Juan Bautista Maíno (1569 - 1649) "La Adoración de los Pastores", 1612 Óleo sobre tela, 124 x 68.5 cm Museo del Prado, Madrid, España |
No sé qué rayos me está pasando, pero no he tenido ganas de escribir en los últimos cinco días. La cabeza, como siempre, está dispersa en todas partes: Cortázar, Omar Calabrese, mis ejercicios de francés, un oído inflamado, el 21 de Adele, juegos de hockey de la NHL por internet y los esbozos de un anteproyecto de novela que estoy redactando, cuyo asunto originario sigue ha atormentado mi cabeza desde hace meses y no tenido la disciplina para explorarlo. ¡Demasiadas cosas para poder llevarlas todas a cabo a la vez, aún con tiempo!
De repente, en un ataque de vértigo causado por las gotas óticas, me acordé que ya faltan dos días para Navidad, y que el sábado tenemos cita en casa de mi abuelita para cenar y dar gracias por este año tan extraño pero lleno de aprendizajes. Lo divertido es que veré a mis primas y podré beber convivir con ellas por un rato; lo malo es que las temperaturas en Toluca es terriblemente gélida en estos tiempos, así que tendré problemas para dormir cómodo. Nos iremos un día antes, una idea que no me agrada demasiado porque implica hacer maleta, pero mi madre es medio obsesiva con eso de los preparativos.
Pero eso no importa demasiado, lo importante es estar en familia y celebrar.
Creo que ya les he platicado que mi abuela es de la vela perpetua, por lo que la celebración implica ir a la iglesia, arrullar niñitos, cantar canciones de cuna y rezar; a mí, más allá de mi status de católico no practicante, me gusta mucho: me recuerda a cuando era niño, cuando no había tantos sismas familiares y éramos más unidos. Hoy en día no es igual, la familia nunca está entera cuando antes era "carro completo", hemos tenido roces de diferentes tipos y nos hemos distanciado mucho.
Sin embargo, algo que seguirá entusiasmándome mientras mi abuelita siga viva es la comida, algo que mis tías han tratado de imitar y simplemente no lograrán igualar. El plato principal es el revoltijo, como llamamos a los tradicionales romeritos, el plato que más disfruto tanto en Navidad como en Semana Santa; no me puedo olvidar del bacalao, la sopa de haba y la ensalada de manzana de mi madrina; a veces, mi tío compra pierna al horno para complementar, aunque con él nunca sabemos qué esperar; tampoco tengo claro si mi abuelo habrá llevado rompope de monja clarisa para el aperitivo. (¡Malditos antojos, me están traicionando!)
No pueden faltar el cursi brindis, donde se espera, por ser el nieto varón que tiene carrera universitaria, que diga cosas interesantes e invoque la reflexión. ¿Saben algo? En mi familia creen que preparo lo que voy a decir con anticipación, pero no es así, por lo regular lo estoy formulando mientras los demás hablan. No sé por qué, pero no me incomoda que la familia hinche mi ego cada Navidad; lo que en verdad pasa es que casi nadie de mi familia materna se sienten cómodos hablando, aún en confianza familiar, ni mi mamá, ni mis padrinos, ni mi hermana ni mis primas. Mi abuela, como matriarca y líder espiritual, lo hace bien; mi tío, quizás por su edípico apego a mi abuela, también lo hace bien. Yo sólo tiro verbo y deconstruyo clichés...
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Espero que terminemos borrachos y contentos, y no demasiado crudos para que el recalentado se disfrute mejor. Si nada raro ocurre, y si mi madre no se vuelve loca, estaremos ahí hasta la noche del domingo o el lunes.
Ustedes, ¿cómo celebran Navidad?, ¿qué les gusta más?, ¿qué es lo que ha cambiado y extrañan de cuando eran niños?, ¿harán algo especial este año?
¡Feliz Navidad!
Wow!!! La ensalada de manzana... Tenía años que no la comía. Del ponche nunca he sido fan... Que bien que te puse a recordar... Saludos!!!
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