está haciendo lectura de un guión fílmico cuya trama está basada en las escenas bíblicas del Via Crucis. Las referencias a la santa y su manto son un pretexto para encuadrar la historia de un amor y pasión entre un hombre común, como el Nazareno, y una actriz, al tiempo que Roma sirve como escenario de dos historias, la fílmica y la metafílmica.
El cuarto tema es "Tráfico por Katmandú", una furiosa melodía rock que combina todos los horizontes salvajes de la música de Fito con una letra que hace referencias a una esquizofrénica llena de axiomas ingeniosos, drogas, noticias, SIDA, astronomía, Art Decó y más referencias a películas como Ciudadano Kane (1941) de Orson Welles. Varios elementos son insistentes, el ritmo clavado, los metales desatados, las percusiones desbordadas, las guitarras tocando riffs insistentes y el estruendo de los sintetizadores. Después de la tormenta, una hermosa calma llamada "Pétalo de Sal", realizada junto a Luis Alberto Spinetta; este tema es uno de los más delicados y poéticos de todo el álbum, donde la sutilez de la técnica pianista de Páez y la pasión de la guitarra de Spinetta convierten a esta balada de amor perdido entre la memoria, la urbanidad y el tiempo en un momento fugaz y fantasmagórico.
"Sasha, Sissí y el Círculo de Baba" es una canción surreal que retoma un cuento que habla sobre una serpiente y un sapo que lanzaba círculos de baba, representación arquetípica de lo novedoso y lo viejo, de la vida y la muerte. Con esa metáfora, manejada como imagen surrealista, Páez crea la historia de pasión asesina con arpegios de sintetizador, clarinete y guitarras melancólicas. La canción que precede es una de las grandes baladas escritas en español, dedicada a aquel encuentro entre Fito y Cecilia en Punta del Este, y que ha sido versionada por artistas como Caetano Veloso y Ana Belén; "Un Vestido y Un Amor" sublima aquel momento de enamoramiento instantáneo que rompió con todo lo conocido en el universo y el orden astral de su compositor, como un destino que se burla de quien no lo busca; a la simple melodía del piano se agregaron arreglos orquestales que le dieron contenido armónico a la canción.
Si hubiera que resumir en una sola muestra toda la obra de Fito Páez, tendría que elegir el octavo corte de este disco, "Tumbas de la Gloria", la canción mejor lograda de todo su opus y el manifiesto más concreto de sus aspiraciones musicales futuras. La ágil melodía hace referencia al tango y la música es un éxtasis digno de una ópera rock; la letra vuelve a encontrar a Cecilia, pero también conmemora sus recuerdos infantiles y su deseo de trascendencia. Para la composición de esta canción, además de pizzicati de cuerdas y sintetizadores, Tweety González tomó prestadas unas grabaciones de guitarra realizadas en vivo por Gustavo Cerati en los concierto de Soda Stereo, las cuales destacan en el fraseo de Fito en los coros; aquí, el rosarino demuestra la habilidad que tenía en esos días para cantar pasajes complicados con emoción sin sacrificar la dicción.
"La Rueda Mágica" es una de las canciones más reconocibles del catálogo de Páez; para su grabación, fueron invitados dos grandes amigos del cantautor: su querido mentor Charly García compuso un verso que cantó el mismo día que escuchó el sample del tema, mientras Andrés Calamaro contribuyó sólo con su voz en su puente. La canción es un tema dedicado al rock, pero también a las memorias de la ciudad, a la familia y a los amigos. El décimo track es "Creo", otra balada fantasmagórica sobre un amor ausente, el cual es recordado y delirado por el cantautor con un dejo de agridulce esperanza que pide recuperarlo; con un loop rítmico, acordes de sintetizador y un arreglo de vientos en el climax del tema, se soluciona un tema rítmicamente complejo.
Fito suele decir que la participación de Mercedes Sosa, la gran intérprete del folklore argentino, en "Detrás del Muro de los Lamentos" fue uno de los mayores regalos que ha recibido en su carrera. Este tema crea una atmósfera cómoda para ambos cantantes, entre los sonidos tradicionales de la música tradicional pampera y el compás de los tangos porteños; el dúo resulta refrescante y jamás suena forzado gracias a su sencilla producción y a la sapiencia musical de ambos intérpretes. La duodécima pieza del trabajo es "Balada de Donna Helena", una historia que años más tarde fue llevada a un cortometraje dirigido por Páez; lo que parece ser una alucinación causada por un porro se convierte en un cuento de terror que relata el encuentro de un conductor con una bruja hitchhiker siniestra, cuya relación sexual tuvo un final sangriento. Con una línea de bajo y un loop se desarrolla la primera parte de la historia, mientras que la explosión de la orquesta y las guitarras señala el final...
El tema 13 es "Brillante Sobre el Mic", en el cual vuelve a contar con Calamaro y Cantilo en los coros; con su piano y el ritmo de una batería, Fito entrega una de sus canciones más pop, en la cual conmemora el memorial de sus amistades, amores y sensaciones; es precisamente su también ex-novia quien revivió la canción en un cover varios años después. El tema que cierra un álbum tan redondo es "A Rodar Mi Vida", canción que grabó con Ariel Rot de Los Rodríguez, su entonces cuñado, en la guitarra. Aquí, Fito se desata sin tapujos todo su optimismo y su lenguaje rockero; destaco el solo de Rot, el cual le da a la canción un sonido muy parecido al cual plasmaba con la también banda de Calamaro.
Con El Amor Después del Amor, Fito Páez encontró por fin la consolidación de su carrera, la cual estuvo en línea ascendente por el resto de los 90's; después de varias giras alrededor de Hispanoamérica y de miles de copias vendidas de este trabajo, el rosarino se convirtió por derecho propio en uno de los referentes más importantes del rock argentino. Este 2012, Páez ha organizado una serie de conciertos que conmemoran los 20 años del lanzamiento de este álbum, el cual trascendió cualquier catalogación y transformó la forma de producir música en su país.
A dos décadas de la salida de este disco, el Amor sigue transformando la vida y la obra de Fito Páez; después de todo ese tiempo, las cenizas de aquella pasión siguen prendiendo hogueras en miles de corazones enamorados.
Recuperado de sus apuros financieros, aunque aún con presupuesto ajustado, Páez viajó a Europa para promover su material en Francia, Holanda y España, donde tuvo una serie de experiencias vivenciales relacionadas con los excesos, una especie de viaje de peregrinación en el que el joven Fito pudo conocer emociones nuevas; fue ahí donde el cantautor se enteró del buen recibimiento comercial de su reciente álbum en su tierra. De vuelta en América y después de varios conciertos, el 11 de febrero de 1991, Fito conoce en una fiesta de disfraces en Punta del Este a la actriz Cecilia Roth, de la cual se enamoraría perdidamente pese a que era una mujer casada; a finales del año, ella estaba divorciada y ambos estaban viviendo juntos.
Argentina pasaba por un periodo de aparente bonanza económica fomentada por las políticas neoliberales del gobierno de Carlos Saúl Ménem, la cual llevaría a tremendas recesiones durante la siguiente década. El éxito de Tercer Mundo llevó a los ejecutivos de Warner a otorgar presupuesto para que Fito grabara un nuevo material, el cual fue armado en Punta del Este junto al productor Tweety González; fue en esta ciudad costera donde surgieron las maquetas de varias canciones que superarían el corte de aquel proyecto. Muchos han atribuido la inspiración de Páez a la presencia de Roth en su vida, algo que es difícil de explicar; lo que sí se puede afirmar es que estaba en un momento de creatividad inusitado, donde las canciones se manifestaban una a una de forma espontánea.
La producción de El Amor Después del Amor fue realizadas en diferentes etapas y sedes; la gente de Warner llamó a dos productores, el chileno Carlos Narea y el británico Nigel Walker, los cuales trataban de darle certidumbre a la disquera ante la inquietud atómica de Páez. El papel de ambos terminó por ser determinante, aunque Fito y Tweety no dejaron de tener el comando creativo; Narea se encargó de lo ejecutivo y Walker de lo estrictamente sonoro, al grado de que estimularía la revolucionada creatividad del rosarino de forma inusitada. Entre Buenos Aires y Madrid se grabaron las canciones, los arreglos vocales y las intervenciones de los invitados del disco; en Londres se realizaron la mezcla final y los arreglos orquestales, dirigidos por Carlos Villavicencio. Para el verano de 1992, El Amor Después del Amor estaba en el mercado; mucha gente sabía que sería un gran éxito, pero poco previeron sus consecuencias.
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Con un loop rítmico y una introducción de sintetizadores comienza la canción que da nombre al material, "El Amor Después del Amor"; la canción no se queda sólo en nombrar al resto del disco, es una introducción al contenido del mismo, tanto musical como sentimental. Lo que comienza siendo una canción de amor ecuménico de ritmo semilento se convierte en una parafernalia de orquestaciones y atmósferas relucientes; la invitada maravillosa en la voz femenina fue Claudia Puyó, cuya interpretación acentúa el poder de los metales y del ritmo funky de una canción in crescendo. Sobre esta canción, Fito ha mencionado que más que ser un tema escrito para Cecilia, también es un homenaje a sus abuelas, las cuales fueron brutalmente asesinadas en 1986; la letra conmemora el cariño maternal que estas mujeres ejercieron durante su crianza (la madre de Fito falleció siendo él un bebé), el cual hizo posible que pudiera venerar y valorar la presencia de Roth en su vida.
No es secreta la afección que Páez siente hacia el cine, razón por la cual realizó un homenaje a la película Thelma y Louise (1991) de Ridley Scott. "Dos Días en la Vida" es una versión libre de la trama de esta paradigmática road movie, protagonizado por Fabiana Cantilo como Thelma, Celeste Carballo como Louise y Páez en la narración. La letra de la canción parece insinuar que Fito la compuso con un desliz entre realidad y ficción, entre sueño y realidad; las chicas conmigo son Thelma y Louise es un verso que otorga a los escuchas la posibilidad de darle un final alternativo al desenlace trágico de la película. El tercer tema es "La Verónica", una exquisita pieza cuya narrativa está realizada muy al estilo cinematográfico de Páez; más que contar una historia, está haciendo lectura de un guión fílmico cuya trama está basada en las escenas bíblicas del Via Crucis. Las referencias a la santa y su manto son un pretexto para encuadrar la historia de un amor y pasión entre un hombre común, como el Nazareno, y una actriz, al tiempo que Roma sirve como escenario de dos historias, la fílmica y la metafílmica.
El cuarto tema es "Tráfico por Katmandú", una furiosa melodía rock que combina todos los horizontes salvajes de la música de Fito con una letra que hace referencias a una esquizofrénica llena de axiomas ingeniosos, drogas, noticias, SIDA, astronomía, Art Decó y más referencias a películas como Ciudadano Kane (1941) de Orson Welles. Varios elementos son insistentes, el ritmo clavado, los metales desatados, las percusiones desbordadas, las guitarras tocando riffs insistentes y el estruendo de los sintetizadores. Después de la tormenta, una hermosa calma llamada "Pétalo de Sal", realizada junto a Luis Alberto Spinetta; este tema es uno de los más delicados y poéticos de todo el álbum, donde la sutilez de la técnica pianista de Páez y la pasión de la guitarra de Spinetta convierten a esta balada de amor perdido entre la memoria, la urbanidad y el tiempo en un momento fugaz y fantasmagórico.
"Sasha, Sissí y el Círculo de Baba" es una canción surreal que retoma un cuento que habla sobre una serpiente y un sapo que lanzaba círculos de baba, representación arquetípica de lo novedoso y lo viejo, de la vida y la muerte. Con esa metáfora, manejada como imagen surrealista, Páez crea la historia de pasión asesina con arpegios de sintetizador, clarinete y guitarras melancólicas. La canción que precede es una de las grandes baladas escritas en español, dedicada a aquel encuentro entre Fito y Cecilia en Punta del Este, y que ha sido versionada por artistas como Caetano Veloso y Ana Belén; "Un Vestido y Un Amor" sublima aquel momento de enamoramiento instantáneo que rompió con todo lo conocido en el universo y el orden astral de su compositor, como un destino que se burla de quien no lo busca; a la simple melodía del piano se agregaron arreglos orquestales que le dieron contenido armónico a la canción.
Si hubiera que resumir en una sola muestra toda la obra de Fito Páez, tendría que elegir el octavo corte de este disco, "Tumbas de la Gloria", la canción mejor lograda de todo su opus y el manifiesto más concreto de sus aspiraciones musicales futuras. La ágil melodía hace referencia al tango y la música es un éxtasis digno de una ópera rock; la letra vuelve a encontrar a Cecilia, pero también conmemora sus recuerdos infantiles y su deseo de trascendencia. Para la composición de esta canción, además de pizzicati de cuerdas y sintetizadores, Tweety González tomó prestadas unas grabaciones de guitarra realizadas en vivo por Gustavo Cerati en los concierto de Soda Stereo, las cuales destacan en el fraseo de Fito en los coros; aquí, el rosarino demuestra la habilidad que tenía en esos días para cantar pasajes complicados con emoción sin sacrificar la dicción.
"La Rueda Mágica" es una de las canciones más reconocibles del catálogo de Páez; para su grabación, fueron invitados dos grandes amigos del cantautor: su querido mentor Charly García compuso un verso que cantó el mismo día que escuchó el sample del tema, mientras Andrés Calamaro contribuyó sólo con su voz en su puente. La canción es un tema dedicado al rock, pero también a las memorias de la ciudad, a la familia y a los amigos. El décimo track es "Creo", otra balada fantasmagórica sobre un amor ausente, el cual es recordado y delirado por el cantautor con un dejo de agridulce esperanza que pide recuperarlo; con un loop rítmico, acordes de sintetizador y un arreglo de vientos en el climax del tema, se soluciona un tema rítmicamente complejo.
Fito suele decir que la participación de Mercedes Sosa, la gran intérprete del folklore argentino, en "Detrás del Muro de los Lamentos" fue uno de los mayores regalos que ha recibido en su carrera. Este tema crea una atmósfera cómoda para ambos cantantes, entre los sonidos tradicionales de la música tradicional pampera y el compás de los tangos porteños; el dúo resulta refrescante y jamás suena forzado gracias a su sencilla producción y a la sapiencia musical de ambos intérpretes. La duodécima pieza del trabajo es "Balada de Donna Helena", una historia que años más tarde fue llevada a un cortometraje dirigido por Páez; lo que parece ser una alucinación causada por un porro se convierte en un cuento de terror que relata el encuentro de un conductor con una bruja hitchhiker siniestra, cuya relación sexual tuvo un final sangriento. Con una línea de bajo y un loop se desarrolla la primera parte de la historia, mientras que la explosión de la orquesta y las guitarras señala el final...
El tema 13 es "Brillante Sobre el Mic", en el cual vuelve a contar con Calamaro y Cantilo en los coros; con su piano y el ritmo de una batería, Fito entrega una de sus canciones más pop, en la cual conmemora el memorial de sus amistades, amores y sensaciones; es precisamente su también ex-novia quien revivió la canción en un cover varios años después. El tema que cierra un álbum tan redondo es "A Rodar Mi Vida", canción que grabó con Ariel Rot de Los Rodríguez, su entonces cuñado, en la guitarra. Aquí, Fito se desata sin tapujos todo su optimismo y su lenguaje rockero; destaco el solo de Rot, el cual le da a la canción un sonido muy parecido al cual plasmaba con la también banda de Calamaro.
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A dos décadas de la salida de este disco, el Amor sigue transformando la vida y la obra de Fito Páez; después de todo ese tiempo, las cenizas de aquella pasión siguen prendiendo hogueras en miles de corazones enamorados.
Tracklist:
- El Amor Después del Amor
- Dos Días en la Vida
- La Verónica
- Tráfico Por Katmandú
- Pétalo de Sal
- Sasha, Sissi y el Círculo de Baba
- Un Vestido y Un Amor
- Tumbas de la Gloria
- La Rueda Mágica
- Creo
- Detrás del Muro de los Lamentos
- Balada de Donna Helena
- Brillante Sobre el Mic
- A Rodar Mi Vida
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