marzo 07, 2012

Top 10 Albums en Vivo #1 (1/2): Jeff Buckley - Live at Sin-é [Legacy Edition]

Texto: H.G. Boyce
Julio de 1993
(Trad. F. Moreno*)

No es un secreto que St. Mark's Place es una de las calles más animadas e interesantes del Cuadrante Este de Manhattan [1]. Si caminamos por sus estrechas aceras, encontraremos una gran variedad de cafés, restaurantes y tiendas, y es fácil deducir quiénes frecuentan aquel lugar: artistas, poetas, escritores, músicos e intelectuales se dan cita para platicar al calor de un café o una botella helada de cerveza.

St. Mark's es un lugar lleno de historias [stories], las cuales se pueden clasificar en diversos momentos de la historia [history] de la ciudad y de los Estados Unidos: las migraciones germanas, ucranianas y judías, los revivals arquitectónicos decimonónicos, los primeros indicios violentos de la Mafia y las presencias anarquistas y comunistas. Hoy en día, suenan con más ruido en el imaginario histórico de sus habitantes el expresionismo abstracto en los años 50's, la literatura beat, la contracultura, el Pop Art, la comedia, el feminismo de primera ola y el rock. En esta calle vivieron y escribieron Bukharin y Trotsky antes de la Revolución Rusa; Andy Warhol, Allen Ginsberg, Jean-Michel Basquiat, Kiki Smith, Jeff Koons y los miembros del colectivo Fluxus trabajaron aquí en diferentes momentos, y los edificios gemelos de los números 96 y 98 fueron inmortalizados tanto en el álbum Physical Graffiti de Led Zeppelin, como en uno de los videoclips de los Rolling Stones.

Este es el rincón donde Hannah y yo vivimos desde hace algunos meses; ambos llegamos con lo mínimo a Nueva York para estudiar periodismo en Baruch College [2], donde nos conocimos. Yo crecí en Oklahoma, ella es de Nueva Jersey, y la juventud nos ha permitido sobrevivir extenuantes sesiones de clase, horas de transporte público y una intensa vida nocturna; clases de escritura creativa y géneros periodísticos por la mañana, y ciclos de cine, charlas con amigos poetas y conciertos de rock en CBGB por la noche. Había que servir mesas cuando el dinero que nuestros padres enviaban se terminaba, pero en lo demás era una vida demasiado despreocupada, llena de lecturas y vivencias.

De cierta forma, Hannah es la gran responsable de que me haya acostumbrado rápidamente al ritmo agitado de esta ciudad, como si llevara viviendo aquí por muchos años; supongo que las distancias entre Oklahoma City y NYC son demasiado grandes, o que mi mentalidad sureña encontró su inquietud reflejada en sus grandes ojos verdes mirando hacia la gran urbe del mundo. Ella es una mezcla perfecta entre Jennifer Connolly en Career Opportunities [3] y Winona Ryder en Heathers [4], posee la silueta y la sensibilidad de una bailarina de ballet, pero también la cabeza y las palabras de una estudiante de filosofía; no hace falta decirlo, estoy loco por ella, aunque disfrute aparentar que sus sentimientos no son totalmente mutuos. Sin embargo, y no es por ser presuntuoso, no he conocido a ninguna mujer que pueda ocultar sus miradas y sus gestos con la misma agilidad con la que esconde sus palabras; el crucigrama se resuelve ante mí cada mañana que veo caminar su sombra por la habitación, rompiendo la luz del amanecer.

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Foto: Merri Cyr

Hannah y yo tenemos la costumbre de caminar St. Mark's desde la estación Astor Plaza cada atardecer, justo en el momento en el cual la calle va transformando su aspecto con el alumbrado, tomando tintes ocres y grisáceos ante esos enormes haces de luz amarilla, como si las natas de espuma de las tazas de café y los brillos de las maltas color ámbar tomaran el ambiente. Cada vez que llueve, el suelo parece relucir espejos, absorbiendo el brillo del paisaje y transmitiéndolo hacia los rincones, creando claroscuros que dotaban misterio y fascinación. Cientos de personas, atraídas por el deseo inexplicable de aliviar soledades y tensiones, comenzaban a poblar las mesas de los bares con sus aromas a tabaco rubio, madera húmeda y aceite de linaza; con sus caras cansadas, sus ideas dispersas y ese calor tan humano que se siente entre quienes son tan idealistas y diferentes.

En el número 122 de St. Mark's, se encuentra el Sin-é, uno de los tantos cafés de la zona, ubicado en un reducido local debajo de un enorme apartamento de estilo francés. Entre paredes de piedra y ladrillo, mesas cuadradas, sillas remachadas y un piso de madera vieja, la gente se reúne al calor de cerveza tibia, botanas y humo de cigarro [5] para platicar sobre el inicio de la presidencia de Bill Clinton, el Divorcio de Terciopelo [6], la bomba del WTC y el escándalo de pedofilia que tomó a Michael Jackson al sur de la frontera. Por las noches, este café se convierte en una bastante improvisada sala de conciertos; se instala un micrófono frente a una de las paredes, donde se conectan los instrumentos y los micrófonos para los shows. Hannah me contó que los dueños, un par de irlandeses llamados Shane y Karl, han motivado a varios músicos de la zona para que toquen en su café, lo cual les ha retribuído mejores ganancias y una clientela bastante heterogénea; en Sin-é han cantado personajes como Marianne Faithfull, aquella cantante de voz ronca que fuera novia de Mick Jagger, y alguien me aseguró, con envidiable lucidez, que Johnny Depp lo golpeó en el baño alguna vez, cuando le preguntó por su maquillaje y sus tijeras.

El pasado mes de Julio, fui por primera vez a ese lugar, donde Hannah había estado en algunas ocasiones junto con unas conocidas de la zona; aquellas chicas le habían presentado a uno de los cantantes que tocan ahí de vez en cuando, el ex de una artista de performance llamada Rebecca [7], un tipo larguirucho de piel blanquísima, sonrisa retorcida y voz dulce. De acuerdo con Hannah, empedernida radioescucha y lectora de Rolling Stone que se había hartado de Nirvana y Alice in Chains, el estilo de ese sujeto era diferente a lo que se veía y escuchaba en todo Nueva York, que no era sólo un cantante y guitarrista, que además era un experto improvisando canciones de oído, imitando cantantes y contando chistes. No tenía otra opción más que darle una oportunidad a ese misterioso personaje.

En el momento en el que Hannah me lo presentó, el dichoso Jeff estaba en la puerta del Sin-é platicando con un sujeto de camisa negra y blazer de pana. De primera vista, no me impresionó demasiado: usaba una delgada playera blanca con cuello en "V", jeans negros y unas bruscas botas de trabajo. Ambos fumaban mientras daban la espalda al sonido de murmullos, vasos y platos del interior; mientras Hannah saludaba a otro grupo de sus conocidos al interior, me uní discretamente a la conversación como escucha tímido y cauto. Por alguna razón, Jeff miraba hacia el suelo cuando hablaba de su padre, el mítico cantante de folk Tim Buckley. Apenas lo conocí, cuando tenía 8 años, estaba en un estudio de grabación, apenas y me miró, y ni siquiera hablé con él; recordé que mi padre conservaba, de sus años de hippie, un vinilo del Happy Sad [8], y de inmediato asocié esa mirada melancólica, esas cejas pobladas y esos labios delgados. Yo sólo recibía de él un cheque de ochocientos dólares cada mes, nada más, pero no importa, mi vida ha sido llevadera gracias a la música. Mi mamá toca el cello, escuchaba a Nina Simone y cantábamos armonías alrededor de la casa. Mi padrastro me presentó a Led Zeppelin y me compró mi primera Les Paul. En su mirada había cierto dejo de sagacidad mental, y en su voz cierta dulzura inquietante, pero era una persona interesante. Una pregunta surgió del fondo de mi curiosidad, ¿cuáles son tus influencias? No hubo duda en su respuesta, amor, depresión, furia, sueños... y Zeppelin [9].

Sin-é estaba casi lleno, y nosotros veíamos a todas las personas que entraban; frente a mí pasó una chica de cabello rubio cenizo y ojos azules, cuyo perfume era fresco y floral; por su forma de vestir era claro que venía de alguna parte del Oeste de la ciudad, con cuello de tortuga, pantalones oscuros y chaqueta de tweed. Detrás de ella, entró un sujeto de mediana edad vestido de traje, que de inmediato saludó a Jeff con un agitado apretón de manos; era claro que algo lo había puesto incómodo. El negocio discográfico es un juego de niños, nadie sabe qué venden y por qué, pero si funciona, lo venden. Frente a la acera, con intimidante proporción, se había colocado una suntuosa limosina. Los de Sony van a grabar lo que sea que haga hoy, dicen que quieren sacar un EP. Cuando los ejecutivos de las disqueras vienen, me suelo poner muy nervioso [10].

Entramos al café, que a las 8 de la noche ya estaba lleno; noté que Hannah platicaba con la mujer del cabello rubio cenizo. El sujeto del blazer de pana hizo un gesto de exploración física con la cabeza nada sutil, mientras yo sonreía ante la mirada de mi chica. ¿Sabes algo?, cuando conocí a Hannah, recordé a mi ex-novia, en su mirada percibí ese mismo espíritu aventurero, esa gracia que vuelve tan únicas a mujeres como ella. ¿Cómo lo supiste?. Viendo los ojos de las personas, puedes saber muchas cosas sobre ellas, por ejemplo, la otra chica es inocente, pero busca conocer emociones diferentes y sabe lo que quiere, pero Hannah, aunque apenas la he visto unas cuantas veces, parece tener las emociones que quiere. ¿A qué te refieres?. Es hora del show, hablaremos después. Jeff se dirigió hacia el lugar donde estaba el escenario improvisado, donde se ubicaba una Telecaster amarilla junto a un micrófono y a un banco de madera, donde se posaban unos vasos y un block de notas. Gabe, por acá, ven aquí. Hannah estaba en la mesa con la chica del perfume y con la vecina fotógrafa, Merri. ¿Recuerdas a Merri, la chica que vive en el apartamento de abajo?. Claro, me da gusto verte. Ella es Annie, nos conocimos en un concierto de Jeff en el Tramps. ¡Qué gusto!. Por fin te conozco Gabriel, ¿qué piensas de Jeff?. Es un tipo bastante misterioso.

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Jeff Buckley en Sin-é (Foto: Merri Cyr)

El sonido de una máquina de grabación sonó suavemente a un lado de donde estábamos sentados. Jeff lo percibió casi de inmediato. Oh, ¿estás rodando, verdad? Dios mío... ¿Tienes algún reverb para grabar?. Sí. Cosa hermosa que es la reverberación. Casi al instante, Jeff comenzó a crear un sólido ritmo con su pie derecho y con sus palmas, con el cual comenzó a cantar, a capella, "Be Your Husband", tema que compusiera Andy Stroud para su esposa, Nina Simone, durante la década de los 60's. De principio, me impresionó el silencio sepulcral que convocó al comenzar su actuación, el cual fue roto por su voz, cuya capacidad interpretativa hace suya la canción; me impresionado su falsete y su vibrato, ya que hoy en día son raros los intérpretes que cantan con esos recursos. Al terminar, un aplauso entusiasta invadió el pequeño local mientras Jeff se colocaba la Telecaster para seguir.

El rasguido de Jeff era un poco tropezado, pero sus notas tenían alguna magia difícil de describir; la acústica del lugar no hacía ningún tipo de justicia a un cantante en el estado de gracia en el que él estaba, la presencia terminó por ser demasiado grande. La siguiente canción debe ser una de su autoría, una balada tristísima que habla de una chica que debió haber llegado a su vida y no está presente. Cada pulgada de mi ser está llena de dolor, debiste haber venido. Mis huesos rotos pueden oler la lluvia y sufren para sanarse. [Every inch of me is full of pain, you should've come over. My broken bones can smell the rain and they're aching to recover] Recordé que Hannah me había contado que Jeff acababa de terminar con una tal Rebecca, ¿quién sería esa mujer que provoca ese tipo de emociones?, ¿cómo sería? Miré a Annie, totalmente abstraída por la blanca figura que estaba sobre esa pared de ladrillos, recitando palabras desconocida para sí, como si estuviera ante la presencia de un fantasma.

Esta canción es sobre un sueño. Con esa pasión descarnada, Jeff comenzó a contar una canción bastante confusa sobre una bellísima mujer negra; de inmediato, pensé si este hombre habría experimentado alguna vez con alguna droga, tal vez heroína, algo que sin duda es difícil de insinuar al ver su mirada tan firme y su envidiable lucidez. ¿Cuál es esta canción?. ¡Rebel Rouser!. ¿Quién la compuso, los Ventures?. Duane Eddy. Lo sabía, lo que pasa es que la toqué por seis años. Sentí su intensos ojos sobre nuestra mesa mientras afinaba su Tele. Por cierto, todas estas canciones van dedicadas a los amantes en la audiencia. La mirada de Annie parecía expulsar chispas de emoción, mientras Hannah sujetaba mi brazo con un abrazo fraternal. Oh, y si les gusta el grunge, a ustedes también. Todas estas canciones son para los grungers y los amantes de la audiencia.

Wait in the fire, wait in the fire. En la poesía de Jeff había ciertas referencias de muerte inquietantes, escritas por un hombre que esperaba todo de la vida, incluso cualquier final que el sino le deparara sin advertir; yo seguía embriagado por el agua viva de su música, tan simple y tan burda, pero tan llena de pasajes sublimes. Cuando terminó esa canción, el café se había apagado un poco. Tú debes ser Nick, creo que ya puedo irme... Lindas sandalias. ¿Me pueden dar reverb aquí?. Hola, ¿pueden sentir una vibra [vibe]?... como Jim Morrison, ese tipo de vibra. De la Tele de Jeff surgía el riff de "The End" de los Doors junto a la risa de los que estaban justo frente a él. This is Sin-é, beautiful friends. Mirando al barman que lo miraba como quien esperara una broma pesada, Jeff! Yes, Sonny. I want to... oh, yeah!!!

En inmediato cambio de ánimo, Jeff comenzó a arrancarle licks blueseros a su guitarra, dando una atmósfera de tristeza profunda; parecía que el humo de los cigarrillos había apagado las brillantes resonancias de los cubiertos y los vasos, templando las luces y oscureciendo el lugar. Parecía que Buckley rezaba mientras tocaba, cuidando su improvisación. Árboles sureños portan frutos extraños, hay sangre en sus hojas y hay sangre en su bulbo. Cuerpos negros meciéndose en la brisa del Sur, frutos extraños colgando de los álamos. [Southern trees bear a strange fruit, blood on the leafs and blood at the root. Black bodies swinging in the southern breeze, strange fruit hanging from the poplar trees]. La interpretación de aquella canción inmortal de Billie Holliday había dejado al café sin aliento, temblando como si el aire del anochecer neoyorkino tuviera aroma a muerte.

Parecía que Jeff necesitaba respirar, por lo que tomó su guitarra y comenzó a rasgar suavemente. Ésta es una de las razones por las dejé de hacer shows en lunes por la noche. Cuando haces algo por un tiempo, muy pronto se aparecerán personajes raros... Enciéndelo. El operador del sonido activó el reverb una vez más. No he hecho esto en mucho tiempo; déjenme llevarlos hacia hace unas semanas, en una era dorada. Su interpretación de "Night Flight", canción del Physical Graffiti de Led Zeppelin, fue un poco extraña, aunque la forma de recitar los versos de la canción e impostarlos con su voz me recordó a Robert Plant; algo le faltaba, pese a todo, los acordes endemoniados de Page y el poder de la batería de Bonham. El siguiente tema que interpretó fue "If You Knew", otro tema de Nina Simone; de nueva cuenta me encontraba con ese Buckley pesaroso y melancólico, que con las dimensiones suaves de su voz aurea podía cuajar una canción tan bella y difícil de cantar. Al terminar, improvisó una especie de comercial donde decía: Es un momento magnífico para una Guinness [it's a wonderful time for a Guinness]; fue buen momento para pedir otra ronda de cerveza.

De nueva cuenta, Jeff Buckley soltó la potencia de su rasgueo de guitarra en una progresión bastante hipnótica, acorde con ese trance de desamor que se veía reflejado en su alma. Éste es nuestro último adiós, lamento ver morir el amor entre los dos. [This is our last goodbye, I hate to see the love between us die]. La voz de Buckley parece llorar la canción, pero también se da respuestas al fracaso de esa relación; el momento fue encantador a su manera, pese a que la canción está aún, sin temor a equivocarme, en proceso de mejorar. Supuse que, teniendo un contrato discográfico, tendría el tiempo para mejorarla. "Twelfth or Never" fue su siguiente interpretación, tema que conocía por Cliff Richard; cuando miré de reojo a Hannah, y me di cuenta que Merri tomaba fotografías con su Leika del otro lado del bar. Jeff no daba tregua a sus sentimientos, simplemente los descubría con la confianza de quien se avienta de un avión en paracaídas.

Quiero agradecerles por venir y por haberme ayudado con mi playlist de este día en el café. Esta es una canción furiosa; la vida es muy corta y complicada para las personas que están detrás de escritorios y para la gente detrás de máscaras para estar arruinando la vida de otras personas, iniciando ataques contra la vida de las personas basados en sus ingresos, su color de piel, su clase social, su religión, lo que sea. Los presentes, según mi punto de vista, eran bastante diversos, pero eran muy visibles las diferencias sociales; lo veía en Annie, con su ropa comprada en la Quinta Avenida y su forma de hablar, pero frente a Jeff, parecíamos seres pequeños ante el poder de su arte. Pensé que aquella canción no sonaba con la furia que merecían sus letras, me la imaginaba con cierto aire a Led Zeppelin, con mucho más poder y desenfado. No hay tiempo para odio, sólo para preguntas. ¿Qué es el amor?, ¿Qué es la felicidad?, ¿Qué es la vida?, ¿Dónde está la paz? [There's no time for hatred, only questions. What is love? What is happiness?, What is life?, Where is peace?]. Incluso en sus letras menos logradas, Jeff lanzaba mensajes llenos de verdad.

Reconocí la siguiente canción de inmediato, ya que Bob Dylan ha sido parte de mi vida desde que recuerdo, "Just Like a Woman" del Blonde on Blonde. Hannah, ¿te acuerdas cuando cantamos esa canción el día de nuestra primera cita?. Habíamos tomado demasiada cerveza ese día, se supone que estábamos estudiando para el examen de Epistemología cuando la radio la tocó, eran casi las 2 y... Besé a Hannah como en aquella noche, interrumpiendo sus palabras, con mis manos sobre sus hombros, dibujando grafemas de emoción; Annie nos observaba con el rabillo del ojo, con la complicidad de quien participa de un secreto a voces; en ese instante, lo tenía todo, no sé si era totalmente feliz o si la falta de dinero influía en mis constantes cambios de humor, pero con Hannah, mis emociones estaban completas. Ella es la persona que pedía a gritos para que me guiara en estos abismos neoyorkinos; no tenía mucho qué darle, sólo la devoción de mi vida. Había entendido lo que Jeff me había querido decir unos minutos antes. Sólo veía cómo imitaba con su voz el sonido ácido de la trompeta de Miles Davis en sus tiempos psicodélicos, ante las risas desenfrenadas de los presentes.

Esa noche, Jeff terminó con una canción llamada "Calling You", parte del soundtrack de la película de culto Bagdad Café. Un camino desértico de Vegas a ninguna parte, algún lugar mejor que donde has estado, [A desert road from Vegas to nowhere, some place better than where you've been] esas son las primeras estrofas de la canción, pero yo había recorrido aquel camino, lejos de Oklahoma y de la familia disfuncional que he aprendido a extrañar; acudí sin saberlo al llamado de la jungla de concreto, tan tenebrosa y maravillosa al mismo tiempo. Me encontré a Hannah, al Cuadrante Este y a su bohemia, y por ahora, quiero seguir por aquí, escuchando de vez en cuando a ese misterioso Orfeo de California que canta con una divinidad tan terrenal que cautiva. Los aplausos dieron fin a la actuación de Jeff Buckley, el guitarrista consentido de ese pequeño café llamado Sin-é, en la orilla más misteriosa de St. Mark's.

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Apuré el último trago de mi cerveza para partir, Hannah platicaba animadamente con Merri, y Annie se había acercado a Jeff, quien protagonizaba la sobremesa entre un grupo de conocidos. Mientras los cabellos rubios de Annie se movían buscando elogios entre sus palabras, Jeff la miraba con la pasividad de un devoto. Nunca te había visto por acá, me agradas, tienes que venir más seguido. La sonrisa de Annie era tímida como la luna que menguaba esa noche, y Jeff volteó hacia donde Merri y Hannah intercambiaban números telefónicos.


Gabe, no se lo he dicho a Hannah, pero mi abogado me comentó que en Octubre me voy a Woodstock a grabar mi álbum, y Merri viene conmigo. No quisiera dejar de saber de ustedes. ¿Qué va a pasar contigo?, ¿volverás a tocar aquí? No lo sé, espero que sí, pero por ahora, voy a seguir por aquí todos los lunes a la misma hora, al menos hasta que Shane encuentre a alguien que lave los trastes.


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* N. del T: Conocí a Gabriel Boyce hace algunos meses en un sueño; recuerdo que lo encontré bebiendo una taza de expresso en un café cuyo nombre y dirección me son imposibles recordar; la necesidad de refugiarme de una lluvia torrencial me había llevado a ese lugar. Tomé asiento junto a él y pedí una copa de Chartreuse y un expresso doble con twist de limón; sobre la barra donde estaba sentado reposaba su fedora gris, un poemario de Allen Ginsberg y el New York Times, cuya fecha no logré reconocer. Había un halo de misterio y bohemia en cada uno de sus movimientos, en su postura cabizbaja y en su forma ágil de hablar; su delgada figura estaba cubierta por un blazer oscuro de pana, cuyo aroma a tabaco se mezclaba con su colonia English Leather; no me fue difícil reconocer ese perfume a maderas tan penetrante, ya que mi padre la utilizaba cuando era niño.
Su rostro reflejaba ya la sapiencia de su edad, detrás de sus gafas de armazón metálico se ocultaba una mirada profunda como una cueva y su sonrisa dejaba marcas de cálida expresión en su piel bronceada, sus labios delgados estaban velados por una barba perfectamente bien recortada, sin ningún hueco de piel visible, y su cabello dejaba ver su escasez en las sienes.
Me contó que había nacido en algún condado remoto de Oklahoma, que al terminar la preparatoria se había mudado a Nueva York para estudiar periodismo, y que se estableció en la East Village, no muy lejos de St. Mark's; me contó que cuando conoció el barrio, quedó totalmente prendado de él, con su ambiente relajado y creativo, con su música y con su fauna urbana. Había cierto pesimismo en su charla, ya que mucho de lo que me contó sonaba a recuerdo; entendí el porqué cuando me dijo que pronto se mudaría de ahí, debido a que el barrio estaba perdiendo su encanto gracias a la aburguesamiento y al pelotazo inmobiliario. Quisiera recordar más de las cosas que me dijo esa tarde, pero quedaron dispersas en mi subconsciente, como todos los sueños que de repente se despiertan.
La lluvia no tardó demasiado en dispersarse en un ambiente nublado y con aroma a polvo mojado y smog que invadía el lugar a cada movimiento de la puerta, por la que diferentes grupos de personas entraban para platicar sobre el largo día laboral, o sobre la última película que vieron en el cine, o sobre el último concierto al que asistieron. Tenía que retirarme, ya que tenía que seguir mi camino hacia el momento donde finalmente despertaría. Estreché su mano, toqué su hombro con mi siniestra, deseándole una buena tarde; salí hacia una calle desierta mientras veía las luces del alumbrado encenderse una por una.
Hace poco, fui a una entrevista de trabajo bastante tensa; al llegar a casa, el vigilante me dio un sobre con sellos y estampillas de Nueva York; su contenido logró alegrar mi agridulce mañana. He decidido compartir los contenidos de este sobre con ustedes, estimados lectores, en dos entregas.
1.- El autor se refiere a la región de East Village, en Manhattan; no se confunda con el Lower East Side, vecindario cercano. (N. del T.)
2.- Baruch College es uno de los colegios que forman parte del sistema de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), el sistema universitario público más importante de la ciudad. (N. del T.)
3.- Boyce se refiere a la película llamada Destinos Opuestos (1991). (N. del T.)
4.- Llamada en América Latina y España Escuela de Jóvenes Asesinos (1989). (N. del T.)
5.- La restricción de humo de cigarro en el estado de Nueva York data de 2003. (N. del T.)
6.- "El Divorcio de Terciopelo" es el nombre con el cual es conocida la disolución pacífica de Checoslovaquia en República Checa y Eslovaquia, ocurrida en Enero de 1993. (N. del T.)
7.- Rebecca Moore (Nueva York, 1968), actriz, artista visual y violinista, hija del fotógrafo Peter Moore, famoso por haber colaborado en el colectivo Fluxus. Fue novia de Jeff Buckley desde 1991 hasta mediados de 1994; se dice que gran parte de las canciones que Buckley escribió para su álbum debut Grace (1994), se inspiraron en el final de su relación. Vive en Nueva York al día de hoy, tiene una carrera sólida como cantante y es una de las personalidades más importantes del ambiente cultural del este de la ciudad. (N. del T.)
8.- Happy Sad (1969) fue el tercer álbum de la carrera de Tim Buckley (1947 - 1975). Es considerado como uno de los trabajos más logrados de su trayectoria, donde se consolida como compositor y arreglista mediante el crossover hacia géneros como el jazz y el rock. (N. del T.)
9.- En 2009, salió al mercado el documental Amazing Grace: Jeff Buckley, donde se recopilan algunas de las entrevistas más sobresalientes del artista junto a testimonios de algunos de sus contemporáneos, además de las vértices creativas que se han derivado de su legado musical. El trailer comienza con esta frase, parte de las entrevistas realizadas para la Legacy Edition del disco Grace (1994). (N. del T.)
10.- http://www.jeffbuckley.com/rfuller/buckley/words/features/nyt-unmadestar.html. Algunas de las entrevistas más sobresalientes de Jeff Buckley para la prensa escrita se encuentran en este sitio. (N. del T.)

2 comentarios:

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