julio 24, 2011

In Memoriam: Amy Winehouse (1983 - 2011)


La vida y la muerte de la señorita Amy fueron una bomba de tiempo a la que sólo le hacía falta detonar; hoy, el voluble equilibrio que sostenía su enloquecida vida en este mundo de quimeras y demonios fue roto en mil pedazos.

Se rompió un hechizo que desde hace varios meses se estaba desvaneciendo; rodeada por sus adicciones, las decepciones personales y el acoso de la sulfúrica prensa de farándula británica, la señorita Amy relamió las mortales heridas de su decadencia.

Frágil como una niña que perdió repentinamente la inocencia, inmersa en el wild style de una industria musical dominada por drogas, alcohol y amistades dudosas, y constantemente señalada por su errático comportamiento, su excéntrica imagen personal y su dramática pérdida de peso, la señorita Amy vivió los últimos años de su corta vida semi-retirada de la música, sin querer ser ayudada a renacer y resignada a seguir hundiéndose en el pozo sin fondo de su propia fama.

Hoy, la señorita Amy murió en su departamento londinense. Como Robert Johnson en Greenwood, como Jim en París; como Jimi en Kensington, como Brian en Hartfield; como Janis en LA y como Kurt en Seattle, tenía 27 años de edad. La fortuna, de caprichosos encomios, le reservó un rincón en camposanto de titanes.

Duerme tranquila señorita Amy; la tormenta ha terminado. Tus alas perdidas fueron redimidas, ahora ve y vuela libre. Ángel liberto, musa maldita, voz de estrellas, tu recuerdo y tus canciones vivirán hasta el fin de los días.

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Cuando Amy Winehouse, una tímida chica judía del norte de Londres, saltó a la fama con su disco debut, Frank (2003), el Reino Unido conoció a una curvilinea chica de 20 años, con enorme sonrisa, ojos brillantes y una madurez compositiva admirable. Lejos estaba entonces del cuerpo que, cubierto por un lienzo rojo, fue sacado de su departamento en el londinense barrio de Camden; en los huesos, con los dientes roídos, ojos desorbitados y el cabello maltratado. El rictus magullado, los tatuajes marineros, las lágrimas, los desfiguros, las heridas; iconografía de una diva que se negó a rehabilitarse y se entregó a cada gota de vicio y destrucción que probó.

Cuando el inmenso álbum Back to Black (2006) la convirtió en estrella internacional, quedaban ya pocos rastros de la joven de cuatro años antes: Amy era mucho más delgada, usaba su icónico peinado de colmena, tatuó su cuerpo, dio dramatismo a su maquillaje y comenzó a liberar todos los demonios de su existencia. Su éxito fue rotundo como su derrumbe personal, influido por un toxicómano marido, una prensa hambrienta de sangre y la destrucción que entre los tres se desencadenó. Amy firmaba su decadencia en cada premio, en cada concierto y en cada bar. El divorcio fue el principio de un fin más que anunciado.

Una gira por Europa cancelada fue la gota que derramó un vaso roto desde hace tiempo en el suelo. El fiasco del pasado Junio 18 en Belgrado fue el botón que mostró al mundo que Amy ya no podía más consigo misma, que la adicción a vivir intensamente en el exceso y en la fama no podía seguir más. La espada de Damocles y la navaja de Ockham se comenzaban a desenvainar. 

Ayer, el final fue repentino y simple, se había ido...

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Sin duda, el legado musical de Amy Winehouse sólo fue una pequeña muestra de lo que podía crear. Mientras Frank (2003) es un trabajo que mezcla influencias de blues, dub, reggae, jazz y funk, Back to Black es una obra mucho más cercana al soul y al R&B duro, de arreglos sinfónicos y atmósferas uniformes con vientos metálicos y coros motown. La voz de Amy era prodigiosa, una contralto cockney que cortaba respiraciones a tajos con cada nota, que deshacía los tejidos de su corazón fracturado con el mismo poder que destruía la dicción con arpegios vocales.

Sus letras eran testimonios de sus caídas más dolorosas, de sus malas relaciones y de sus consignas contra la buena conducta y el sistema. "Rehab", su canción insignia, es su negación a la rehabilitación, no sólo física, sino también pasional, un himno; "Love is a Losing Game" es sublime poesía sobre la ruleta del amor, perfecta en todo sentido; "Take the Box" es la crónica del after de una pelea y un rompimiento de pareja, y "I Heard Love is Blind" es la alevosa y desenfadada confesión de un affair.

La industria musical es diferente gracias a su paso fugaz; Back in Black vendió como pocos, recibió cualquier cantidad de premios y estableció una tendencia en la música pop; quedaron de lado el plástico y la parafernalia para dar paso a un R&B de corazones sangrantes y voces profundas. Mientras a la Winehouse la compararon con la maravillosa diosa del jazz llamada Billie Holliday, una nueva generación de intérpretes fue medida con su imagen; las "nuevas Amys", como fueron bautizadas por la crítica, fueron la londinense Adele, la galesa Duffy y la australiana Gabriella Cilmi. Los rumbos de estas jóvenes y prometedoras cantantes hoy día son diferentes: Cilmi se metió en el la música dancehall con mediano éxito y Duffy no logró duplicar la fórmula por segunda vez; Adele vuela hacia las estrellas segura y despreocupada, no hay qué la detenga para convertirse en leyenda.

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Marco Perego (Brescia, 1979)
"The Only Good Rock Star is a Dead Rock Star" (2008)
Resina de fibra de vidrio, ropa y sangre artificial
Half Gallery, Nueva York.

Su status como figura pública en constante acoso por la prensa trascendió los bordes de la cultura popular y del tabloide de ocasión. Es cuestión de recordar la alegoría del exceso que el escultor Guy Portelli presentó en las Mall Galleries de Londres, inspirada en la parca figura de la diva. La exposición del italiano Marco Perego, curada por Evanly Schindler, en la neoyorkina Half Gallery, expuesta de Noviembre 14 de 2008 a Enero 30 de 2009, incluía una obra que merece la pena analizar debido a su profético mensaje.

En la sala inmediata a la entrada de la galería, derramada sobre el suelo de duela, había una muñeca modelada a imagen y semejanza de Amy Winehouse; con el ojo y la mano de un escultor hiperrealista, como lo hiciera Duane Hanson, Perego duplicó el delgado cuerpo de la decadente cantante, el rostro, los tatuajes, el semblante percudido por el vicio. Un charco de sangre fluye desde el interior de su cabeza, cubriendo el costado junto a sus cabellos. En el otro lado del cuerpo yaciente, vemos una máscara de plástico con la cara de Minnie Mouse.

En el otro extremo de la habitación, pegado al acceso desde la calle, con el mismo modelado verosímil, un hombre sentado con un rifle de caza entre las manos; porta sombrero y traje oscuros, y mira hacia la mujer a la que ha fusilado. Se trata del poeta beat William S. Burroughs, quien en 1951 asesinó a su entonces novia, Joan Vollmer, en la Ciudad de México con un rifle al jugar a ser Guillermo Tell. Vollmer, como Amy, era adicta a la heroína, y fue inducida al vicio por Burroughs. Tenía 28 años cuando falleció.

La analogía entre Joan Vollmer y Amy Winehouse es planteada de forma empática y crítica por Perego. ¿Acaso Winehouse usurpa a Vollmer, o es Burroughs quien está insinuando la presencia de Blake Fielder-Civil, el toxicómano y abusador marido de Amy?. En común ambas mujeres tuvieron intentos fallidos de rehabilitación, estuvieron ligadas amorosamente con drogadictos empedernidos, eran mujeres de talento y sensibilidad envidiables y tuvieron que hacerse lugar en una sociedad machista y fonofalocéntrica.

El tétrico mensaje, profecía cumplida hace algunas horas, es bastante crudo. Amy fue victimada por un mundo que la deglutió poco a poco, lleno de pecados y vicios. Sus vicios son los de la humanidad, pecados que todos cometemos y que son juzgados por nosotros mismos con escasa ética y juicio autocrítico. Lo que llamamos "Sexo, Drogas y Rock N' Roll" es el nombre más popular de este ideal tan mitificado y criticado, el de la vida rápida y decadente. Amy aparece sacrificada para la redención de nuestras culpas y para la satisfacción de nuestro deseo.

El corazón de la Winehouse fue demasiado débil para soportar un día más. Ahora sólo queda reproducir sus discos y dejar que la música otorgue la más emocionante de las elegías...

Descanse en paz...

2 comentarios:

  1. Diriamos: Cronica de una muerte anunciada.
    No habia otro final posible mas que este, sencillamente solo se esperaba a que ocurriera.

    Me parece brillante el trabajo del artista italiano. No fue premonitorio, sino realista.

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  2. Me encanta el trabajo de Perego, es bastante interesante...

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